Griezmann también derrumba a Löw
Francia remonta a Alemania con dos goles del rojiblanco
Argentina se venció a balón parado, a la salida de un saque de esquina, en la penúltima jugada, después de anudar durante una hora larga a Brasil. Afeitada en La crisis de Alemania se agrandó en París. Otra derrota. Otra vez la sensación de estar ante una selección que solo compite a ratos. Si en Holanda (3-0) fue media hora, anoche fueron 45 minutos y luego la nada. El síntoma de la falta de continuidad en el juego la condenó de nuevo. Joachim Löw sigue en el disparadero.
En el alambre por la prolongación del fracaso mundialista en esta Liga de las Naciones y un punto temeroso por la entidad del contrario y por la tormenta de críticas recibidas, Löw desempolvó la defensa de tres centrales. Un ataque, la Albiceleste se esmeró en la defensa de su arco hasta que los zagueros desfallecieron en un córner botado por Neymar y cabeceado por Miranda. No pasó nada más en el clásico 100 de las Américas. Apenas jugaron a fútbol Brasil y Argentina. Tampoco hubo noticias de Dybala y solo a ratos compareció Neymar, que festejó la victoria como si fuera suya, consciente de que el partido se resolvió en el último tramo, cuando se empeñó en derrotar a la Albiceleste.
Argentina parece decidida a vertebrar un equipo suficientemente interesante como para provocar el regreso de Messi. El 10 sería el punto y final y no el origen de la Albiceleste. Así que nadie le pide nada de momento a Scaloni. El plan es una especie de casting que incluye a noveles como Saravia, un interesante lateral sistema desterrado por él y por su entonces jefe Jurgen Klinsmann cuando decidieron darle un vuelco y un lavado de cara al fútbol de la selección alemana. A ese dibujo que durante los años 90 fue el maná de Alemania, conquistó el Mundial de Italia y la Eurocopa del 96, Löw le añadió frescura y velocidad en la alineación. Mantuvo a Neuer, Hummels y Kroos de la vieja guardia, pero le dio carrete a parte de la savia nueva que reclama un puesto. De alguna manera, Löw respondió a las demandas que se le exigían. Una reacción táctica y hasta estilística. Alemania se verticalizó con Gnabry y
de Racing, o a un ariete ya contrastado en el Inter y por el contrario inédito hasta cierto punto en la selección como Icardi. La incógnita continúa siendo Dybala, insustancial también cuando no está Messi.
Brasil avanza por el contrario por el lado opuesto de Argentina. Tite intenta organizar a un equipo para que Neymar marque las diferencias, circunstancia que obliga a reparar en sus compañeros de delantera y en la línea de centrocampistas, liderada por el azulgrana Arthur, muy presente ante Argentina. El choque giró siempre alrededor de Neymar, a veces bien reducido por Saravia y en ocasiones desequilibrante, como en la jugada definitiva del 1-0.
No fluyó el fútbol en Brasil y defendió fuerte Argentina. La Albiceleste ya no concede tantas ocasiones como antes sino que es un equipo más organizado, penalizado solo por las pérdidas de balón de sus puntas, apretados por Brasil. Recostado en las bandas, Dyabala tuvo poca incidencia el juego, a excepción de las acciones Sané. Este último, cada vez que juega, hace más incompresible la decisión de Löw de cortarle en el Mundial. También jugó Werner más centrado, en una posición más natural, alejado de ese invento fallido de hacerle jugar en banda. Con Kimmich, fijo ya como mediocentro y magistral para interpretar el plan de su entrenador, Alemania redujo a Francia en el primer tiempo a una estampida de Mbappé ante Schulz y una demostración de controles jugando de espaldas de Giroud.
Deschamps tiró sobre el tapete a todo su once campeón del mundo, salvo el lesionado Umtiti, de estrategia, excelente en un tiro que rozó el ángulo izquierdo de Alisson. No arriesgaron los equipos en un partido pesaroso, con pocas ocasiones y sin peligro, con solo dos sobresaltos antes de alcanzar el descanso: un tiro de Miranda que sacó Otamendi y una falta directa de Coutinho.
A Brasil le faltaba regate, emoción relevado por Kimpembe. Pero emergió una Francia desconocida en el primer acto. Con el mismo desinterés por la posesión que la coronó en Moscú, pero muy vulnerable, sin esa contundencia para ocupar los espacios y hacerle entender al rival que enfrente tiene un duro hueso que roer.
Cerrada por dentro, Francia se encontró a sus espaldas con el punzante Sané. Una carrera suya al cuarto de hora culminada con un centro atrás fue interceptado por el brazo de Kimpembe. Kroos, dubitativo en el lanzamiento, ajustó un disparo que rozó Lloris. Con 0-1, aparecieron los problemas de Francia para crear juego. Griezmann no encontraba espacios para enganchar. Si los encontraba Alemania, muy cómoda, serena con la pelota y afilada para tirar contras que no supo culminar para cerrar el partido.
Esa buena Alemania del primer tiempo se quedó en el vestuario para dar paso a una Francia más decidida a jugar en campo contrario y menos descuidada atrás. Griezmann comenzó a encontrar resquicios y engarzar juego en la mediapunta con Giroud y Mbappé. Una incorporación de Lucas por la izquierda la terminó embocando Griezmann con un cabezazo de ciencia ficción. Lo de Lucas no era un centro, era un melonazo que fue convertido en un golazo con un fino giro de cabeza que sorprendió a Neuer.
Con el empate, Francia puso de nuevo a prueba la estabilidad alemana, cuestionada por sus últimos minutos en Holanda, donde recibió dos goles al final. De nuevo, un pase al espacio volvió a sacar los colores a Hummels, que vio como Matuidi le ganaba la carrera. En el cruce, el volante de la Juventus cayó, quizá porque pisó la bota del cuestionado central alemán. El colegiado señaló penalti y Griezmann también terminó por derrumbar a esta inconstante Alemania de Löw.
en su fútbol, fácilmente rebajado por un rival muy aplicado en el control de los espacios y de tiempo, inofensivo por contra en ataque, todavía necesitado de volantes capaces de cambiar el ritmo y de delanteros desequilibrantes, sin apenas conexiones con Icardi ni Dybala, sustituido a la hora de partido con Lautaro Martínez.
Los cambios avivaron la contienda, y hubo más ritmo, más faltas, más tarjetas, más llegadas y finalmente el gol de Miranda, que emborronó la buena tarea de meritorios como Pezzella, Paredes o Saravia y reconfortó a Neymar. El delantero impuso su determinación en un partido igualado, físico, lento y presidido por las interrupciones y las faltas tácticas, síntoma del equilibrio que presidía el duelo: 37 victorias por barba y 25 empates hasta que la balanza se decantó de momento a favor de Brasil cuando los equipos se apuntaban el 0-0. Y entonces apareció Neymar en un córner, la defensa albiceleste se quedó mirando y marcó de cabeza Miranda.