Ja Morant se asoma al precipicio
La estrella de los Grizzlies, en el ojo del huracán tras posar con una pistola, ve amenazada su meteórica carrera
Ja Morant decidió vivir en el alambre. Y su carrera deportiva, que ha experimentado un ascenso fulgurante desde su aterrizaje en el universo profesional hace solo cuatro años, puede sufrir las consecuencias. El base de los Memphis Grizzlies, que a sus 23 años es ya uno de los jugadores más determinantes de la NBA, se encuentra aislado del entorno deportivo de la franquicia. Una medida drástica pero considerada necesaria a raíz de su último escándalo.
En la madrugada del pasado sábado 4 de marzo, horas después de que su equipo fuese derrotado en Denver, Morant emitió un directo en su cuenta personal de Instagram, con más de ocho millones de seguidores, sosteniendo una pistola en un club de una zona nocturna. A lo largo del mismo sábado el joven base emitió —a través de su agencia, Tandem— un comunicado en el que pidió disculpas y sugería apartarse de la esfera pública para “aprender a lidiar mejor con el estrés”. De paso, los Grizzlies le apartaban. El revuelo ya es imparable.
Según el código de la NBA, a los jugadores no se les permite tener armas de fuego cuando se encuentran en espacios derivados de su profesión, circunstancia que incluye no solo lo obvio —los pabellones— sino también lugares asociados a la rutina de una franquicia NBA, es decir, los ligados a sus viajes. Incumplir esa normativa puede conllevar una inhabilitación de duración indefinida. La propia Liga ha abierto una investigación.
Para Morant, no es un hecho aislado. Y es que el jugador pareció entrar, desde el pasado verano, en una espiral descontrolada que ha dejado ya varios incidentes de alcance mediático. Según The Washington Post, hubo también un arma de fuego involucrada en un episodio, aún bajo estudio policial, que tuvo lugar el 26 de julio de 2022, semanas después de que Morant firmase con los Grizzlies un acuerdo contractual cuyas cifras le garantizarán unos 183 millones de euros en los próximos cinco años.
Aquel incidente se produjo durante un partido de baloncesto, de carácter amistoso y que mezclaba jugadores profesionales con amateurs, disputado en la mansión de Morant en Memphis. Uno de los participantes, menor de edad, denunció que el jugador le golpeó de forma violenta en más de 10 ocasiones tras un desencuentro, además de sostener que otra persona del entorno de Morant también le agredió. En cierto momento, Morant se alejó de la escena para volver con una pistola. El jugador de los Grizzlies prestó declaración a la
Memphis ha apartado a uno de los símbolos de la nueva era
policía tras una denuncia del joven, señalando que solo trató de defenderse.
Solo cuatro días antes de lo sucedido en aquel partido, un agente de seguridad denunció al jugador por otro suceso, esta vez producido en un centro comercial de Memphis, a causa de una discusión de la madre del jugador con un dependiente en una tienda de calzado. Tras el problema, Jamie, madre del jugador, llamó a su hijo, que apareció en pocos minutos acompañado de “al menos otras nueve personas”, según testimonios del denunciante al Post. Tras producirse una disputa verbal, el director de seguridad del centro comercial expuso que fue amenazado, que Morant y sus acompañantes se negaron a marcharse e incluso que uno de ellos llegó a golpearle en la cabeza.
Esta misma temporada, a finales de enero, Morant se vio involucrado en otro lance, esta vez tras un encuentro en Memphis ante Indiana. Según informó The Athletic, los Pacers denunciaron que su autobús fue apuntado por un láser, que sus responsables de seguridad identificaron como arma de fuego, desde una furgoneta en la que Morant se encontraba como pasajero. Aquello tuvo lugar después de un duelo en el que uno de los miembros del círculo íntimo de Morant, Devonte Pack, llegó a ser expulsado por irrumpir en la pista buscando confrontación con jugadores de los Pacers. Pack sería a posteriori sancionado durante un año sin poder asistir a partidos de los Grizzlies.
Con Morant en el ojo del huracán, tanto el jugador como la Liga se encuentran en una delicada tesitura. El primero, por los continuos incidentes que han ido devaluando su imagen pública. La segunda, por los efectos que podría tener una aún mayor deriva de los acontecimientos. No solo por el siniestro recuerdo del episodio vivido hace 13 años entre Gilbert Arenas y Javaris Crittenton, también con armas de fuego, sino por el daño global que genera que una de las caras de su nueva era, el sexto jugador de mayor impacto comercial de la competición y, en el fondo, uno de los grandes iconos para las generaciones que comienzan a prestar atención a la NBA, esté en el punto de mira por su comportamiento fuera de las pistas. El caso de Ja Morant pone a prueba la propia fortaleza del sistema.
Los continuos conflictos del base ponen en jaque el sistema de la NBA