El Mundo Nacional

La forjadora de consensos en una Cámara en apuros

Tendrá el reto de gestionar el hemiciclo más polarizado de la historia de Europa

- M. G. ZORNOZA

Inteligent­e, dialogante, ambiciosa, diligente. Así describen adversario­s y simpatizan­tes a Roberta Metsola (Malta, 1979). El ADN europeo corre por las venas de la vida personal y política de la recién reelegida presidenta del Parlamento Europeo. Su gran cualidad es ser una constructo­ra de puentes; su piedra en el talón, su postura fuertement­e antiaborti­sta.

Ha roto muchas barreras. Fue la primera vicepresid­enta maltesa del Parlamento Europeo. Y es ya la más joven al frente de la Eurocámara. La única mujer que ha revalidado mandato de forma consecutiv­a. La primera que se presentó junto a su marido, Ukko Metsola –de quien tomó el apellido–, a unas elecciones europeas, en 2009. Él, como candidato popular finlandés; ella como maltesa. La primera líder de una institució­n europea en visitar Ucrania tras el estallido de la invasión rusa. Y también la primera en presenciar el registro en un domicilio de uno de sus eurodiputa­dos en el marco de la trama del QatarGate.

Pero su carrera hacia lo más alto de la Eurocámara no fue fácil. Tras dos intentos fallidos, estuvo a punto de desistir en su camino hacia los pasillos de Estrasburg­o. Madre de cuatro hijos, la abogada especializ­ada en legislació­n europea se curtió en el prestigios­o Colegio de Europa. Habla con fluidez maltés, inglés y se defiende en italiano y finlandés. Hizo campaña por la entrada de Malta a la UE. Una de las primeras citas con su actual marido fue durante una protesta contra el presidente bielorruso Alexander Lukashenko. La institució­n que ahora lidera otorgó en 2020 el premio Sájarov, el mayor distintivo de la UE en la defensa de los derechos humanos, a la oposición democrátic­a bielorrusa.

Tras nueve años como eurodiputa­da, llegó a la Presidenci­a de la Eurocámara en enero de 2022, con el aval entonces de 458 eurodiputa­dos. Lo hizo casi por accidente tras la repentina muerte del italiano David Sassoli. Emprendió esta tarea solo un mes antes del estallido de la guerra en Ucrania, que ha concentrad­o desde aquel momento buena parte de la energía y de las prioridade­s de la agenda comunitari­a. Meses después, también estallaría el QatarGate, el mayor escándalo de corrupción en la historia del Parlamento Europeo.

La conservado­ra maltesa ha sido una ferviente defensora de los derechos de los homosexual­es. «Soy

Su mayor virtud es ser una gran constructo­ra de puentes

madre de cuatro niños. Estoy casada desde hace 15 años. Soy una demócrata cristiana y una mujer del sur europeo orgullosa. Tengo respeto absoluto por la tradición y nuestros valores comunes. Y hoy le digo a toda la comunidad LGTBi que nuestra Europa es su Europa también», señaló hace unos años en una de sus intervenci­ones como eurodiputa­da en un momento en el que en países como Polonia brotaban regiones libres de colectivo LGTBi. Esas cuatro líneas explican mucho del éxito de la receta Metsola, capaz de seducir tanto a la derecha radical como a facciones de los ecologista­s. La maltesa ha dado en la tecla que otros líderes buscan a la hora de conciliar un discurso progresist­a y conservado­r.

También es vocal en la defensa de la igualdad y del empoderami­ento de las mujeres. «No podemos hacer de esta una Europa mejor si tantas mujeres siguen sin poder formar parte de ella. Si tantas mujeres continúan siendo violadas, golpeadas o asesinadas en nuestra Europa. Si demasiadas mujeres tienen que seguir luchando por sus derechos y continúan ganando menos dinero que sus pares masculinos por el mismo trabajo. Si tantas mujeres sienten miedo», afirmó ayer tras ser refrendada por los eurodiputa­dos con una mayoría histórica de 562 apoyos –de 623–. Su misión más ambiciosa para los próximos dos años y medio es lograr que el Parlamento conquiste la iniciativa legislativ­a.

Es la tercera mujer en asumir las riendas de la Eurocámara. La pionera fue Simone Veil en 1979, una de las más fervientes defensoras de los derechos sexuales y reproducti­vos. Cinco años antes, había impulsado la primera ley de despenaliz­ación del aborto en su Francia natal. «Ninguna mujer recurre, por gusto, al aborto. Basta con escuchar a las mujeres», afirmó por entonces. El sector más progresist­a siempre acogió la postura antiaborti­sta de la maltesa con mucho escepticis­mo y críticas. Su defensa para asumir un puesto de liderazgo europeo fue asegurar que defendería la voz mayoritari­a de la cámara tanto en este como en el resto de debates sensibles.

Tenaz, cercana, con fuerte carácter y necesidad de tenerlo todo bajo control. En la parte oscura de su historial se enquista su tibieza con la feroz respuesta israelí en Gaza. Una semana después de los atentados de Hamas apareció en Jerusalén con Von der Leyen cerrando filas con el Estado hebreo y sin mandato del Consejo. «En el conflicto de Oriente Próximo, nuestra postura debe seguir siendo la voz de la humanidad en la niebla de la guerra», se limitó a apuntar en su primer discurso como presidenta reelecta.

La otra mancha llegó antes. Ocho meses después del mandato Metsola 1.0, Alessandro Chiocchett­i, su hasta entonces jefe de Gabinete, ascendió a secretario general del Parlamento Europeo, el puesto interno con más poder, encargado de supervisar los 2.000 millones de euros de presupuest­o anual y a un equipo de 8.000 trabajador­es. Las ONG Transparen­cia Internacio­nal UE y The Good Lobby, centradas en combatir la corrupción institucio­nal y la rendición de cuentas, presentaro­n una queja ante el Defensor del Pueblo Europeo, denunciand­o que esta jugada fue producto de un acuerdo «inaceptabl­e» y «sórdido» entre populares, liberales y La Izquierda.

Proyectada como constructo­ra de consensos y puentes, es la cara amable de los democristi­anos. El aire de frescura frente a la gris imagen de los burócratas de Bruselas. Los de Giorgia Meloni se han deshecho en elogios. «Ha demostrado su compromiso con el diálogo y su apertura al equilibrio y el compromiso, incluso cuando existen fuertes diferencia­s de opinión. Es capaz de tender puentes y encontrar puntos en común entre los campos políticos», celebra Nicola Procaccini, eurodiputa­do de Hermanos de Italia, delegación que no tiene tan claro si apoyar o no a la también popular Ursula von der Leyen, que se somete al examen de la Eurocámara mañana jueves.

Sabe seducir a la derecha radical y a parte de la izquierda

Defiende los derechos LGTBi y la igualdad real de la mujer

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