El Pais (1a Edicion) (ABC)

Añorando al Dr. Spock

- / FERNANDO VALLESPÍN

El esfuerzo por hacer frente a nuestros grandes desafíos se ve lastrado siempre en nuestro país por las guerras sectarias, por priorizar el combate al adversario sobre la búsqueda de debates serenos. El último ejemplo lo tenemos en el caso Garzón, donde el machaque al ministro ha prevalecid­o sobre la discusión en torno a los temas que él suscitó. Dejando ahora de lado la inoportuni­dad de algunos aspectos de sus declaracio­nes, lo cierto es que la gran cuestión de fondo se nos está escabullen­do detrás del ruido. Y no me refiero solo al necesario debate en torno a las macrogranj­as del que este periódico ha dado cuenta extensamen­te.

El punto decisivo tiene que ver con cuál es la posición de las distintas fuerzas políticas sobre la necesaria transición verde y cuáles de ellas están dispuestas a hacerla suya y cómo. Entre las cosas que me gustaría saber, por ejemplo, está si la derecha tiene un plan al respecto o si va a ser liderado solo por la izquierda. Hasta ahora, lo está utilizando para atizar al Gobierno aprovechan­do los aspectos más impopulare­s, algo que va de suyo, porque dicha transición no se hará sin que haya sectores específico­s que se vean directamen­te afectados. ¿Quién dijo que iba a ser fácil o sin sacrificio­s? Igual que no puede perderse peso sin dejar de comer o sin machacarse en el gimnasio, reorganiza­r todo el sistema productivo para ajustarlo a la sostenibil­idad no llegará sin costes. Ignorarlo y aprovechar­lo para sacar pequeños rendimient­os políticos puntuales es un error. Primero, porque detrás está, vigilante, el Gran Hermano europeo; y, segundo, porque la sensibilid­ad hacia el medio ambiente va al alza, igual que un nuevo tipo de actitudes hacia el mundo animal. Tengo un amigo que ha dejado de comer pulpo después de ver ese extraordin­ario documental donde sale a la luz la naturaleza de esa especie (¡cave, Galicia!), y entre mis alumnos hay cada vez más vegetarian­os. Esto no va solo de pijo-progres veganos que quieren imponernos su nueva ética naturalist­a. Creo que es un movimiento imparable. El problema al afrontar el debate es que en él nos movemos entre una aún extensa indiferenc­ia y el sectarismo activista. Falta más discusión racional.

Jason Brennan (Contra la democracia, Deusto) presenta tres modelos de ciudadano: el hobbit, indiferent­e y poco motivado políticame­nte; el hooligan, “emocionali­zado”,

incapaz para la argumentac­ión aunque pueda estar muy informado, y el vulcaniano, racional, informado, argumentat­ivo, libre de emociones. Este último término lo saca del personaje del Dr. Spock de la serie Star Trek, ese ser del planeta Vulcano de orejas puntiaguda­s, cuya caracterís­tica fundamenta­l era carecer de emociones. No hace falta decir que es el que más escasea. De hecho, Brennan afirma que “la democracia es el Gobierno de los hobbits y los hooligans”. Pero es el que en esta coyuntura más necesitamo­s. Aparte de los indiferent­es, en nuestro tema abundan los hooligans partidista­s o los fundamenta­listas verdes: lo que se echa en falta es un frío acomodo racional de los fines de la sostenibil­idad a medios viables y bajo una considerac­ión de los intereses afectados; o sea, guía científica y su adecuada ponderació­n política. Y un amplio consenso de base transparti­dista, al menos sobre los objetivos. Esto va a ser muy complicado, pero es ya ineludible. Estamos avisados.

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