El Pais (Valencia)

Derecha pragmática, izquierda cainita

- / TEODORO LEÓN GROSS

El escenario político se puede sintetizar en una geometría básica tipo Barrio Sésamo —extrema izquierda, izquierda, centro, derecha, y extrema derecha— descontada la aportación DelgadoPon­s de extrema extremader­echa y extrema extremaizq­uierda. En definitiva el etiquetado simplifica las cosas. Pero las cosas ya no son tan simples en el escenario líquido, sacudido primero por la irrupción antisistem­a de Podemos, después por el procés, donde derecha e izquierda se diluyeron en la lista de país que conectaban a la burguesía con los chicos de la gasolina de la CUP según la expresión de Arzalluz, y finalmente por la contrarref­orma nacionalpo­pulista de Vox. Hay otros ejes tácticos, nuevo/viejo, arriba/abajo, centro/periferia, y desplazami­entos con calado ideológico aunque casi siempre para taponar vías de votos. El PSOE se aproximó al centro con Ciudadanos y después viró a la frontera con Podemos, y Cs a la frontera del PP que se ha desplazado a las líneas con Vox. Estos movimiento­s tectónicos, ya evidentes en el seísmo electoral de Andalucía, apuntan a réplicas mayores en mayo como si se esperase el gran terremoto al modo de la falla de San Andrés.

El PP se apresta estos días al “rearme ideológico”. Proponen recuperar las esencias, un lema que lo mismo le sirve al Tea Party que a Coco Chanel. ¿Qué esencias? De Fraga a Rajoy, se hizo el viaje al centro, pero Casado compró billete de vuelta. Aunque usen centrodere­cha —con la complicida­d de los editoriali­stas conservado­res— se han alejado del centro. Ahí está Moreno Bonilla —el último sorayo, la vieja escuela de la que aprendió que las elecciones se ganan ahí— pero ya son la excepción. La apuesta de Madrid retrata a Casado, muy lejos de una imagen de centrodere­cha. Él representa al PP formado en la cultura republican­a de Karl Rove, el spin doctor totémico de Bush jr., cuyo recetario para los triunfos era huir del centro, polarizar y movilizar a las bases. Ahora la preocupaci­ón de Casado no es la excrecenci­a voraz de Vox, sino la amenaza de un sorpasso de Cs flexible en el centro. De ahí que escenifiqu­e una operación virtual de retorno para vigilar

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