Los préstamos tendría que limitarse a la financiación de los másteres, y con una regulación clara
países que tienen matrículas muy elevadas y un sistema público de becas riguroso y eficiente, el promedio de jóvenes que acceden a la universidad no es significativamente inferior al de los otros grupos, siendo el rendimiento académico muy superior. Por otra parte, solo en los países en que el mantenimiento de las becas está ligado al esfuerzo personal del estudiante, el rendimiento académico es más elevado. Asimismo, demostraron que el factor que más contribuye al alto rendimiento académico de los estudiantes es una financiación pública de las universidades, diferenciada en relación al grado de excelencia de cada una de ellas.
Desde que se puso en marcha el Plan Bolonia, han surgido muchas y muy variadas alternativas referidas a la financiación de los estudios universitarios. En nuestro país, la conferencia de rectores (CRUE) realizó una propuesta, conocida como el Informe Bricall, en la que se defendía que la financiación de las universidades con fondos públicos debería tener en cuenta una serie de factores diferenciados, tales como el rendila titulación cursada.
A pesar de que no hay ningún experto que defienda la gratuidad total de los estudios universitarios, esta opción ha aparecido durante los últimos años en los programas de algunos partidos políticos del espectro de la izquierda. Los razonamientos que ofrecen sus dirigentes jamás tienen en cuenta que las investigaciones existentes han demostrado que cuanto menor es el compromiso económico de los estudiantes en la financiación de las universidades, la calidad académica desciende notablemente, como asimismo que ese planteamiento a quienes más beneficia es a los estudiantes de las familias ricas, ya que, a pesar de disponer de un nivel de renta elevado, deja
punto de vista, la solución que más favorece a las clases sociales con menor poder adquisitivo es que las matrículas universitarias cubran el costo real de todas las actividades docentes. No así los gastos de mantenimiento de los edificios ni de la investigación. Ahora bien, este planteamiento conlleva la obligación por parte de los gobiernos de disponer de un fondo económico suficiente para que aquellos estudiantes cuyos ingresos familiares no sobrepasen un determinado nivel de renta anual tengan garantizada de forma automática la percepción de una beca que cubra el costo de la matrícula de forma total o parcial, a tenor de unos determinados baremos aprobados por el Parlamento. Incluso, en ciertos casos sería necesario que algunos estudiantes recibieran una beca salario, destinada a compensar los ingresos que las familias dejan de percibir al no estar el estudiante desempeñando una actividad laboral retribuida. La alternativa de los préstamos tendría que limitarse a la financiación de los másteres y, aún así, con una regulación clara, justa y transparente para evitar abusos bancarios. *Catedrático jubilado, Universidad de Zaragoza