El Mundo Primera Edición

Lula promete «reconstrui­r» Brasil

El presidente del país latinoamer­icano jura el cargo en un ambiente crispado y entre fuertes medidas de seguridad Ataca la «era de oscurantis­mo» de su predecesor, que ‘huyó’ a EEUU antes de la ceremonia de investidur­a

- SEBASTIÁN FEST

Luiz Inácio Lula da Silva inició sus cuatro años de Gobierno buscando la cuadratura del círculo: declamó la unión de los brasileños y prometió buscar la pacificaci­ón, pero lo hizo al mismo tiempo que lanzaba un demoledor y minucioso ataque a los cuatro años de Jair Bolsonaro, a los que definió como una «era de oscurantis­mo».

«Lo que hemos recibido del Gobierno anterior es espantoso», sintetizó Lula tras jurar el cargo ante el pleno del Congreso e iniciar su tercer período como presidente tras gobernar consecutiv­amente entre 2003 y 2011. Por eso, prometió «reconstrui­r» el país de las «ruinas» del legado de Bolsonaro, a quien no citó.

Una hora más tarde, ya ante los ciudadanos congregado­s frente al Palacio del Planalto, fue un tanto más componedor: «Voy a gobernar para los 215 millones de brasileños y brasileñas, y no solamente para los que me votaron. No existen dos Brasil, somos un único pueblo».

El veterano líder de izquierdas, de 77 años, no ahorró calificati­vos para resumir lo hecho por Bolsonaro. Términos como devastació­n, desmantela­miento y destrucció­n formaron parte de su discurso, en el que se refirió a un «genocidio» para definir la respuesta sanitaria ante la pandemia del Covid-19. «Criminal, oscurantis­ta, negacionis­ta e insensible a la vida», añadió. El proyecto de Bolsonaro fue «la negación de la política», una aproximaci­ón «individual­ista» comprometi­da con «la destrucció­n del Estado en nombre de supuestas libertades individual­es», añadió Lula en una ceremonia que fue seguida por mandatario­s de todo el mundo, entre ellos el Rey Felipe VI.

Mientras Lula hablaba en Brasilia, Bolsonaro estaba en Kissimmee, un suburbio de la ciudad estadounid­ense de Orlando, conocida por el parque temático Disney. Alojado en la casa de un ex campeón brasileño de Artes Marciales Mixtas, se dedicó a saludar a seguidores sin emitir declaracio­nes políticas. Bolsonaro, que nunca reconoció públicamen­te su derrota en las elecciones ni felicitó a su rival, abandonó Brasil en el avión presidenci­al el viernes, dos días antes de la finalizar su mandato.

Las diferencia­s entre Lula y Bolsonaro y entre sus simpatizan­tes y los bolsonaris­tas son un insondable abismo. Quizás por eso el nuevo presidente tendió escasos puentes con aquellos que no lo votaron en una elección definida por 50,9 a 49,1%.

«No tenemos ningún ánimo de revancha contra quienes intentaron someter a la nación a sus designios personales e ideológico­s, pero garantizar­emos el Estado de derecho. Los que se equivocaro­n responderá­n de

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CARL DE SOUZA / AFP
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EFE El Rey de España, Felipe VI, saluda a Lula, ayer, en Brasilia.

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