¿Puede ser la Historia fuente de derechos?
Leo con asombro que Chunta Aragonesista ha presentado una proposición de ley, aceptada además a trámite en las Cortes de Aragón, que propone «actualizar los derechos históricos de Aragón» como solución, dicen, para atajar las listas de espera en los hospitales y atender a mayores, discapacitados y mujeres maltratadas, además de otras inversiones que necesitarían un mayor aporte de recursos.
Es una vinculación curiosa la de esos derechos históricos, todavía por enunciar (que supongo que esa proposición enumerará: estoy ansioso por conocerlos) con la mayor disponibilidad de fondos públicos que se obtendrían ¿de dónde?, ¿de quién? ¿Si tenemos derechos históricos, que nos los reconoceremos nosotros mismos, tendremos más dinero? No sé yo.
Siempre me ha sorprendido ese oxímoron, para mí incomprensible, de la «izquierda nacionalista», que son dos conceptos que me parecen irreconciliables.
Pocas cosas hay menos progresistas en la oferta ideológica que el nacionalismo, una doctrina primitiva, reaccionaria y básicamente insolidaria, cuya esencia es la explotación de las diferencias raciales, culturales, lingüísticas y de todo tipo, para reclamar desde ellas más y mejores derechos.
Algo difícilmente conciliable con lo que dice ser la izquierda. Los derechos históricos, estamentales y de clase son propios del Antiguo Régimen y fueron abolidos por la Revolución Francesa, hace ya más de dos siglos.
Y en España es precisamente la izquierda, la pretendida izquierda, la que reclama su vigencia y aplicación en pleno siglo XXI. Insólito.
¿Puede ser la Historia fuente de derechos? No, no al menos en democracia.
En democracia no hay, no debería haber más fuente de derechos que la ciudadanía. ¿Chunta Aragonesista, un partido que dice ser de izquierdas, no lo sabe? ¿El resto de partidos que han apoyado la toma en consideración de esa disparatada propuesta tampoco?