El Mundo Nacional

PARÍS SE BLINDA PARA EXHIBIR SU HORA DORADA

La capital francesa acogerá la primera ceremonia olímpica fuera de un estadio bajo un dispositiv­o de seguridad sin precedente­s

- RAQUEL VILLAÉCIJA

La llama olímpica y la luz. Será a partir de las siete y media de la tarde, en la hora dorada, el momento en el que el cielo de París mejor explota sus colores, cuando la luz y el Sena hagan su magia. Atletas de todo el mundo comenzarán a desfilar en barcos y a cielo abierto por el río, símbolo del corazón de la vieja Europa. A lo largo de seis kilómetros, y a través de 17 puentes, recorrerán el París más sublime: Notre Dame, el Museo del Louvre, la Asamblea Nacional, la plaza de la Concordia,

los Inválidos, el Jardín de Tullerías y, cuando el sol ya haya caído, el lugar más emblemátic­o de todos: la Torre Eiffel.

Si no lo estropea el tiempo, según los cálculos de la organizaci­ón habrá dos tercios de luz natural al atardecer. La hora elegida, los tiempos y el escenario: nadie como Francia sabe exhibir mejor la belleza. Tratará de clavarlo en esta ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, los terceros que celebra ( junto a Londres, es la única ciudad con triplete) tras los de 1900 y 1924. El Sena, que se ha limpiado y volverá a ser apto para el baño, una de las herencias olímpicas, será el hilo conductor de un espectácul­o que durará tres horas y 45 minutos. Es el primero que se celebra fuera de un estadio, en el corazón de una ciudad. Francia aspira a que sea la más espectacul­ar que se ha visto en la historia olímpica. París puede lograrlo.

La ciudad vive desde ayer una especie de calma tensa. Hay silencio, emoción contenida. No se respira un gran fervor en las calles, también hay inquietud por la seguridad. Hoy París es un niño la noche antes de que lleguen los Reyes Magos.

El espectácul­o dará pasó al deporte, pero para un país como Francia, que da tanta importanci­a a la simbología, la tradición y la historia, este arranque es clave para poder festejar todo lo demás. El espectácul­o está cronometra­do y medido al segundo. Ha sido diseñado por Thomas Jolly, su director de orquesta, junto con la escritora Leïla Slimane y el historiado­r Patrick Boucheron.

En las Riberas del Sena, en las gradas instaladas, lo verán unas 320.000 personas y otras 50.000 en las fan zone. Se conocen algunos detalles. El evento tendrá el ADN de Francia: su pulsión revolucion­aria, esa promesa de igualdad y fraternida­d y el reflejo de su diversidad. Habrá un recorrido por la historia, pero será también una ceremonia de 2024. Participar­án decenas de jefes de Estado, entre ellos los Reyes de España. El primer barco en zarpar por el Sena será el griego, como marca la tradición, y el último será el anfitrión. El colofón será en la Plaza de Trocadero, con la Torre Eiffel al anochecer.

Habrá bailarines, Marsellesa, varias composicio­nes visuales que se proyectará­n en pantallas a lo largo del recorrido, y se han filtrado algunos de los momentos clave: si no hay sorpresas, Lady Gaga abrirá la actuación, Céline Dion cerrará con el Himno al amor de Edit Piaf y Aya Nakamura versionará La Bohème, de Charles Aznavour. Quién será el deportista encargado de llevar el último tramo de la antorcha y encender el pebetero olímpico es aún una incógnita. Será en el jardín de Tullerías. Se ha hablado del ex futbolista marsellés Zinedine Zidane, de los más apreciados en Francia, o de la ex atleta Marie-José Pérec, oro olímpico. Otro de los secretos es lo que ocurra justo en la Torre Eiffel, al final del acto.

Se ha creado una burbuja se seguridad para proteger este momento. Se han confinado las riberas del Sena, inncesible­s desde hace una semana y hoy blindadas. Se cerrará el espacio aéreo durante la ceremonia en un radio de 150 kilómetros, y ningún avión podrá aterrizar en los aeropuerto­s parisinos. El ejército lleva semanas revisando las aguas del río, cerrado a la navegación, y se bloqueará parte del periférico, que se reservará al transporte de los atletas.

Desde hace meses se trabaja en este dispositiv­o, el más grande desplegado en la capital y el mayor quebradero de cabeza de cara a este acto: Hay 45.000 agentes, entre policías, gendarmes, seguridad privada, militares y policía extranjera. Había un plan B, e incluso un C, en caso de ataque inminente (que de momento no se han tenido que activar) aunque mucho menos espectacul­ares que el escenario del Sena al atardecer.

en la modalidad que yo quería y pensé en dejar el piragüismo. Sólo tenía 21 años, pero pensé que tenía que dejarme de grises: o me retiraba o me metía por completo, a por todas. Y me puse como un robot, todos los entrenamie­ntos perfectos, los descansos, las comidas… Empecé a ganar en una prueba que no era la mía, me clasifiqué para los Juegos a última hora en la repesca y saqué el oro. P. El piragüismo nunca falla.

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