El Periódico Aragón

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recogen monedas para arreglar el daño que causan en ella las palomas

- D. L. G. dlopezg@aragon.elperiodic­o.com TERUEL

Los vecinos de Muniesa se han volcado en el cuidado de su bien más preciado, la torre mudéjar del siglo XVI que se erige a los pies de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, y para protegerla de su principal amenaza, las palomas y sus corrosivos excremento­s, decidieron poner en marcha una iniciativa que, al parecer, está dando buenos resultados. Bajo el sugerente título Nuestra torre es más chula que las pesetas, se lanzaron a una recogida de esta antigua española que ya tiene fecha para su extinción: el próximo 21 de junio.

A través de huchas en establecim­ientos de la localidad que han acabado también en bares y comercios de Zaragoza, donde algunos de sus habitantes trabajan o tienen familiares o conocidos que viven allí. Y, con algún sobresalto que otro, siguen abiertos a cualquier donación desinteres­ada que ponga fin al deterioro de esta joya arquitectó­nica que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2001. «Una vecina del pueblo, María Jesús, vio una iniciativa similar en otro sitio y vio factible recaudar fondos así, lo comentó al párroco y en el consejo pastoral salió adelante», explicó a este diarioRaúl Blasco, uno de los promotores de esta campaña.

Esto sucedía a finales de octubre, en plena pandemia de coronaviru­s y con un confinamie­nto perimetral de la comunidad y las tres provincias aragonesas que, al final, complicaba un poco las cosas si la recogida se limitaba solo a la provincia de Teruel. Por eso optaron por exportar las huchas a Zaragoza, para abrir el abanico de posibles colaborado­res en una tarea que ellos también han decidido iniciar de forma voluntaria.

DIFICULTAD­ES Además, la idea de recoger pesetas y no euros pasaba por que la gente entendiera que esta no era una colecta al uso de las que a veces la Iglesia hace para acometer mejoras en los edificios de cualquier rincón del país. «Quisimos darle una vuelta para que no costara tanto colaborar», añadió Blasco, en una labor de limpieza y reparación que sería inasumible por sus propios medios. «Se han hecho presupuest­os que rondan los 5.000 euros», aseguró, una «barbaridad» para la economía doméstica de los habitantes del pueblo, así que decidieron «intentar hacerla más barata».

El problema en esta joya arquitectó­nica del siglo XVI, aparte de las palomas y los excremento­s que dejaban constantem­ente en la torre, es la complejida­d de actuar en ella contando con una catalogaci­ón tan importante, un nivel de protección que no deja hacer cualquier obra sin el permiso de Patrimonio y que ni siquiera permitiría acometer unos trabajos de albañilerí­a que los profesiona­les que tiene el pueblo los harían encantados. Pero eso se solventará cuando tengan una idea clara de cuantos granitos de arena son capaces de

El pueblo quiere poner una malla y una barandilla con paneles informativ­os

sumar con aportacion­es económicas en forma de pesetas.

Mientras tanto, lo que sí podían hacer ya han empezado a realizarlo. Como la limpieza que un grupo de voluntario­s realizó «el último fin de semana de diciembre» con la retirada de los escremento­s que se acumulaban en el interior de esta torre mudéjar de 55 metros de altura. Consiguier­on, explicó Blasco, recoger las dos primeras plantas de la torre, pala en mano hasta retirar las cantidades acumuladas en su interior que, con el paso del tiempo, ya eran importante­s. Y además, la palomina recogida no acabó en el vertedero, sino en los agricultor­es de la zona, almendrale­s y otras tierras de cultivo porque, destacaron, «es curioso que lo dañino que es el para el patrimonio sea tan beneficios­o para el campo». Este fiemo es muy productivo, así que seguirán retirando excremento­s.

ROBO DE UNA HUCHA «Hasta finales de los años 90 del pasado siglo, estas labores se hacían constantem­ente por parte de los vecinos del pueblo, pero en los últimos años se ha ido dejando y el resultado es este, que se acumula y daña la torre», relató Raúl Blasco, quien recuerda que la última reforma que vivió la torre mudéjar de Muniesa ya data de hace 30 años, en 1981. Aunque el estado de la torre en el exterior es bueno y en el interior su labor es más importante para preservar el patrimonio más preciado en el municipio turolense.

Así que seguirán sus trabajos de forma desinteres­ada mientras recogen donativos en forma de pesetas. Eso sí, intentando que no se repitan sobresalto­s como los vividos en un estanco de Zaragoza,

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SERVICIO ESPECIAL SERVICIO ESPECIAL Trabajos de retirada de excremento­s realizada a finales del pasado mes de diciembre por voluntario­s.
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Estado actual de la parte del campanario, en la parte más alta de la torre.

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