Las dos caras de Djokovic
El número uno progresa con paso firme en el Open de Australia mientras ejerce como presidente de los tenistas
Protestaba ayer Novak Djokovic de forma airada, como en los viejos tiempos, porque en algunos momentos le molestaban los focos de la pista central y no terminaba de entender la necesidad de haberlos encendido. “No sé por qué lo han decidido, porque había luz natural. Se generan muchos brillos y molestan mientras juegas. La organización me ha dicho que lo ha solicitado la televisión, así que poco se puede hacer…”, exponía con resignación el serbio, firme en el torneo de Melbourne, ya clasificado para los octavos (6-3, 6-4, 4-6 y 6-0 a Denis Shapovalov) y habiéndose garantizado marcharse de Melbourne con el número uno bajo el brazo, pase lo que pase.
Estos días australianos, Djokovic avanza decidido en la pista. Él, con los seis títulos que alberga en su vitrina y su extraordinario rendimiento sobre cemento, es el máximo favorito. Hasta ahora no ha hecho concesiones. Djokovic es el gran Djokovic con la raqueta, y sin ella es el Nole representativo, el líder, el presidente, porque en Melbourne juega dos torneos: uno por el título y otro por defender primeros días del torneo y que está directamente relacionado con Chris Kermode, presidente de la ATP. A finales de año finaliza su mandato y los tenistas se reunieron antes del torneo para votar sobre su continuidad, o bien apostar por un cambio. En este contexto, al serbio y algunos adeptos (Isner, Pospisil o Querrey, entre otros) se les reprochan algunas maniobras con el objetivo de apartar a Kermode de la silla presidencial. De hecho, salió a la luz un escrito redactado por Pospisil que invitaba a “romper el sistema”.
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