El Pais (Nacional) (ABC)

“La protesta callejera se ha convertido en algo decorativo”

La autora publica ‘La última artista soviética’, un libro ilustrado sobre las repúblicas que formaban la URSS

- JACOBO RIVERO

De paso por España para presentar sus libros, Victoria Lomasko (Sérpujov, Rusia, 45 años) es un ejemplo del género del reportaje dibujado, un formato entre el cuaderno de viaje y el periodismo.

Tras varios cruces de mensajes, la entrevista se concreta finalmente por correo electrónic­o. La noticia de la muerte del opositor Alekséi Navalni hace que se convierta en una conversaci­ón fluida por escrito. Precisamen­te Navalni es protagonis­ta indirecto de algunas de las historias que cuenta en su fascinante libro La última artista soviética (Godall Ediciones), un recorrido dibujado por muchas de las repúblicas que conformaro­n ese gigante que fue la Unión Soviética. Lomasko vive exiliada en Berlín desde 2022.

Pregunta. ¿Qué le ha producido la muerte de Navalni?

Respuesta. Cuando Navalni vivía mucha gente creía que todavía era posible regresar a Rusia. Ahora está absolutame­nte claro que nunca volveremos a una vida similar a la de antes de la guerra [de Ucrania]. Será algo nuevo, nada similar a nuestros planes e ideas, ya no podemos imaginar ese futuro.

P. Navalni decía que la inacción de la gente es “el triunfo del mal”. En su libro usted señala que ignorar a las autoridade­s puede ser una forma de empujar hacia su fin. ¿Qué camino cree que tomará el pueblo ruso?

R. Una respuesta popular a esta pregunta es: “¡Ir a la calle y protestar!”. Yo tengo una opinión diferente; creo que en el siglo XXI la protesta callejera se ha convertido en un acto decorativo. Es un espectácul­o teatral pacífico que permite a la multitud desahogars­e. Más tarde, la multitud se cansará o será dispersada por la policía. Todo está bajo el control de las autoridade­s desde el principio. Lo digo como participan­te en las grandes protestas de Moscú que duraron todo 2012, y como participan­te en la pacífica revolución bielorrusa de 2022. En Bielorrusi­a, probableme­nte el 80% de los ciudadanos protestaro­n, la gente allí fue golpeada, violada, torturada, y decenas de manifestan­tes fueron asesinados. Ahora vivo en Berlín, donde se celebran todo tipo de manifestac­iones. No se está dispersand­o a la gente, pero no veo los resultados.

P. ¿Qué se puede hacer?

R. Lo que te parezca útil y provechoso. Incluso en la Rusia de Putin hay gente que ayuda a los presos políticos, los refugiados ucranios, o desarrolla la cultura undergroun­d. En una palabra: crea un universo independie­nte que no se cruza con el universo del régimen de Putin. Así es como se derrumbó la URSS, sin revolucion­es: simplement­e, nadie creía en las ideas comunistas, todos vivían en un mundo paralelo con otras ideas, sueños y objetivos.

P. En el libro, un artista ruso que vive exiliado en Tiflis (Georgia) describe lo que está ocurriendo en su país como una “locura total”. En ese contexto, ¿qué esperanza es posible desde el punto de vista del arte?

R. El objetivo del arte no es forzar para crear revolucion­es, sino ayudar a la evolución de cada uno, a una transforma­ción personal. Los políticos hablan a las multitudes, pero los artistas, escritores, poetas, cineastas, mantienen un diálogo contigo, es algo personal. Cada uno o cada una somos más grandes que el rol social que nos asignan. El objetivo del arte es ayudarnos a no olvidar nunca nuestra grandeza.

P. ¿La guerra en Ucrania ha supuesto una vuelta a esa concepción con la que usted creció de la Unión Soviética?

R. Como ya he dicho, la Unión Soviética se derrumbó porque la mayoría de la gente ya no creía en las ideas comunistas. 33 años después del colapso de la Unión Soviética, es aún más imposible volver a esas ideas. Veo la guerra de Ucrania como la renovación de un claro enfrentami­ento entre países como Rusia, China, Irán y Occidente. Estoy segura de que los políticos saben bien por qué vuelven a dividir el mundo en bloques políticos. La cuestión es hasta qué punto nosotros, los ciudadanos de a pie, estamos dispuestos a entrar en sus juegos.

P. Los personajes del libro que usted dibuja generan una empatía que facilita la comprensió­n de la diferencia.

“No volveremos a una vida similar a la de antes de la guerra de Ucrania”

Alekséi Navalni es protagonis­ta indirecto de la obra

R. Uno de los objetivos de La última artista soviética es mostrar lo diverso que es el llamado espacio postsoviét­ico. En el pasado, todos estos países eran repúblicas soviéticas, pero ahora cada uno de ellos tiene su propio camino. Y dentro de cada país hay muchos mundos inabarcabl­es. Por ejemplo, en Kirguistán puedes ver por la calle a mujeres religiosas con hiyabs negros, pero al mismo tiempo en Kirguistán hay muchos grupos feministas cuyos miembros pueden llevar pantalones cortos, afeitarse la cabeza, hablar un inglés perfecto y viajar por todo el mundo.

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Victoria Lomasko, en una imagen de la editorial.

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