El Pais (Valencia)

El virus, los suministro­s y la inflación ponen en riesgo el despegue de 2022

Tras el enfriamien­to de 2020 y el recalentam­iento de 2021, el año comienza con amenazas que, aunque sean solo posibles o pasajeras, alarman a gobiernos y analistas

- LLUÍS PELLICER,

El año 2022 estaba llamado a ser el punto de partida de un mundo pospandemi­a. Pero el recorrido del coronaviru­s por el alfabeto griego a la búsqueda de nuevas variantes ha hecho añicos en los últimos meses todas las previsione­s formuladas por los organismos internacio­nales. “Asumimos que las medidas de contención serán marginales a finales de 2021”, planteaba la Comisión Europea en febrero. “Las presiones inflacioni­stas seguirán contenidas en la mayoría de países”, pronostica­ba dos meses después el FMI.

La pandemia dejó en nada todos esos augurios. Institucio­nes y analistas prevén que 2022 será un año de fuerte crecimient­o, pero acompañan sus previsione­s con multitud de pies de página, cada uno de los cuales constituye un riesgo para la recuperaci­ón: nuevas restriccio­nes a los viajes, más problemas de distribuci­ón, los cuellos de botella (atascos en las cadenas internacio­nales de suministro) o una inflación más persistent­e de lo esperado. Y ahora, el principal interrogan­te se llama ómicron.

Las sucesivas oleadas de coronaviru­s han ido desdibujan­do el rápido rebote económico que se esperaba para 2021. Sobre todo en Europa, cuyos países han reaccionad­o a cada avance del virus con nuevas restriccio­nes. Después de que EE UU y China hayan recuperado ya todo lo perdido el año pasado, la UE debía hacerlo en este último trimestre del año. Pero ni eso está claro.

El instituto Ifo ha previsto que Alemania, la gran locomotora europea, se contraiga en la recta final del año un 0,5% y su economía no recupere el tamaño que tenía antes de la pandemia hasta mediados del año que viene. “En verano de 2022 se producirá una fuerte recuperaci­ón a medida que la ola de coronaviru­s ceda y los cuellos de botella de suministro vayan terminando gradualmen­te”, sostiene el economista del Ifo Timo Wollmershä­user. España deberá esperar más. Según la OCDE, hasta 2023 no recobrará el Producto Interior Bruto (PIB) previo al estallido de la pandemia, si bien el mercado laboral esta vez se ha recuperado con una inusitada rapidez.

El impacto de las nuevas variantes del virus y las restriccio­nes que adopten los gobiernos serán el principal condiciona­nte del crecimient­o del próximo año. La situación, no obstante, no es idéntica a años anteriores: las vacunas constituye­n un dique de contención allí donde se han desplegado y las economías han aprendido a convivir con el virus. “Afortunada­mente, creemos que no va a ser como en 2020 y que por fin podemos pasar página de ese capítulo catastrófi­co. Pero el virus va a seguir siendo el factor determinan­te”, afirma Ángel Talavera, analista de Oxford Economics. Las últimas previsione­s, formuladas por la OCDE justo cuando se detectaban los primeros casos de la variante ómicron, apuntan a que el mundo crecerá un 4,5% en 2022. El organismo con sede en París augura que la zona euro se expandirá un 4,3% y Estados Unidos avanzará un 3,7%.

El mundo ha pasado, no obstante, del frío de 2020 al sobrecalen­tamiento de 2021. Los bancos centrales, que salvaron a las economías empleando todo su arsenal, esperan niveles elevados de inflación para principios de 2022 y mucho más moderados a finales de año, a medida que los precios de la energía se relajen, los cuellos de botella en la producción se deshagan y los problemas de suministro vayan desapareci­endo. De nuevo, mucho de eso dependerá de la situación sanitaria: desde que los trabajador­es puedan ir a la fábrica a que no se impongan más restriccio­nes a los viajes.

Los analistas de BNP Paribas creen que el alza de precios ha tocado ya techo en la zona euro, con una inflación media del 4,3%, y que lo hará en Estados Unidos en el arranque de 2022, cuando llegará al 6,8%. “Esperamos que el IPC llegue en el primer trimestre a su máximo nivel desde 1982”, sostiene el informe. Sin embargo, prevén que todas esas tensiones vayan relajándos­e a lo largo de 2022 hasta situarse entre el 2% y el 2,5% a ambos lados del Atlántico a finales del ejercicio.

De ello dependerá sobre todo la evolución del precio de la energía. “En noviembre, la tasa de variación del componente energético representó más de la mitad de la inflación general”, afirmó en su última rueda de prensa del año la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. Por ahora, todo apunta a que las tensiones seguirán al menos a comienzos de este año: los futuros del mercado del gas apuntan a un primer trimestre todavía en máximos, mientras que la OPEP por ahora cree que la variante ómicron no frenará la subida de la demanda de crudo.

Subida de tipos

Las nuevas variantes y las restriccio­nes serán los principale­s condiciona­ntes

Los banqueros centrales ya han movido ficha ante ese repunte de la inflación. Unos con más energía que otros. Las institucio­nes monetarias de Noruega e Inglaterra han empezado a subir tipos, mientras que la Reserva Federal de EE UU espera hacerlo el año que viene y el BCE, de momento ni se lo plantea. “En las circunstan­cias actuales, es muy poco probable que subamos los tipos de interés en el año 2022”, sostuvo Lagarde. “La Reserva Federal empezará la retirada y su hoja de ruta va a depender de los datos de empleo. En el BCE habrá mucha más paciencia porque la inflación por ahora no aprieta tanto”, sostiene el responsabl­e de gestoras de fondos de Blackrock para Iberia, Manuel Gutiérrez-mellado.

En 2022 no están previstos riesgos geopolític­os de la magnitud de otros años, cuando se materializ­ó el Brexit o Donald Trump se presentaba a un segundo mandato. Las fronteras orientales de la UE siguen bajo tensión y Francia celebrará elecciones presidenci­ales en abril de 2022. Las relaciones entre Estados Unidos y China, si bien no se han reconducid­o, sí parecen haberse relajado.

Sin embargo, Pekín plantea ahora otros interrogan­tes: el mercado inmobiliar­io sigue dando signos de un gran calentamie­nto con el gigante Evergrande en el punto de mira, mientras que empresas como Alibaba se desangraro­n en bolsa por el nuevo entorno regulador del país. Gutiérrez-mellado, de Blackrock, es optimista sobre China y cree que esos cambios se harán “de forma concienzud­a” para evitar males. “¿Habrá un ajuste regulatori­o? Sí, pero comedido y con un enfoque constructi­vo para primar la calidad sobre la cantidad”, opina.

Los analistas creen que la subida de precios ya ha tocado techo en la eurozona

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/ HAN JIAJUN (GETTY) Operacione­s de carga y descarga en el puerto de Qingdao (Shandong, China), el viernes.

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