Pekín da “gran importancia” al proyecto legal
La movilización no ha hecho variar la posición de Carrie Lam, la jefa del Ejecutivo hongkonés, que rechaza retirar la ley de extradición y no dudó ayer en calificar las protestas de “disturbios organizados”. Lam replica a los manifestantes que ya ha modificado el proyecto de ley en dos ocasiones y que, para extraditar a los sospechosos que reclame China, exigirá garantías a ese país. La solicitud de extradición no podrá tener motivaciones políticas ni religiosas, e incluso si los tribunales autorizan la entrega, el Gobierno de Hong Kong tendrá la última palabra al respecto.
Pekín, que apoya rotundamente la medida, asegura que otorga una “gran importancia” a la protección de los derechos humanos y al proyecto legal y acusa a “fuerzas extranjeras” de promover las protestas.
hacía converger el libre mercado con la plenitud democrática.
También desde el Tíbet y desde Xianjiang, regiones con personalidad propia, se observa con atención lo que sucede en Hong Kong. Desde la transferencia de soberanía, en 1997, ha ido asentándose e incluso creciendo el sentido de identidad hongkonesa, asimilable al estilo de vida libre y democrático, si bien también ha ido decreciendo el peso de su economía y su demografía en relación a la inmensa y poderosa China.
Las protestas de estos días también tienen sus efectos en Taiwán. El lema famoso, una sola China, dos sistemas, fue inventado para recuperar un día la isla separada. Es fácil la ecuación: si Pekín evolucionara hacia la democracia, esa China de nuevo unida estaría al alcance de la mano. Si