La tierra de lo imprevisible
Algunas cosas nunca cambian. Por ejemplo, la mala uva de Daniil Medvedev cada vez que pisa la tierra batida, superficie que le provoca alergia y que, con más frecuencia de la que a él le gustaría, también le saca da sus casillas. Sucedió ayer Montecarlo, donde se inclinó en la segunda ronda ante su compatriota Karen Khachanov (6-3 y 7-5). Antes de retirarse al vestuario hizo de las suyas: un raquetazo contra el muro del fondo y gritos contra el juez: “Ayer la pelota era mala, y se cantó buena; esta vez también ha sido mala... ¿Quién asume la responsabilidad? ¡Abre los malditos ojos!¡Haced algo!”.
Campeón el curso pasado en Roma, en una de esas carambolas difíciles de entender, no parece que esta temporada vaya a conseguir tampoco sobreponerse a un terreno que sencillamente le supera. Así que las posibilidades de que pueda presentarse en el próximo Roland Garros —a partir del 26 de mayo— como candidato real se antojan algo más que remotas. Él es, de alguna forma, uno de los pocos elementos más o menos previsibles que ofrece la actual gira de tierra masculina, porque todo lo demás está envuelto de una extraña atmósfera: de momento, Rafael Nadal no ha llegado a tiempo y su reaparición — si así sucede— es toda una incógnita, y los teóricos aspirantes bien desprenden dudas (Novak Djokovic), todavía no han desembarcado (Carlos Alcaraz) o bien no han demostrado todavía su pericia en arena (Jannik Sinner).
Sobre el papel, hoy por hoy sería Djokovic el que tendría todos los números para entronizarse otra vez, pero las circunstancias que rodean actualmente al serbio —citado hoy con De Miñaur tras imponerse ayer a Musetti por 7-5 y 6-3— lo sitúan en el plano de lo imprevisible. Al extraño rendimiento del primer trimestre le acompañan algunas declaraciones que marcan su estado actual. “Sinceramente, mis expectativas no son muy altas”, dice.
Y en la misma línea se expresa Sinner. Lanzado —24 triunfos en 25 partidos este ejercicio—, el joven italiano aún no domina un territorio en el que ha ofrecido indicios, pero en el que hasta ahora ha firmado resultados más bien discretos para un tenista de su potencial. Desbancó recientemente a Alcaraz como número dos y encara la gira como un desafío a sí mismo, confiado en adaptarse a los siempre exigentes códigos de un hábitat de mero paso en el calendario moderno. Superior ayer a Struff (6-2 y 6-2), se medirá esta tarde con Holger Rune (7-6(9), 3-6 y 7-6(2) a Dimitrov).