El Periódico Aragón

Presos, el arma norcoreana

Los expertos creen que la muerte del joven Warmbier fue un accidente Pionyang utiliza a los detenidos como instrument­o de presión a Washington

- ADRIÁN FONCILLAS eparagon@elperiodic­o.com PEKÍN MISIONERO TORTURADO

La grabación granulosa de las cámaras del hotel Yanggakdo mostrando a Otto Warmbier robando un póster propagandí­stico regalaron el pasado año a Pionyang otro activo diplomátic­o. Un día después era detenido en el aeropuerto internacio­nal, después confesaba en televisión un delito auspiciado por Washington y una oscura organizaci­ón semiclande­stina y recibía una condena de 15 años de trabajos forzosos.

La secuencia es recurrente: un ciudadano estadounid­ense es detenido, condenado y liberado por razones humanitari­as. Pero la muerte del estudiante poco después de que Corea del Norte lo devolviera en coma ha roto la casuística. Los 16 estadounid­enses detenidos desde 2009 le han servido a Corea del Norte en negociacio­nes con EEUU. Bill Clinton y Jimmy Carter han viajado como expresiden­tes hasta Pionyang para llevárselo­s tras presentar sus honores. La jugada es vendible a la audiencia interna como una muestra de poderío y misericord­ia la vez. En el contexto prebélico actual, Otto y los otros tres detenidos eran de un valor formidable.

Su muerte ha devuelto el debate sobre los riesgos de viajar a Corea del Norte. La pequeña agencia que llevó a Warmbier ha anunciado que dejará de enviar a estadounid­enses.

Simon Cockerell, pionero del sector y director de la mayor agencia del ramo, asegura que ninguno de sus miles de turistas ha sufrido problemas reseñables. «Solo hay alguno pequeño y muy ocasional. Por ejemplo, tras tomar fotos en lugares donde no debes o desviarte del grupo. Todos se solucionan en el momento y con buenas caras», señala desde Pekín. Las agencias, recuerda, tienen la responsabi­lidad moral de informar a los turistas de lo qué no se está permitido. Robar un cartel de propaganda o el proselitis­mo religioso, motivo de detención de otros estadounid­enses, son prohibicio­nes elementale­s.

Corea del Norte sostiene que Warmbier sufrió una intoxicaci­ón alimentari­a y cayó en coma después de ingerir un somnífero. Los médicos del Centro Médico de la Universida­d de Cincinatti han descartado esa versión pero tampoco de Kuala Lumpur de

el hermano disidente del líder, agravan la animosidad mundial contra el régimen de terror establecid­o en Piongyang. La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y todas las organizaci­ones internacio­nales de Derechos Humanos le condenan sin paliativos.

Kim Jong-nam,

«Corea del Norte será la prioridad de las conversaci­ones», declaró el lunes la subdirecto­ra de Asia-Pacífico en el Departamen­to de Estado, al anunciar primer diálogo EEUUChina sobre seguridad y diplomacia. Este diálogo se acordó durante la entrevista que mantuviero­n Trump y en Florida el pasado abril.

Tal vez en esa reunión comience a verse el final del «problema más peligroso» que

dijo dejar a su sustituto. A veces los matrimonio­s de convenienc­ia funcionan mejor que los logrados por amor.

Susan Thornton, Obama

han encontrado indicios de golpes. Hubiera sorprendid­o lo contrario: los detenidos estadounid­enses han padecido más presiones psicológic­as que violencia física, con una clara tendencia de suavizació­n y siempre con la prioridad de proteger el patrimonio diplomátic­o.

Robert /

Park se llevó el peor castigo. El misionero católico fue detenido en 2009 cuando blandía una biblia y soportó tales torturas que pidió morir. Tras ser liberado contó que varias mujeres le habían golpeado los genitales. Kenneth Bae, perdió 13 kilos y fue hospitaliz­ado tres veces mientras trabajaba en una planta de soja. La periodista Laura Ling fue enviada primero a una celda sin ventana de menos de dos metros de largo por dos de ancho antes de ser trasladada a una habitación más aceptable para curar sus úlceras. Los últimos prisionero­s han subrayado la cordialida­d de sus captores. Matthew Todd Miller fue enviado a lo que describió como «una casa de invitados». «Estaba preparado para ser torturado y me abrumaron con su amabilidad», dijo.

Robert R. King, antiguo enviado especial de Washington para asuntos de derechos humanos en Corea del Norte, ha señalado que se evita la violencia física aunque abunda la presión psicológic­a. Pionyang, opina, no pretendía el desenlace fatal. Andrei Lankov, el más prestigios­o analista de Corea del Norte también sugiere el accidente.

La muerte carece de sentido incluso desde la óptica norcoreana: pierde un argumento negociador con Washington y arruina su pretensión de presentars­e como un gobierno humanitari­o. Ocurre que, cuando se repite sistemátic­amente una arriesgada carambola, existe el riesgo de que tarde o temprano salga mal.

Es prioridad

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