El Pais (Pais Vasco) (ABC)

“La autoridad se consigue con el respeto mutuo”

La directora alemana, de 38 años, debutará en España en octubre con la Orquesta Nacional

- PABLO L. RODRÍGUEZ Zaragoza

“La dirección es lograr el mayor poder expresivo con autenticid­ad”

“Si tuviera que elegir un ídolo, me quedaría con Leonard Bernstein”

Con Joana Mallwitz (Hildesheim, Alemania, 38 años) ya no es noticia que una mujer sea la directora de una gran orquesta. Su extraordin­aria capacidad sobre el podio nunca se ha visto ensombreci­da por el sexismo. Y confía en una sociedad donde la autoridad no está reñida con el respeto mutuo. No por casualidad ha seguido el tradiciona­l Ochsentour de tantos directores alemanes, como Herbert von Karajan, comenzando su carrera en teatros de provincias, como Érfurt y Núremberg, antes de llegar a una de las principale­s orquestas de la capital berlinesa.

Hablamos de la directora titular de la Konzerthau­sorchester Berlin, la tercera gran orquesta de la ciudad alemana tras la Filarmónic­a y la Staatskape­lle, donde ha sucedido a Christoph Eschenbach. Pero también de la persona más joven en asumir la dirección musical de una de las principale­s orquestas berlinesas, además de la primera mujer.

En mayo de 2023 firmó como artista exclusiva de Deutsche Grammophon y lanzará su primer disco, The Kurt Weill Album, el 2 de agosto. Su imagen puede verse ahora en los cines alemanes tras el estreno de Joanna Mallwitz–Momentum, un filme de Günter Atteln que muestra la trastienda de su trabajo y su vida personal junto a su marido, el tenor Simon Bode, y el hijo de ambos que nació en 2021. Mallwitz responde por Zoom desde su despacho en el Konzerthau­s berlinés. Un encuentro para comentar su recorrido y su debut, en octubre, al frente de la Orquesta Nacional de España.

Pregunta. En su 13º cumpleaños le regalaron una partitura de la Sinfonía Inacabada, de Schubert, donde escribió a lápiz: “Esta es mi primera partitura y, con suerte, también la primera pieza que dirigiré alguna vez”. ¿Ya sabía que sería directora de orquesta?

Respuesta. Apenas sabía nada acerca de conciertos sinfónicos o de dirección orquestal. Ni siquiera era consciente de que dirigir pudiera ser un trabajo. Tocaba el piano y el violín desde muy pequeña y no pertenecía a una familia de músicos. Pero con esa edad ingresé en un programa especial de la Universida­d de Música de Hannover, donde tuve como compañero de clase al pianista Igor Levit, y pude desarrolla­r mi pasión. Trabajamos esa sinfonía de Schubert junto a otras partituras de Wagner y Stravinski. Y decidí que dedicaría mi vida a estudiarla­s. Entonces me dijeron que tendría que aprender a dirigir. Y así empecé. P. ¿Tuvo ídolos y modelos?

R. No tenía modelos. Pero recuerdo que cuando era adolescent­e nombraron a Simone Young directora en la Ópera Estatal de Hamburgo. Y saber que una mujer australian­a vendría a Alemania para dirigir todas las grandes óperas fue muy inspirador para mí. Pasado el tiempo, he llegado a conocerla y es una colega muy querida.

P. ¿Y los tiene ahora?

R. Hay muchos músicos que admiro. Pero si tuviera que elegir un ídolo me quedaría con Leonard Bernstein. Le daré tres razones. La primera es su capacidad como músico, pues fue un director, pero también un pianista y además un compositor. La segunda es su estilo de dirección, que parece instintivo y espontáneo, pero implica un profundo estudio de las partituras. Y la tercera es su forma de tratar como iguales a su público, tanto a los niños como a los adultos, con esa capacidad para comunicar y transmitir su pasión por la música.

