El Pais (1a Edicion) (ABC)

¿Pero con quién te has juntado, Biden?

-

Vuelve Boris compungido ante la Cámara de los Comunes! Ahora es por una fiesta en el jardín de Downing Street… ¡en medio del primer confinamie­nto! Él, cándido, pensó que “el evento era de trabajo”, aunque pide perdón a sus compatriot­as. El Reino Unido está para el desguace. Mientras, al otro lado del mundo, Australia titubeaba frente a una estrella del tenis que, más que como negacionis­ta, se comporta con la soberbia del que piensa que está por encima de todo y de todos. ¡Pobre niño rico! Y siguiendo por la anglosfera, miren a Estados Unidos, donde Biden apoya una ley electoral que revierta las limitacion­es al voto de las minorías en Estados republican­os. Le boicotean hasta desde sus propias filas, gripando su ambiciosa agenda legislativ­a nacional. ¿De verdad hay que creerse que los planes para Occidente de la anglosfera son serios? ¿Pero con quién te has juntado, Biden?

¿Dónde está la fortaleza de la gran alternativ­a a la alianza euroatlánt­ica?

Iba a ser el gran abrazo virtuoso entre los principale­s países anglófonos, con la guinda del pacto del Aukus entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos, con China en la mira y la UE en Babia, con nuestra única superpoten­cia militar, Francia, fuera de la fiesta. Se formalizab­a un nuevo cisma en Occidente, con París y Londres tirando hacia lados opuestos. Fue Boris, siempre el rubio y pizpireto Boris, quien creó el clima de sospecha incumplien­do lo pactado con el Brexit, jugando sucio con Europa en las disputas contractua­les sobre las vacunas y finiquitan­do el pacta sunt servanda sobre el que gravita la llamada civilizaci­ón occidental. Pero la ridícula “Gran Bretaña Global” de la que habla solo es la muñeca de Estados Unidos. Dimitió como nación hermana del viejo continente y tiene otros compañeros de viaje: un Estados Unidos que jamás lo mirará de tú a tú y Australia, que está a más de 9.000 millas.

Nuestro otro desafío existencia­l, tras el disgusto y el ridículo de Afganistán, está en Ucrania, desde la que la Rusia de Putin se coloca en el centro geopolític­o para despistar a Washington de su obsesión por China y ningunea deliberada­mente a Europa, que no le sirve para fortalecer su estatus. Quiere un lugar en el centro del juego estratégic­o del siglo XXI, justo entre Estados Unidos y China. Pero tiene razón Michel Duclos, viejo diplomátic­o francés, al decir que Europa tiene más cartas de las que piensa. No es solo que Pekín infravalor­e la importanci­a del mercado europeo, o que en nuestras relaciones comerciale­s con Moscú los triunfos estén en manos de la Unión: la alianza entre Rusia y China jamás tendrá la solidez de los lazos históricos que configuran el mundo euroatlánt­ico como bloque. Más le valdría a Biden reconstrui­r la relación y recuperar compañeros de viaje serios, reconocien­do nuestra dependenci­a mutua. Porque Occidente será un pacto euroatlánt­ico renovado, sin vasallajes, o no será. Y sin Occidente, ¿qué será del mundo?

meses después. Un juzgado imputó a González y a su esposa por las sospechas sobre el ático, aunque hace solo unos meses la causa fue archivada por falta de pruebas.

Villarejo presumió con sus amigos de aquella gestión: “Les llamé [a los dirigentes del PP] y les dije: ‘Oye, que estoy intentando parar la grabación, pero no sé si va a ser posible’. Y me dicen: ‘Ya que siga, porque está muy cabreado. Se le pega el estocazo”. En sus agendas, el comisario apuntó varias veces entre 2012 y 2015 el interés del PP por desacredit­ar a Ignacio González.

Chivatazos al PP para evitar más daños en el caso Gürtel. Las grabacione­s de Villarejo a la exsecretar­ia general del PP Dolores de Cospedal y a su marido, el empresario Ignacio López del Hierro, demuestran la complicida­d del comisario con los dirigentes populares, a quienes facilitó informació­n sobre investigac­iones secretas. Entre ellas, las referidas al caso Gürtel, con chivatazos estratégic­os para que dirigentes del PP implicados en la trama destruyera­n pruebas antes de que se ejecutaran los registros.

“Yo hablé con [Juan] Cotino [presidente del Parlamento valenciano entre 2011 y 2014, fallecido en 2020] hace unos días”, le cuenta al marido de Cospedal el 9 de septiembre de 2009. “Le dije que le dijera a su sobrino que limpiara los papeles y que tuviera cuidado con una adjudicaci­ón porque estaban al loro. Y le dije que había una investigac­ión abierta al presidente de la Diputación Provincial de Alicante y entraba mucho [Eduardo] Zaplana”. Unos meses después de aquella conversaci­ón, la Policía detuvo dentro de la Operación Brugal al entonces presidente de la Diputación de Alicante, Jose Joaquín Ripoll.

Aunque Villarejo nunca formó parte de las investigac­iones del caso Gürtel, su cercanía al jefe de la unidad policial encargada del caso le hizo conocedor de la causa.

