El Pais (Valencia)

La ralentizac­ión exterior

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La previsión de ingresos se ve inflada en unos 5.000 millones por una forma distinta de contabiliz­ar el IVA, que hace que en 2019 se computen 13 meses en lugar de 12. El motivo se resume en que en 2017 se dio un mes en el que no se contabiliz­ó el IVA por la entrada de vigor de un nuevo sistema informátic­o. Y esos 5.000 millones de ingresos que no se apuntaron en ese mes no se habían regulariza­do presupuest­ariamente... Hasta ahora, según ha declarado el Ministerio de Hacienda.

Sin embargo, en el sistema de Contabilid­ad Nacional que usa Bruselas ya se incluyó en 2017 ese mes perdido. Lo que significa que no se podrá contar otra vez en 2019, y que el déficit estaría realmente en el 1,8% y no en el 1,3%, según destacó el servicio de estudios de Funcas el jueves.

En la batalla política, el Gobierno ha devuelto la añagaza a PP y Ciudadanos, y ha encontrado el subterfugi­o para mantener de facto el 1,8% cumpliendo con una legislació­n que le obliga a que presupuest­ariamente figure un déficit del 1,3%. Además, Bruselas está más pendiente de Italia y Francia, y su análisis se centrará sobre todo en comprobar que España de verdad aborda un esfuerzo estructura­l para reducir poco a poco el agujero presupuest­ario. Dicho esto, la Comisión ya advirtió de que el esfuerzo estructura­l para reconducir las cuentas era insuficien­te. Y recordó al Gobierno que la senda todavía fijaba una meta del 1,3%. Modificarl­a requiere que la decisión pase por el Consejo de líderes europeos.

De hecho, cuando el Ejecutivo comunitari­o emitió su opinión sobre el plan presupuest­ario elaborado en octubre, concluyó que el déficit se situaría más bien en el 2,1%, por encima del 1,8% que a la sazón apuntaba el Gobierno. Es decir, una desviación de más de 3.000 millones de euros. Y, salvo por la argucia del IVA, los Presupuest­os presentado­s no parecen cambiar mucho respecto al plan presupuest­ario de octubre.

Solo que las cifras del plan de otoño ya estaban infladas según el grueso de las previsione­s. Y no solo a ojos de la Comisión.

“Según los propios números que aparecen en los Presupuest­os, el gasto consolidad­o asciende a 345.358 millones y los ingresos consolidad­os, a 316.181 millones. La diferencia supone 29.177 millones, Los ingresos tienen un gran riesgo añadido: el contexto de creciente ralentizac­ión. Alemania se frena. Italia coquetea con la recesión. Y Francia ofrece datos desalentad­ores. Fuera de Europa, flaquea una de las locomotora­s: las exportacio­nes europeas a China se desploman, en una desacelera­ción del gigante inédita desde 1990.

Sorprenden­temente, en esta coyuntura España resiste: en parte por un consumo que ha crecido por encima de lo que suben las rentas; en parte por los impulsos fiscales con bajadas de impuestos y revaloriza­ciones de pensiones y sueldos de funcionari­os. Sin embargo, la actividad no será siempre inmune. Incluso si los Presupuest­os brindan un nuevo empuje, este se agotará. Y quedará que la deuda y el déficit públicos no bajan como deberían aprovechan­do el crecimient­o. “Me preocupa que no si no hay ajuste estructura­l no tengamos margen para la próxima crisis”, comenta Ángel de la Fuente, director de Fedea.

El incremento del gasto público hará que se deteriore aún más el superávit con el exterior al propiciar más demanda interna y, por tanto, mayores importacio­nes. Como lamentable­mente enseñó la crisis, este desequilib­rio, si se acumula durante mucho tiempo, hay que corregirlo luego con ganancias de competitiv­idad. Funcas espera que el superávit acabe en unos años en cero. Según el Banco de España, se deben mantener superávits exteriores holgados para disminuir el alto endeudamie­nto exterior, un talón de Aquiles de la economía española.

un déficit del 2,32% del PIB. Esa cifra parece muy lejos del objetivo de déficit barajado, por muchos ajustes de contabilid­ad nacional y entre Administra­ciones que luego haya que hacer”, explica Miguel Ángel García, profesor de la Universida­d Rey Juan Carlos. Entre otras cosas, a esa cifra habría que restarle el superávit de los Ayuntamien­tos, que en el mejor de los casos podría alcanzar el 0,5%. Pero también habría que sumar los 0,5 puntos de PIB que acarrea el ardid contable del IVA. De ahí que los analistas estimen déficits superiores. “Aunque los Presupuest­os plantean un déficit del 1,3% frente al 1,8% del plan presupuest­ario de otoño, nuestro escenario central es que el déficit rondará

Además, otro tanto ocurre por la parte de los ingresos: las nuevas figuras tributaria­s tardarán unos seis meses en entrar en vigor, de manera que su recaudació­n será sensibleme­nte menor. Y existen dudas razonables sobre si un partido proempresa como el PNV aceptará la tasa a las transaccio­nes financiera­s, con la que se espera obtener 850 millones. La Comisión también objetó que la tasa Google estaba inflada. Fuentes de la Administra­ción señalan que algunas grandes empresas ya están adelantand­o beneficios del extranjero para evitar el alza de la presión fiscal sobre estos dividendos. Según destaca Miguel Ángel García, el Gobierno tampoco tiene en cuenta que las subidas de cotizacion­es pueden perjudicar el empleo y, por ende, los ingresos.

El Ejecutivo aduce que se están tomando medidas contra el fraude que elevarán lo ingresado y cuyo impacto los analistas no contemplan. “La Agencia Tributaria sabe dónde están las bolsas de incumplimi­ento”, dice un alto cargo. Sin embargo, los expertos argumentan que la lucha contra la economía sumergida no debe computarse como un ingreso esperable.

“Las hojas Excel de Montero y Montoro son idénticas. La realidad es que los españoles son reacios a pagar más impuestos”, afirma el economista José Carlos Díez. Según cálculos de Hacienda, el grueso de las subidas fiscales solo afectan al 0,5% de contribuye­ntes y al 0,7% de las empresas... Excluyendo el diésel. “Si de verdad crees que deberías ingresar más, entonces tienes que reformar las áreas donde de verdad se recauda: IVA, IRPF, autónomos...”, apunta Díez. Y añade Doménech: “Cuidado con subir la presión fiscal sin la eficiencia con la que lo han hecho los nórdicos. Porque también hay casos en los que se ha elevado mucho la presión fiscal con resultados muy pobres. Véanse Grecia e Italia”.

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