Un gigantesco albergue entre dos países
El puente fronterizo Rodolfo Robles, entre Guatemala y México, se ha convertido en un campo de refugiados. “Ha sido una noche dura, hizo mucho frío, pero espero que ya pronto nos dejen pasar”, decía Alba Soriana, de 26 años, mientras se acercaba a una camioneta a primera hora de ayer para recibir agua y comida de voluntarios guatemaltecos. El grueso de la caravana de migrantes centroamericanos —principalmente hondureños— durmió sobre el pavimento, en casas de campaña improvisadas, recostados en sábanas y mantas que los resguardan de la lluvia por la noche y del intenso sol por la mañana.
El paso fronterizo, uno de los dos que conectan Tecún Umán con CiudadHidalgo en México, está colapsado por los cerca de 4.000 migrantes —algunas fuentes elevan la cifra a 10.000— que buscan llegar a EE UU en la caravana que partió el pasado día 13 de la ciudad hondureña de San Pedro Sula. Los presidentes de Guatemala, Jimmy Morales, y Honduras, Juan Orlando Hernández, hablaron por teléfono con su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, para definir un plan pa- ra “asistencia humanitaria y retorno ordenado” de los inmigrantes, según informó ayer el Gobierno guatemalteco a través de Twitter. La noche del viernes, Peña Nieto advirtió de que los centroamericanos que deseen cruzar la frontera hacia México solo podrán hacerlo si cuentan con un visado. Las solicitudes de refugio y de tránsito en la frontera avanzan a paso lento.
Peña Nieto condenó el intento de algunos migrantes de llegar a México por la fuerza el viernes, cuando se enfrentaron a 400 policías federales que el Gobierno mexicano en- vió para reforzar la seguridad en la frontera.
Entre la noche del viernes y la mañana de ayer partieron 10 autobuses de la Policía Nacional y otro más del Ejército. “Son grupos de 20, 30, hasta 40 personas, dependiendo de si vienen niños”, explicó un funcionario de migración.