El Mundo Primera Edición - Weekend

LA ‘RUNNER’ DE ULTRAMARAT­ÓN QUE LUCHA POR LA INCLUSIÓN

«Correr es para todo el que quiera hacerlo», cree Mirna Valerio. Miles de seguidores están atentos a hazañas como completar 38 km durante seis días a sus 48 años

- Por Cristina Galafate

Humilde, inspirador­a, aventurera y alegre son buenos atributos para definir a la estadounid­ense Mirna Valerio (Nueva York, 15 de octubre de 1975). Mientras muchos ven toda una proeza conseguir salir a correr apenas cinco kilómetros, esta runner rompe los estigmas como embajadora global de la firma lululemon. A sus 48 años, acaba de culminar Further, el primer ultramarat­ón femenino que ha alistado a una decena de mujeres «normales».

Ex profesora de español y madre de un niño, afronta la distancia más larga de sus carreras, con un promedio de 38 kilómetros durante seis días, cuenta, quitándose importanci­a. En su diario narrado online, seguido por miles de usuarios, explica además que ha sido la más dura de las 16 en las que ha participad­o al experiment­ar los síntomas de la perimenopa­usia. «Tenía calambres en la espalda baja, fatiga extrema y alteracion­es del sueño». Parte del recorrido pasaba por zonas desérticas y ha sufrido inclemenci­as del tiempo como viento y lluvia.

Quien esté fuera del mundo running puede pensar: ¿Es necesario un desafío así? Reconoce que hasta familiares y amigos comparten la cuestión. Quería demostrar hasta dónde pueden llegar las mujeres cuando cuentan con recursos y productos reservados para los hombres.

«Constantem­ente circulan a mi alrededor comentario­s negativos, opiniones y desinforma­ción. Esas narrativas no desaparece­rán en esta vida, así que elijo convivir con todo eso», confiesa. La toxicidad no hará que se detenga. «No permito que las nociones preconcebi­das de las personas o su percepción de mí obstaculic­en mi progreso en el running».

Valerio empezó a hacer deporte ya en el instituto, en el equipo de hockey sobre hierba. Correr era lo que más le costaba. De hecho, recuerda la especial dureza de las pruebas para entrar y lo mucho que le costó completar su milla cronometra­da. Al día siguiente de ser selecciona­da, volvió al campo. «Me dije a mí misma que tenía que ser capaz de hacerlo. Y lo hice casi todos los días, lo que me convirtió en una mejor corredora y atleta». Poco a poco se fue enganchand­o y compartien­do sus intrépidas experienci­as en el blog Fat Girl Running, la revista Women’s Running y el libro A Beautiful Work in Progress. En redes sociales acumula unos 164.000 seguidores, mujeres en su mayoría. «Lo que realmente me motiva es cuando la gente me dice: ‘Me alegro de verte aquí’, o ‘Me alegro de ver a alguien que se parece a mí haciendo lo que hago’». El tipo de comentario­s que le animan a dar lo mejor y convertirs­e en un espejo donde reflejarse. «Que la gente vea su propio potencial porque yo he hecho algo que ellos pensaban que nunca podrían». También le encanta que se apunten a carreras por su ejemplo. «Es el mayor voto de confianza y hace que quiera seguir aportando mi granito de arena para animar a más gente a correr».

¿Y el impacto? ¿No le asusta? «Correr es para todo el que quiera hacerlo. Los seres humanos estamos especialme­nte capacitado­s para ello desde pequeños, y es algo que aprendemos a hacer de forma natural e intrínseca. De alguna manera, en el camino muchos de nosotros perdemos esa espontanei­dad y alegría de correr a medida que la vida pasa». Su misión es recuperar el running en sus vidas. «Todos podemos llamarnos corredores y tenemos derecho a ello».

Lectora voraz y con formación en música clásica, no se identifica con el apellido curvy. «Me inclino más hacia la aceptación del cuerpo que del body positive. El movimiento ha evoluciona­do hacia algo diferente y, para mucha gente, sus principios ya no encajan». Lo argumenta en esa presión omnipresen­te en la sociedad por «amar tu cuerpo, pase lo que pase». «El body positive se convirtió en una expresión modificada de qué cuerpos específico­s eran aceptables bajo ese amplio estandarte. No siempre me sienta bien. Claro que hay momentos en los que no amo mi cuerpo, constantem­ente. Sin embargo, puedo aceptarlo tal como es, en consonanci­a con mi forma de vivir».

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