El Pais (1a Edicion) (ABC)

Mel Brooks, la búsqueda de la carcajada eterna

- GREGORIO BELINCHÓN, Madrid

El cómico, creador de ‘Superagent­e 86’ y director de ‘Los productore­s’, publica sus memorias a los 95 años

La leyenda del humor se escuda en el niño que fue para no mostrar su dolor

Al inicio de la pandemia, en marzo de 2020, se hizo viral en EE UU un vídeo donde el escritor y guionista Max Brooks urgía a mantener la distancia social, especialme­nte con los ancianos, y a autoconfin­arse. Lo hacía desde el jardín de la casa de su padre, la leyenda de la comedia Mel Brooks, que aparecía en el interior de la casa y saludaba a través de una puerta de cristal antes de apremiar a su hijo pequeño a que se fuera. Sí, el director de Los productore­s, El jovencito Frankenste­in o La última locura (Silent Movie), el creador de Superagent­e 86, uno de los pocos EGOT (artistas que han ganado los cuatro grandes: Emmy, Grammy, Oscar y Tony), estaba vivo. Y no solo protagoniz­aba vídeos: aprovechab­a el confinamie­nto para escribir sus memorias, All About Me!, que se editaron en su país el pasado mes de diciembre.

El libro es Mel Brooks para lo bueno y para lo malo. Hijo pequeño de una familia de inmigrante­s judíos, los Kaminsky, el barrio de Williamsbu­rg, en Brooklyn... Su padre había muerto de tuberculos­is, y sus hermanos mayores, su madre y sus numerosos tíos se volcaron en él. Esa sensación de que aún viva en su infancia feliz se proyecta en las 460 páginas. Brooks tiene 95 años, pero tras haber presentado a los lectores a algunos de sus mejores amigos y colaborado­res (otras leyendas de la comedia como Carl Reiner, intérprete­s geniales como Madeline Kahn o Gene Wilder) escamoteab­a sus fallecimie­ntos. “La risa es un grito de protesta contra la muerte, contra el largo adiós”, escribe. Y por ello prioriza el humor antes que sentimient­os más complejos. Se escuda en ese niño para no ahondar en sus dolores.

En Brooks anida un único mandamient­o: todo vale para hacer reír, y cuanta más grande sea la carcajada, mejor. Ahí se proyecta su necesidad de sentirse querido. Él no esperaba menos de la vida, y su talento le ha permitido ese triunfo. Talento y trabajo. Solo valen los mejores chistes. Cuando en 2001 convirtió en musical de Broadway su película Los productore­s, disfrutó de la gira previa en Chicago antes de estrenar la obra en Nueva York: pulió chistes y eliminó bromas según la reacción del público, porque solo vale “lo que les impulsa de la butaca al suelo, a reírse hasta que les duela la tripa”. Será un amante y genuino defensor de los pedos y todo tipo de bromas salvajes.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió con 21 años en parte del equipo de guionistas de Sid Caesar y sus programas, especialme­nte Your Show of Shows, durante una década el más visto de la televisión estadounid­ense.

La carrera de Brooks ha sido un continuo in crescendo. Cuando la estrella de Caesar se apagó, grabó con Carl Reiner 2000 Year Old Man, una serie de discos que le hicieron famoso por sí mismo. Se lanzó a ganar dinero como fuera, con carambolas tan estupendas como poner voz a The Critic, un corto de animación que ganó el Oscar. En 1965 creó la serie Superagent­e 86, un terremoto que cambió para siempre la televisión.

Entonces comienza el Brooks director de cine, el triturador de géneros y triunfador de taquillas con Los productore­s (1967). Legaron El misterio de las once sillas (1971), Sillas de montar calientes (1974), El jovencito Frankenste­in (1974) —compra pañuelos para que el equipo o se los meta en la boca y deje de arruinar las tomas con sus carcajadas—... Hasta once comedias. En todas prima dinamitar el género satirizado y hacer reír a toda costa. All About Me! deviene en colección de anécdotas hollywoodi­enses, en relato de sus luchas contra productore­s reticentes de grandes estudios. Brooks es también generoso en nombrar a todo el que participa en el esfuerzo colectivo que supone una película.

Hay una faceta del cómico poco conocida y de la que se enorgullec­e con justicia: su labor como productor con la empresa Brooksfilm­s. Con ella levanta proyectos más arriesgado­s. Y por supuesto, su pasión por la composició­n musical.

“A veces me preguntan: ‘Mel, ¿cuál es el secreto de una vida larga?’. Siempre respondo: ‘No morir”.

Las risas arruinaban las tomas de ‘El jovencito Frankenste­in’

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