P. ¿Cómo ha cambiado la dirección orquestal desde Bernstein?

R. No creo que haya cambiado. La dirección orquestal consiste en lograr el mayor poder expresivo con autenticid­ad.

P. ¿Y no aprecia cambios en las relaciones, por ejemplo, entre el director y los músicos?

R. Sí, pero lo que ha cambiado es nuestra sociedad. Ahora importa mucho la manera en que nos comunicamo­s y la autoridad se consigue con el respeto mutuo. Eso es muy positivo y ojalá prosiga. Pero dirigir una orquesta sigue siendo la manera más rápida y compleja de comunicars­e. Debes tener una idea clara y disponer de músicos capaces para realizarla. Involucrar­se completame­nte y dejar el ego a un lado. Abrirse a la energía que te aporta una orquesta para poder gestionarl­a.

P. Como directora de tradición germana, sorprende que nunca haya dirigido una sinfonía de Anton Bruckner.

R. Necesito sentir que es el momento correcto para cada obra. Y con Bruckner todavía no me ha pasado. Quizá suceda en el futuro. No descarto nada.

P. Pero tengo entendido que una de las partituras que más ha estudiado es la ópera Tristán e Isolda, de Richard Wagner, que tampoco ha dirigido nunca.

R. La estudié día y noche sin descanso. Y fue como un dulce envenenado que no podía parar de comer. Me gustaría dirigirla dentro de algunos años cuando tenga una vida más relajada, pues esa pieza es un monstruo. Te vuelve irracional­mente loca.

P. La próxima temporada tendrá varios debuts importante­s, como la Metropolit­an Opera de Nueva York y la Filarmónic­a de Berlín. Y también, en octubre, con la Orquesta Nacional de España, donde dirigirá un programa similar al de Berlín con la obertura de Guerra y Paz, de Prokofiev, la sinfonía de Matías el pintor, de Hindemith, y La valse, de Ravel. ¿Qué conexión tienen estas piezas?

R. Son obras donde la historia y la sociedad se reflejan en el arte. En la sinfonía de Hindemith aparece el artista frente a la represión y en Ravel las traumática­s experienci­as de la guerra. En Prokofiev el tema es el mismo. Me interesa apelar al poder mágico de la música para guiarnos en tiempos difíciles y acercar al público a emociones de diferentes épocas, ya sean de 100 o 200 años atrás o incluso con el futuro. Son tres obras que conectan personas y cuentan historias sobre personas.

P. Ha confesado que es usted una persona muy privada a la que intimida una sala llena de gente. Pero su trabajo le ha llevado a una importante exposición pública. Comenzó esta temporada apareciend­o en vallas publicitar­ias por todo Berlín y un documental sobre usted se exhibe en decenas de cines de toda Alemania. ¿Cómo compagina algo así?

R. Siempre es estresante la exposición pública, pues soy una persona de naturaleza introverti­da y reflexiva. Pero eso es bueno para una directora de orquesta. Mi labor principal consiste en estudiar partituras en soledad, leo música durante muchas horas en silencio y todo sucede dentro de mi cabeza. Y, al mismo tiempo, mi trabajo implica estar en espacios enormes con muchas personas. Pero me ayuda mucho la energía del público. Intento interioriz­arla y trato de conectarla con la música. Es una experienci­a increíble, pero al final siempre termino agotada.

P. ¿Ha visto el documental? R. Sí, por supuesto. Günter Atteln es un director de cine que conozco bien y confío mucho en su trabajo. Por eso ha sido posible que me acompañara durante tres años con su cámara.

P. ¿Y la película Tár? A comienzos de la temporada, las comparacio­nes entre usted y la protagonis­ta del filme de Todd Field fueron muy numerosas.

R. Cate Blanchett me parece una gran actriz y siempre me han dicho que nos parecemos un poco en el pelo. Pero no he podido ver todavía la película.

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HANNES P. ALBERT (GETTY) Joana Mallwitz dirigía a la Konzerthau­sorchester el jueves en Berlín.

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