El declive del Arsenal, mal augurio para el Barça
Hace menos de un cuarto de siglo, el Arsenal estaba en la gloria. Arsène Wenger había conseguido tejer un equipo extraordinario que maravillaba con su fútbol ofensivo y que había hecho olvidar el burlón cántico de Boring, boring Arsenal con el que los hinchas rivales menospreciaban a un equipo que, sí, ganaba algunas Ligas, pero aburría soberanamente con el defensivo George Graham en el banquillo.
Con el cambio de siglo, Highbury disfrutaba con jugadores como Bergkamp, Henry, Vieira, Anelka, Overmars, Petit, Ljungberg, Pirès, Wiltord, Fábregas, Reyes, Van Persie… En aquellos años dorados, el Arsenal ganó tres Ligas y cuatro Copas entre 1998 y 2005, incluidos dos dobletes de Liga y Copa (1998 y 2002) y la gesta de conquistar invictos la Liga de 2004, algo que antes solo había conseguido otro equipo en Inglaterra: el Preston North End en la temporada 1888-89.
Todo ese cuento de hadas empezó a las semifinales de esa misma Liga Europa ante el Villarreal, acabó octavo en la Premier y este año ha tenido un comienzo catastrófico: tres derrotas consecutivas, cero goles a favor, nueve en contra, después de abrir la temporada perdiendo en casa del recién ascendido Brentford (2-0), ser arrollado por el Chelsea (0-2) y humillado por el Manchester City (5-0).
Muchos creen que el entrenador, Mikel Arteta, se juega su futuro el sábado ante el Norwich City, que llega al Emirates también con cero puntos, un gol a favor y 10 en contra. Pero todos saben que, al margen de los aciertos o errores de Arteta y del director de fútbol, Edu (dicen que han creado una plantilla descompensada, con demasiados veteranos, jugadores incompatibles entre sí, algunos demasiado caros…), el declive del Arsenal viene de lejos y se debe a su incapacidad por mantener a sus estrellas y competir en el mercado.
El Arsenal, sin embargo, tiene las cuentas