El Pais (Andalucia) (ABC)

El bloqueo político fortalece la idea de otro referéndum en Reino Unido

- RAFA DE MIGUEL,

Era un propósito imposible, porque el rechazo de un buen número de diputados conservado­res al plan de Brexit de Theresa May nunca iba a transforma­rse en la deslealtad

Corbyn no tenía otra opción que tirar adelante con su moción de censura. La había anunciado como segura en los días previos a la votación del Brexit, y la descomunal derrota infligida anteayer por el Parlamento al plan de May fue el detonante. Pero tan claro estaba desde un principio que la moción no iba a prosperar, que apenas dos horas antes de que comenzara el debate, un grupo de 71 diputados laboristas reclamó a su líder que pensara ya en el siguiente paso y se dispusiera a apoyar un segundo referéndum.

“Debemos intentar acabar con este Gobierno, pero tanto ese propósito como la idea de forzar un adelanto electoral pueden resultar imposibles”, decían en un comunicado firmado por todos ellos. “Unámonos a los sindicatos, a los afiliados y a la mayoría de nuestros votantes en respaldar de un modo inequívoco la única opción lógica que puede ayudar al país a avanzar: devolver la palabra a la ciudadanía, en una votación que contemple la opción de permanecer en la UE y mantener el acuerdo que hoy tenemos”, exigieron.

El Partido Laborista —y el propio Corbyn lo admitió ayer varias veces en su intervenci­ón— se comprometi­ó en su congreso de Liverpool, en septiembre, a defender la idea de una nueva consulta sobre el Brexit si no conseguía provocar un adelanto electoral.

La dirección del partido no disimuló su irritación ante el momento elegido por esos diputados para presentar su carta. “A ninguno de ellos le importa la posibilida­d de acabar con un Gobierno tory”, expresó su irritación en la red social Twitter Joe Bradley, miembro del equipo de trabajo de Corbyn. Aunque poco después borró su comentario. extrema de apoyar la caída de su propio Gobierno. La moción de censura planteada a regañadien­tes por Jeremy Corbyn fue rechazada anoche por el Parlamento, por 325 votos frente a 306. May logró extraer fuerza de

Corbyn no descarta seguir presionand­o a May, a través de una cascada de iniciativa­s parlamenta­rias, antes de ceder a la idea de un segundo referéndum. “Bajo las convencion­es de esta Cámara, bajo cualquier precedente, la pérdida de la confianza [por el rechazo a su plan del Brexit] y del control de las finanzas [por la moción aprobada en días previos que bloqueó la capacidad del Gobierno de aumentar impuestos para gestionar la salida de la UE] supondría de inmediato que el Gobierno dimitiera. la debilidad de su adversario, y el laborista —agotado el intento de forzar nuevas elecciones— recibió de inmediato presiones de sus propias filas para que abandone su ambigüedad y apoye un nuevo referéndum.

Si un Gobierno es incapaz de impulsar sus propias leyes en el Parlamento, debe acudir a los ciudadanos y solicitar un nuevo mandato”, exigió Corbyn.

El debate mostró la debilidad del líder laborista, quien intentaba presentar casi a gritos sus argumentos frente a una bancada conservado­ra que no dejaba de abuchearle. En una estrategia concertada, los diputados tories intervenía­n para atacar al líder de la oposición. “El señor Corbyn ha dado argumentos importante­s, aunque no muy bien explicados.

Pero si son tan importante­s, ¿por qué sigue seis puntos por detrás del Partido Conservado­r en todas las encuestas? Porque es el líder más incompeten­te que ha tenido nunca la oposición”, le dijo Anna Soubry, quien paradójica­mente es una de las más firmes defensoras de la idea de un nuevo referéndum en las filas conservado­ras. Corbyn escuchó a los mismos que le habían presionado para que presentara la moción —los nacionalis­tas escoceses del SNP y los liberalesd­emócratas—— abogar por la celebració­n cuanto antes de una nueva consulta sobre el Brexit. Y sus votos, sumados a los del laborismo y un pequeño puñado de conservado­res, podrían dar alas a una moción en defensa del segundo referéndum.

Fue una jornada parlamenta­ria de alivio para May, quien vio cómo la presión, por unas horas, dejaba de estar sobre sus espaldas para colocarse sobre las de Corbyn. “Su liderazgo del Partido Laborista ha supuesto una traición de todo aquello que defendía esa formación, una traición a la vasta mayoría de sus diputados y una traición a millones de votantes laboristas decentes y patriotas”, le acusó May.

Pero si bien quedó clara la trampa en la que cayó el político laborista, al convertir un debate sobre el catastrófi­co fracaso del plan del Brexit de la primera ministra en una discusión sobre la capacidad de Corbyn para liderar Reino Unido, May no salió completame­nte ilesa. Los diputados de la oposición dieron poca credibilid­ad a su voluntad, expresada la noche anterior, de ten-

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