El Pais (Andalucia) (ABC)

El ‘jardín’ azul de Federer

El suizo, que aspira a su 100º título, suma 96 victorias en Melbourne y supera su plusmarca de triunfos en Wimbledon

- ALEJANDRO CIRIZA,

Admirador del juego de Stefan Edberg, Boris Becker y Pete Sampras, no hay mayor referente para Roger Federer que el legendario Rod Laver, hoy día un anciano risueño de 80 años que en su juventud conquistó 11 grandes —el Grand Slam dos veces, el único que lo ha conseguido— y cinco Copas Davis. Dice Federer que Laver, zurdo y australian­o, de Rockhampto­n, hubiera sido imparable de haber jugado en el tenis actual y que difícilmen­te él (7-6, 7-6 y 6-3 a Daniel Evans), Rafael Nadal o Novak Djokovic hubieran podido con el gran maestro, quien hace un año zanjaba en este periódico el recurrente debate sobre cuál de los dos es el mejor tenista de todos los tiempos: “Roger, sin duda: ¡Es asombroso!”.

El caso es que Federer, de 37 años, siempre ha sentido especial devoción por Laver y por eso entendió que no había mejor manera de homenajear­le que la de concederle su nombre a la exhibición que edificó hace dos años, la Laver Cup. Fue un primer paso porque ayer, contra Evans, le brindó otro. Con su triunfo, Federer inscribió la enésima plusmarca personal, alcanzando las 96 victorias en Melbourne después de 20 participac­iones; es decir, más que en ningún otro major, incluido Wimbledon, su jardín, donde el registro marca 95 en otras 20 ediciones. Al suizo, pues, no se le ha visto ganar más partidos en ningún sitio que en la casa del viejo ídolo.

Con 99 títulos, los fans de Federer (entre ellos Laver) consideran que en Australia puede alcanzar los tres dígitos, pero al mismo tiempo perciben con angustia el paso del tiempo y algunos indicios de que al de Basilea se le puede estar acabando la mecha. “Aún no sé cuándo ni dónde retirarme, pero sé que está muy cerca”, deslizó en el canal CNN justo antes de afrontar el torneo, “pero mientras tenga salud y siga divirtiénd­ome continuaré. Todavía queda un poco de Roger, de momento”, precisó acto seguido el suizo, que en la segunda mitad del curso pasado ofreció algunos indicios inquietant­es que algunos interpreta­n como la fase crepuscula­r.

En enero revalidó el título en Melbourne, pero luego, pese a intervenir a la carta, se desinfló en Wimbledon —caída en cuartos, contra Anderson, habiendo ido dos sets arriba—, se ahogó en los octavos de Nueva York —contra Millman, entonces 55 del mundo— y también se trastabill­ó en el Masters de Londres. Sin embargo, ahora dice tener buenas sensacione­s después de completar una buena pretempora­da y brillar en la Copa Hopman.

“Nunca me he divertido tanto en el circuito como ahora. Mi objetivo siempre fue jugar el máximo tiempo posible y lo sigue siendo ahora”, dijo hace unos días; “sé que la clave es estar preparado mentalment­e cuando lleguen las grandes citas”.

Tras el partido, Federer envió un mensaje a la organizaci­ón, al considerar que las pelotas son mejorables. “Son muy lentas, por la noche es difícil moverlas, aunque también creo que han hecho un gran trabajo para acelerar las pistas”, observó.

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/ GETTY Federer celebra la victoria.

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