Rembrandt cobra vida en directo
El Rijksmuseum de Ámsterdam mete ‘La ronda de noche’ en una urna para que el visitante pueda observar cómo trabajan investigadores y restauradores Se tomarán fotografías de áreas cinco veces más finas que un cabello
“Siga la Operación La ronda de noche”, invita el Rijksmuseum, de Ámsterdam, que ha metido el famoso cuadro de Rembrandt en una urna transparente para que el público pueda ver en directo la mayor investigación y posterior restauración de su historia. La operación comenzó ayer y puede prolongarse al menos dos años. Demasiado tiempo para que una tela que atrae a millones de personas permanezca en el taller. “La ronda de noche es de todos y queremos compartir los hallazgos de esta empresa única”, dijo Taco Dibbits, director del museo.
Las primeras reacciones eran alentadoras: “¡Uaaa! Exclamaban unos escolares, que se acercaron con cierta timidez al cristal que mantiene al visitante a siete metros de tela, mientras escuchaban atentos las explicaciones sobre el trabajo ya en marcha. “Bueno, bueno, ¿y esto qué es?” decía una pareja, dando vueltas alrededor de escaparate donde 25 historiadores del arte, conservadores, fotógrafos e informáticos manejan equipos de alta precisión para observar los efectos del paso del tiempo en la técnica y los colores del artista.
Los trabajos podrán seguirse también por Internet. El lienzo ha sido despojado de su marco y está colgado en un caballete especial sujeto a la misma pared de la planta noble del Rijksmuseum, donde cuelga normalmente. Como la zona sigue abierta, para evitar que las vibraciones causadas por las pisadas del público estropeen las más de 12.500 fotografías de alta precisión previstas, la urna ha sido instalada sobre una tarima especial. Abierta por arriba, esta vitrina “no creará un microclima nocivo para el lienzo”, asegura Katrien Keune, responsable de la investigación científica y del análisis de las muestras de pintura.
Esta primera fase durará alrededor de un año y consistirá en “un estudio profundo del cuadro y sus pigmentos”. “Por la última restauración, de 1975, sabemos que hay cambios en la superficie de la pintura [hay puntos minúsculos blancos debidos al envejecimiento]. Ahora veremos dónde está el plomo y dónde el hierro de los colores, para abordar la conservación”, añade la especialista, mientras sus colegas se afanan con el escáner de rayos fluorescentes que permitirá llegar a todas las capas de óleo.
El aparato está montado sobre raíles, de modo que puede recorrer el cuadro sin tocarlo, y subir y bajar a lo largo y ancho de sus 3,79 por 4,53 metros. Sobre la misma plataforma se ha montado un microscopio y luego entrará en acción una cámara que tomará fotografías de alta resolución, capaz de hacer zoom en áreas cinco veces más finas que un cabello humano. También habrá imágenes en 3D y los terabytes de información recogida darán a los restauradores mayor conocimiento para abordar el trabajo de Rembrandt. “No es que vayamos a encontrar otra pintura debajo, pero sí información sobre las posturas de los personajes y los intervalos en que pintó el conjunto. Todo ello mejorará la restauración posterior”, explica Keune.
La ronda de noche ha sufrido cambios sorprendentes y hasta tres agresiones entre 1911 y 1990. Rembrandt la terminó en 1642 y retrata a la compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytenburg, los dos personajes principales del grupo de arcabuceros. El 1715 fue llevada desde la sede de esta guardia cívica al Ayuntamiento de Ámsterdam y, como no cabía en la sala prevista, la recortaron, sobre todo en la parte izquierda. “No sabemos dónde están los trozos. Ojalá aparecieran en algún desván”, suspira Katrien Keune. En 1911, fue atacada con un cuchillo, pero el daño no pasó del barniz. En 1939, antes de la invasión nazi, fue evacuada junto con otras 30.000 obras a un escondite en Maastricht (al sur del país) de donde regresó en 1945. Entre 1946 y 1947 se retiraron varias capas de barniz que amarilleaba y, cuando se evaluaba la posibilidad de una nueva restauración, un desequilibrado cortó 12 veces el lienzo con otro cuchillo. En 1990, le lanzaron ácido, pero, de nuevo, el barniz hizo de barrera.
“La historia del cuadro es muy rica y esta restauración es muy compleja. Esperamos ver el trabajo de Rembrandt como nunca, porque no dejó dibujos y lo más probable es que pintara los personajes por turnos. Pero el resultado es diferente de otros retratos de grupo, que parecen posar. Aquí están a punto de salir ronda [diurna, el oscurecimiento del barniz le adjudicó por error la nocturnidad]. El grupo transmite orgullo por su trabajo y movimiento. Algo que nadie había hecho antes”, según el director Dibbits. El escaparate de cristal ha sido diseñado por el arquitecto francés Jean Michel Wilmotte y el coste de esta primera fase de la operación ascenderá a tres millones de euros. El museo indica que el grueso del gasto será costeado por fondos privados y otros patrocinadores, entre los que destaca a la multinacional Azko Nobel.
“Veremos dónde está el plomo y el hierro de los colores”, dice una especialista