Distintos modelos de oposición Regulacionista.
Abolicionismo. Suecia fue pionera en el camino de la abolición en 1999. Este modelo penaliza a los clientes, que en su caso pueden llegar a cumplir un año de cárcel. Francia se sumó en 2016 con una normativa que incluye multas económicas al que paga por tener relaciones sexuales. En Finlandia funciona un modelo que castiga al cliente solo si la prostituta es víctima de las redes de trata. La penalización de quienes pagan por mantener sexo se ha extendido también a Islandia, Sudáfrica, Canadá, Corea del Sur, Singapur o Irlanda del Norte.
En Holanda, la prostitución se considera un trabajo desde el año 2000. La ley obliga a los propietarios de los burdeles a pagar impuestos y la Seguridad Social de las prostitutas. Es el modelo que se da también en Alemania, que liberalizó la prostitución en 2002. El objetivo previsto era empoderar a las mujeres, que tuvieran mejores condiciones de trabajo o evitar que sean estigmatizadas. A falta de informes en profundidad, tanto el relator especial de Naciones Unidas sobre la trata de seres humanos como el Parlamento Europeo consideran que ese objetivo no se ha cumplido.
Alegal. En España la prostitución es alegal, aunque el Código Penal sí penaliza el proxenetismo y además existen distinas ordenanzas municipales que persiguen y multan tanto a clientes como a las mujeres. Este modelo también rige en Italia.
Prohibicionista. En Hungría la prostitución es ilegal. Se penaliza, sobre todo, a la mujer que ejerza en “zonas protegidas” y se enfrentan hasta a penas de cárcel. Para los clientes solo contempla sanciones si “acepta” los servicios de una menor.