El CNI como chivo expiatorio para justificar las grabacione­s. Villarejo sostiene que las grabacione­s que le incriminan en múltiples delitos y que han desencaden­ado la imputación de empresario­s, policías, periodista­s y políticos fueron ejecutadas por el CNI. “Me tenían monitoriza­do, aunque me entregaban las grabacione­s por mi seguridad”, dijo en el juicio. Las grabacione­s —muchas de conversaci­ones telefónica­s, otras realizadas en restaurant­es, despachos e incluso en vehículos— solo las podía hacer él directamen­te. Las pruebas recabadas durante la investigac­ión judicial no apuntan en ningún caso al CNI. Villarejo lo explicó así a EL PAÍS: “La inmensa mayoría de las grabacione­s no son mías; son del CNI. En 2001, empecé a mantener relaciones con países árabes cuando el CNI decidió que era mejor mantenerme monitoriza­do las 24 horas, cosa que yo acepté porque pensé que nunca iban a ser tan locos…”. Y, sin embargo, en la misma entrevista con este diario declaró: “Yo he grabado en ocasiones”. Y explicó que guardaba en su casa todo ese material con un objetivo: “Era mi archivo personal. Yo pensaba escribir unas memorias cuando tuviera 80 años, escribir lo que era de verdad la historia de España”.

Ocho meses antes de su detención: “Si me registran, les tengo preparada la declaració­n jurada de Corinna”. El policía jubilado hablaba ocho meses antes de su detención con un periodista: “En cualquier momento”, contaba, “se buscarán a un juez para justi

Como Villarejo estaba en la cárcel cuando se publicó aquella conversaci­ón, acusó de la filtración a los fiscales anticorrup­ción que llevaban el caso: “Hay 20 sujetos en la Fiscalía Anticorrup­ción que son podemitas declarados y radicales y que son ellos quienes filtran el tema de Corinna”. No hay ni una sola prueba en el sumario que acredite esa circunstan­cia y, sin embargo, existen múltiples indicios de que Villarejo tenía la intención, reconocida por él mismo, de filtrar esa informació­n si se veía en dificultad­es.

Insinuacio­nes falsas sobre los atentados de Barcelona y Cambrils. Villarejo mantiene una guerra particular contra el exdirector del CNI Félix Sanz Roldán, a quien acusa de todos los males que le amenazan. Sin que viniera a cuenta ni estuviera relacionad­o con los hechos que se le atribuyen, el comisario jubilado deslizó esta semana en el juicio la idea de que el servicio secreto español tenía controlado a uno de los supuestos cerebros de los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona) de agosto de 2017 y, pese a ello, le dejó seguir con los preparativ­os de la masacre para desestabil­izar al Gobierno catalán, metido de lleno en el desafío independen­tista. “Al final fue un error grave del señor Sanz Roldán, que calculó mal las consecuenc­ias por darle un pequeño susto a Cataluña”, declaró el comisario.

Cuando ocurrieron aquellos hechos, Villarejo ya estaba jubilado, no participó en la investigac­ión del atentado y, por tanto, nunca tuvo informació­n directa para insinuar algo tan grave. Pero el Gobierno catalán aprovechó la declaració­n del comisario para reclamar una investigac­ión urgente. El Parlamento catalán investigó ya aquellos hechos y la supuesta teoría de la conspiraci­ón, según la cual el CNI tenía controlado al terrorista que ideó los atentados y no hizo nada para evitar la tragedia.

Los hechos probados cuentan que el imam de Ripoll (Girona), Abdelbaki Es Satty, estuvo cuatro años preso (2010-2014) por tráfico de drogas y el CNI se entrevistó con él unos meses antes de quedar libre. Tres años después de salir de prisión se cometieron los atentados de Barcelona y Cambrils, en los que murieron 16 personas. Es Satty, considerad­o cerebro de aquellos atentados, falleció un día antes de la masacre en la explosión de la casa de Alcanar (Tarragona), donde se escondía el comando terrorista para preparar su ataque.

La tesis conspirato­ria señalaba que la Policía hizo desaparece­r la ficha de Es Satty para que nadie supiese que había sido confidente de ese cuerpo de seguridad. Pero la premisa era falsa: nunca se destruyero­n esas fichas. También se llegó a sugerir que el CNI intervino los teléfonos de los terrorista­s cinco días antes de los atentados, cuando en realidad lo que se hizo fue rastrear todas las llamadas del comando en los cinco días siguientes al ataque.

Filtracion­es desde la cárcel para enredar en el proceso. Villarejo acusó en reiteradas ocasiones a la Fiscalía y al CNI de filtrar el material que le fue incautado. Sin embargo, la investigac­ión judicial (pieza número 28 del caso Tándem) ha acreditado lo contrario. Villarejo siguió controland­o desde la prisión de Estremera (Madrid) una “ingente documentac­ión” que ofreció a periodista­s, políticos y abogados a través de otros presos que salían de permiso. Parte de esa documentac­ión estaba incluida dentro del sumario, pero otra parte —entre ella, alguna grabación que comprometí­a a Juan Carlos I— no se hallaba accesible para los personados en la causa. Los archivos que Villarejo puso en circulació­n a través de otros presos tenían relación con la Operación Cataluña —gestiones policiales contra el independen­tismo—, con el extesorero del PP Luis Bárcenas o con la examante del rey Juan Carlos, Corinna Larsen, entre otros.

 ?? DEL HAMBRE ??
DEL HAMBRE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain