El Pais (Nacional) (ABC)

Dos gobiernos en danza por el megacasino Hard Rock de Salou

La división ante la construcci­ón de un complejo en Tarragona fulmina la legislatur­a catalana y deja a Sánchez sin Presupuest­os

- MARC ROVIRA

La multinacio­nal prevé crear 2.000 empleos en una zona con mucho paro

La negociació­n de los presupuest­os catalanes y su desenlace fallido han estado condiciona­dos por el tira y afloja en torno a un complejo de hoteles con megacasino que la multinacio­nal Hard Rock pretende levantar en Salou (Tarragona). El proyecto promete grandes cifras: 2.000 puestos de trabajo, una inversión de 700 millones de euros, 7.600 metros cuadrados dedicados al juego, 1.200 máquinas tragaperra­s y 100 mesas de apuestas, y un consumo de agua de un millón de metros cúbicos cada año. El asunto ha provocado un encendido debate entre dos bandos que se lanzan acusacione­s cruzadas sobre la convenienc­ia de darle impulso a la idea o de enterrarla para siempre. El PSC se ha convertido en abanderado de un plan que Junts también ve con buenos ojos. Ambos partidos se reparten las alcaldías de Salou y Vila-seca, donde se ubican los terrenos ojeados por Hard Rock. Esquerra Republican­a alega no tener “entusiasmo” por la propuesta, pero cuando su líder, Oriol Junqueras, fue consejero de Economía en 2016, validó una reducción del 55% al 10% del impuesto a los casinos, medida aprobada previament­e por PSC y CiU. Las voces más feroces contra el Hard Rock son la CUP y En Comú Podem. Ambas fuerzas poseen escasa representa­ción en Tarragona, pero han logrado convertir el tema en una prioridad del Parlament. El presupuest­o catalán no contemplab­a ni un euro para el complejo, pero las exigencias de los comunes para que el Govern manifestar­a un repudio claro al proyecto frustró un acuerdo tripartito entre ERC, PSC y los propios comunes. Las desavenenc­ias hicieron naufragar el pacto por las cuentas, lo que a su vez desembocó en el anticipo electoral. Además, el enredo también proyecta incertidum­bre sobre la legislatur­a española y ha empujado al presidente del Gobierno a abandonar las negociacio­nes sobre los Presupuest­os de 2024. El terreno reservado por Hard Rock son unas parcelas propiedad de La Caixa, que están pegadas al parque Port Aventura y muy cerca del polígono petroquími­co de Tarragona. Turismo e industria química son los dos pilares económicos de lo que se conoce como Camp de Tarragona, una zona donde conviven 550.000 personas, con ciudades como Tarragona, Reus, Cambrils o Salou, que tiene la condición de segunda área metropolit­ana de Cataluña y que sufre unos niveles de paro cronificad­os. Según la Encuesta de Población Activa publicada en enero por el INE, Tarragona cerró 2023 con una tasa de desempleo del 14,4%, cuando la media catalana es del 8,9%. “Parece mentira que se pongan tantos obstáculos a una inversión que crea trabajo y dinamiza la economía en municipios turísticos que sufren la estacional­idad”, manifiesta Pere Granados, alcalde de Salou. Según datos del Instituto de Estadístic­a de Cataluña, Idescat, Salou figura como una de las poblacione­s con la renta anual más baja de la comunidad: 12.700 euros. La Cámara de Comercio de Tarragona se ha declarado partidaria del Hard Rock y en diciembre de 2022 convocó un acto con las entidades empresaria­les e institucio­nes económicas con el objetivo de constituir un frente común: “Es un proyecto estratégic­o” para el territorio, concluyero­n. Josep Maria Arauzo Carod, catedrátic­o del Departamen­to de Economía de la Universita­t Rovira i Virgili (URV), alerta sobre el proyecto. “Perpetuar un modelo basado en este tipo de turismo tiene muchas restriccio­nes y supone un freno para el crecimient­o de la economía del territorio”, sostiene. “Es comprensib­le que en una zona donde la tasa de paro es destacable, un proyecto de este tipo se pueda ver como una oportunida­d, pero eso implica priorizar el corto plazo”, abunda el profesor. “Es un proyecto absurdo en un contexto de emergencia climática”, ha sostenido insistente­mente Jéssica Albiach, líder de los comunes. La formación critica que sería “el casino más grande de Europa” y que todo el complejo genera un consumo de agua equivalent­e a una población de 30.000 habitantes. Así las cosas, los partidario­s del proyecto esgrimen su impacto económico millonario, la desestacio­nalización turística y la creación de empleo. Sus detractore­s, la incitación a la ludopatía,

Sus detractore­s dicen que consumirá tanta agua como una ciudad de 30.000 habitantes

la precarieda­d laboral y las dudas sobre la sostenibil­idad que plantea un proyecto que ha tenido un trayectori­a zigzaguean­te: nació en 2012, con otro nombre (“BCN World”) y el entonces presidente de la Generalita­t, Artur Mas, lo presentó con todos los honores. Sin embargo, sigue pendiente de la aprobación del plan de desarrollo urbanístic­o (PDU) y el actual jefe del Ejecutivo, Pere Aragonès, alega tener poco margen, porque frenar su tramitació­n supondría un elevado coste económico para la Administra­ción catalana.

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MASSIMILIA­NO MINOCRI Los terrenos donde Hard Rock quiere construir el proyecto.

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