El Periódico Aragón

Unas elecciones para la reconcilia­ción

Aragón y Cataluña deben de volver a tener los vínculos de siempre porque de lo contrario se perjudican a sí mismas

- NICOLÁS ESPADA

Las elecciones que hoy se celebran en Cataluña no solo son importante­s para los catalanes. Deberían servir para cambiar el escenario político que ha tenido el país hasta antes del inicio de la pandemia. De una vez por todas, se necesita hacer política, no jugar a hacer política, que es la antipolíti­ca, por lo que estos comicios deberían ser el momento idóneo para iniciar una nueva etapa. Es una oportunida­d para cambiar el ciclo. En Cataluña, en España, pero también en Aragón. Las dos comunidade­s tienen unos vínculos sólidos desde hace muchos años y son muchos los aragoneses que viven con total naturalida­d las relaciones sociales entre ambos territorio­s. Con el Gobierno catalán que salga de las urnas (si no hay que repetir las votaciones porque no se pueda formar, que también podría ser una opción) Aragón tendría que encontrar el momento de la reconcilia­ción para poder recuperar esos vínculos perdidos sin los que ambas comunidade­s salen perjudicad­as.

Aragón y Cataluña tienen 225 kilómetros de frontera compartida, la Franja, desde el Pirineo hasta Els Ports de Beceite, en Teruel, con más de 40.000 aragoneses conviviend­o entre uno y otro lado de cada territorio, y eso marca mucho. En la Ribagorza, el Baix Cinca, la Litera y el Matarranya. Los vínculos son históricos, desde la época medieval y la Corona de Aragón hasta nuestros días y se ponen de manifiesto en la lengua y en la cultura. Hoy, en estas tierras aragonesas no se entiende la sanidad sin mirar a Cataluña, hay zonas que comparten hasta los bomberos, hectáreas de campos aragoneses que se riegan con agua del otro lado de la frontera, fruta de la Litera que pasa por alguna cooperativ­a catalana, empresas de porcino que tienen integradas muchas granjas en Aragón e incluso municipios aragoneses que celebran el segundo día de Navidad y La Mona. Son muchos intereses comunes y la política, aquí, queda totalmente al margen.

Como todos los vecinos, hay muchas diferencia­s, como históricam­ente las ha habido, pero como quiera que los vínculos son mucho mayores no pueden perderse, aunque en los últimos meses se hayan difuminado entre tanta propaganda. Que haya catalanófo­bos que no entiendan que el modelo territoria­l no es único siempre los habrá, pero no deben marcar las relaciones entre dos comunidade­s que, además de todas esas relaciones sociales y humanas, en los últimos años han tenido unos 15.000 millones de euros de intercambi­os comerciale­s porque más del 30% de lo que vende Aragón lo hace a Cataluña y más del 55% de lo que vende Cataluña lo hace a Aragón.

Por todo esto, las elecciones catalanas de hoy son importante­s también para Aragón. Hay que cambiar el escenario de los últimos años y para eso hace falta mucho coraje político en Cataluña, fundamenta­lmente. Es obvio que según quien gane, las relaciones con el Ejecutivo aragonés serán distintas. Si los que apuestan por la independen­cia siguen gobernando, seguiremos teniendo complicada­s las relaciones. Los políticos catalanes han tenido pocas ganas de encontrars­e con Aragón en los últimos años, mientras que desde el Gobierno de Aragón se ha hecho una gran defensa de la españolida­d de Cataluña. Ni unos ni otros han contribuid­o en positivo a mantener sólidos los vínculos históricos. La tensión independen­tista ha llevado todo al límite. Si los secesionis­tas no ostentan la mayoría política catalana y no acceden a los órganos de gobierno, será más sencillo y se podrá volver a compartir esa naturalida­d con la que conviven a diario todos los aragoneses de la Franja con sus vecinos de Cataluña.

Pero pase lo que pase en la jornada electoral de hoy, hay que reivindica­r la reconcilia­ción de los dos territorio­s. Hay que iniciar una nueva etapa y hay que ir por encima de los propios modelos políticos. La democracia es negociació­n y pacto y ahí Aragón y Cataluña tienen que encontrars­e porque vivir como apestados solo aporta negativida­d y todas las personas que conviven y trabajan a diario en torno a esa frontera necesitan esa naturalida­d de toda la vida. Habrá problemas, como tienen todos los vecinos, pero todos tienen su resolución.

Ahora está caliente el problema de los bienes de las parroquias aragonesas, que se resolverá tarde o temprano a favor de Aragón porque ahí es donde está la razón claramente y todas las sentencias, judiciales y religiosas, así lo han dictado. Pero no debe plantearse como una nueva victoria sobre Cataluña. Debería ser el punto final de un largo y penoso proceso que no ha beneficiad­o a nadie. A partir de ahí, hay que volver a poner en valor los nexos económicos, sociales y culturales entre las dos comunidade­s. Barcelona es la segunda ciudad con más aragoneses, después de Zaragoza, y numerosos aragoneses trabajan en Cataluña y al revés y día tras día pasan y traspasan una frontera que casi es ficticia para ellos. Para muchos de este lado, hay bastantes referentes en el otro lado, son como un espejo en el que mirar. Para otros, en esta parte hay mucha vida social y económica. Con estos mimbres, los políticos deben seguir tejiendo unos vínculos que tienen que seguir siendo importante­s. nespada@aragon.elperiodic­o.com

Las diferencia­s no han roto la relación porque los vínculos eran mucho mayores, pero en la actualidad se difuminan entre tanta propaganda

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