LA VIDA DE TINA, EL PRIMER ‘HUMANO’ CON SÍNDROME DE DOWN
En Valencia. Un equipo español identifica el primer caso de este síndrome en un fósil de neandertal hallado en Cova Negra en 1989. La niña sobrevivió seis años por el cuidado de su grupo
N(Madrid) o saben si fue una niña o un niño pero la han bautizado con el nombre de Tina. De lo que sí están seguros es de que murió cuando tenía unos seis años en el territorio que hoy ocupa Valencia, era neandertal y probablemente tenía síndrome de Down. Un equipo de investigadores españoles ha descubierto el primer caso de esta afección en un homínido de esa especie humana gracias a un nuevo análisis de un fósil que fue encontrado en 1989 en el yacimiento de Cova Negra. Los detalles de su investigación se publicaron ayer en la revista Science Advances.
Como explica en entrevista telefónica Mercedes Conde-Valverde, antropóloga de la Universidad de Alcalá (en Madrid) especializada en el sistema auditivo y líder del estudio, los fósiles neandertales de ese yacimiento valenciano tienen una antigüedad de entre 273.000 y 146.000 años aproximadametne.
Su estudio se basa en un pequeño fragmento de hueso temporal de unos cinco centímetros localizado tras revisar el material que se encontró en la excavación dirigida por Valentín Villaverde, de la Universidad de Valencia, en la que han aparecido tanto restos neandertales como de Homo sapiens, que utilizaron esa cueva aunque en etapas distintas: «Se sabe que las dos especies vivieron en esa cueva pero no revueltos», señala la científica.
A través de Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca (Burgos) y coautor del estudio, les llegó este fósil para que lo analizaran. «Se han encontrado más restos de niños en el yacimiento de Cova Negra pero no se pueden asociar a este individuo en concreto porque están muy fragmentados», señala. «La hemos llamado cariñosamente Tina aunque no podemos saber si fue una niña o un niño».
Mediante el micro-TAC que hicieron al fósil de la niña de la Cova Negra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) realizaron un modelo en 3D del oído interno que fue comparado con los de otros fósiles. Pudieron determinar que era neandertal y posteriormente diagnosticar un síndrome de Down. «Encontramos que Tina tenía cinco patologías distintas en el oído, juntas sólo se dan en las personas que tienen síndrome de Down», asegura. «Primero diagnosticamos una patología en una canal semicircular, a la cual hay bastantes síndromes asociados. Después fuimos descartando esos otros síndromes y finalmente el único que se pudo relacionar con todas las patologías fue el síndrome de Down».
Con esas patologías, explica, la niña o niño habría sufrido pérdida de audición, vértigos y problemas de equilibrio. «Por eso, creemos que tuvo que recibir mucha ayuda para poder sobrevivir hasta los seis años», relata. «Además de la madre, todo el grupo se habría tenido que proporcionar, de forma directa o indirecta ayudando a su madre. ¿Por qué pensamos esto? Hay un caso descrito de un chimpancé con síndrome de Down que vivía en libertad y que sobrevivió casi dos años porque la hija mayor ayudaba a su madre a a cuidarlo. Cuando tuvo su propia cría, dejó de ayudar y el chimpancé con síndrome de Down murió».
Las personas con este síndrome tienen un cromosoma adicional o una parte adicional de un cromosoma, que cambia la manera en la que se desarrolla el cuerpo y el cerebro de un bebé. Estas personas pueden presentar a lo largo de su vida diversos problemas de salud, desde la pérdida de la audición e infecciones de oído a problemas cardiacos, digestivos u óseos.
Actualmente, repasa Mercedes Conde-Valverde, «la esperanza de vida de las personas con Down es de en torno a los 60 años, porque hay un sistema sanitario potente y atención social para ayudarles tanto a ellos como a sus familias, pero a principios del siglo XX era de unos nueve años solamente. Cuando tienen mucha ayuda, pueden sobrevivir durante mas tiempo», apunta. Según esta antropóloga, sin ayuda de su grupo, Tina no habría podido vivir hasta los seis años. «La causa de la muerte no lo sabemos», admite.
Los científicos saben que los neandertales profesaban cuidados a personas de su grupo que los necesitaban, ya fueran enfermos o personas mayores, pero «en los estudios anteriores, se trataba siempre de individuos adultos, y no podemos saber si ese altruismo era desinteresado o recíproco, es decir, que un individuo ayudara a otro porque le ayudó en el pasado o le ayudará en el futuro. En el caso de Tina no habría podido devolver esos cuidados», señala la autora principal de esta investigación financiada por la Cátedra de Otoacústica Evolutiva de HM Hospitales y la Universidad de Alcalá.
