El Pais (Valencia)

“La peor hora es la noche”

Poeta

- Mi más sentido pésame. ¿Se cabreó con el mundo con la muerte de su esposa? ¿Ella sabía que iba a morir? ¿Cómo se habla de la muerte? ¿Cómo fueron aquellos días? ¿Es creyente? ¿Cuál es la peor hora del día? ¿Teme pasar a ser conocido como el viudo de Españ

LUZ SÁNCHEZ-MELLADO En la Nochevieja de 2020 a 2021, Luis García Montero se coló en el hospital donde su esposa, Almudena Grandes, convalecía de su operación de cáncer y, juntos, tomaron las uvas. “Visto hoy, esa fue la Nochevieja más feliz de mi vida”, dice el día que nos vemos, vísperas del fin del año 2021, el ya viudo. Estamos en la sala bajo la cúpula del Instituto Cervantes de Madrid. Una atmósfera honda y afable lo impregna todo.

Gracias. El sentimient­o ajeno acompaña y sirve para dar sentido a las cosas. Hay una sociedad real que no está enfangada ni enfadada con el mundo. Almudena fue capaz de conectar con cosas que compartimo­s todos.

¿Le molestó la ausencia de pésame institucio­nal del alcalde y la presidenta de Madrid?

Personalme­nte no eché de menos a nadie. Institucio­nalmente, sí. Agradezco el gesto del Ayuntamien­to

cuando lo ha tenido y lo eché en falta cuando no lo tuvo.

No, eso significar­ía querer que a todo el mundo le pasara lo mismo. Soy más partidario de transmitir esperanza al hablar de cáncer. Nosotros hemos tenido esa mala suerte, pero hoy hay mucha gente que sale adelante.

Estuvimos mucho tiempo creyendo que lo iba a superar. Empezamos a ver que la cosa se estaba convirtien­do en un callejón sin salida en agosto. Ella se tomó la enfermedad con la misma disciplina con que escribía. Había ese espíritu de esperanza y resistenci­a. En octubre y noviembre empezamos a hablar de un futuro sin ella.

Ahí hay una complicida­d de silencios. Los dos teníamos dudas. Hubo un momento en que las pusimos en común para hablar de cabos que no podían quedar sueltos.

ETERNAMENT­E VIERNES. El poeta Luis García Montero (Granada, 63 años) quiso que su libro

acompañara en su sepultura a su esposa, Almudena Grandes, fallecida en noviembre. El director del Instituto Cervantes evoca aquí los primeros días sin ella.

Cualquiera que acompaña a un enfermo sabe de momentos duros, pero en mi recuerdo los últimos días cuidando de Almudena son los más felices de mi vida. Ahí se concretó todo. Nuestros libros, nuestra militancia, nuestros hijos, todo eran formas de cuidarnos. Esos días son un recuerdo que da sentido a nuestra vida.

No. No me pregunto el porqué. Me pregunto por el dolor de ver una sola toalla en el baño, de no

Ellos me tratan como el viejecito viudo al que hay que cuidar y yo intento estar para ellos. Almudena reivindica­ba la alegría. Su ausencia nos tiene que unir.

La peor hora es la noche, cuando me quedo solo conmigo mismo. De repente, te llega un mensaje con algo de ella, y se emociona uno. Vivir supone pagar el peaje de ver morir a tus padres. Supongo que con el amor es lo mismo.

Llevo 40 años escribiend­o y no me asusta quedar como el viudo, tengo mi poesía. Pero han sido 30 años de amor y me hace ilusión que se me relacione con ella

Durante la enfermedad de Almudena escribí algún poema, y después, también. Cuando pase un tiempo lo corregiré y quizá dé por cerrado el duelo. En todo lo que escriba, ella estará presente.

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