¿Cómo de parecidos eran los sistemas auditivos de neandertales y Homo sapiens? «Eran iguales. Hace tres años demostramos con otra investigación, publicada en Nature Ecology & Evolution, que sus capacidades auditivas eran las mismas, y que podían oír con gran nitidez las mismas frecuencias sonoras, así que pensamos que los neandertales habrían tenido un tipo de lenguaje como el que utilizamos nosotros».
El caso de síndrome de Down detectado en la Cova Negra sería el más antiguo descubierto en un homínido, pues los que se habían confirmado hasta ahora son de una época mucho más reciente. Hace 10 años, un equipo aseguró que un homínido hallado en Indonesia en 2003 de hace unos 18.000 años, apodado hobbit y atribuido a la especie Homo floresiensis, no era en realidad una nueva especie sino un Homo sapiens con síndrome de Down. Dos años después, sin embargo, el hallazgo de nuevos fósiles desmintió que lo tuviera.
Por otro lado, el pasado febrero una investigación europea liderada por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) analizó el genoma de cerca de 10.000 individuos antiguos e identificó cinco casos de síndrome de Down en bebés de la prehistoria. Tres fueron hallados en los yacimientos navarros de
Alto de la Cruz y Las Eretas (hace entre 2.800 y 2.500 años), y los otros dos en Grecia y Bulgaria (hace entre 4.700 y 3.300 años).
Ayer fue un miércoles algo especial, pero tampoco mucho visto el ambiente general crispado en torno a los medios de comunicación, en la historia reciente del periodismo, la justicia y los gobiernos, y de sus complejas relaciones.
El famoso –para bien y para mal, según las opiniones Julian Assange salía en libertad de un tribunal en las Islas Marianas, territorio estadounidense del Pacífico, tras un acuerdo con el Departamento de Justicia para declararse culpable de uno de los múltiples cargos de revelación de secretos presentados contra él y, tras muchos años encerrado en una cárcel inglesa, más otros anteriores refugiado en una embajada en Londres, volaba en libertad hacia Australia y su familia. El acuerdo considera que su tiempo en la cárcel de Belmarsh cubre el de una condena por ese cargo.
Casi a la misma hora, en la ciudad rusa de Ekaterimburgo, empezaba el juicio por espionaje de un periodista norteamericano, Evan Gershkovich, corresponsal en Moscú de The Wall Street Journal, arrestado hace 15 meses y procesado por espiar a una empresa de armamento rusa para la CIA. El propio periodista, su medio –el más importante diario de información financiera del mundo– y el Gobierno de Washington afirman que el cargo es totalmente falso, y que Gershkovich sólo estaba informando para el Journal. Es el primer periodista estadounidense detenido y acusado en Rusia desde el final de la Guerra Fría.
Casos famosos, tribunales a medio mundo de distancia, un periodista que sale libre y otro que puede temer una larga condena, porque en la Rusia de Putin ese tipo de juicios rara vez terminan en absolución. Agreguen a todo ello más elementos de actualidad como las elecciones generales en Francia este domingo, de las que puede salir una mayoría de extrema derecha o quizá de extrema izquierda, ambas muy críticas con los medios independientes.
En España es donde la amenaza está más claramente expresada por el poder político, ya que Pedro Sánchez ha presentado abiertamente un plan contra ese mundo del «fango» –que tan injustamente dice él que ha tratado a su mujer–, que incluye un nuevo órgano administrativo con capacidad de sancionar a los medios y de eliminar noticias sin la necesidad de una intervención judicial previa. Claro que, como al mismo tiempo prosiguen sus intentos de politizar la justicia, podría acabar con un doble muro infranqueable para la información libre y crítica.
En tiempos duros para los medios, con la invasión de los gigantes tecnológicos y sus redes sociales y en una debilitada situación económica, sólo la aplicación de leyes justas, las mismas para todos los ciudadanos, periodistas o no, garantizaría la libertad de información. Sin ello, y en España estamos pendiendo de un hilo, puede no haber porvenir. Y por ahí mueren las democracias.
“En tiempos duros para los medios, solo la aplicación de leyes justas garantizaría la libertad de información”