El Mundo Nacional

Sunak, en caída libre en la pugna para suceder a Boris Johnson

Después de forzar la dimisión del ‘premier’, no logra que su mensaje cale frente a Truss

- CARLOS FRESNEDA LONDRES C. RATCLIFFE / AP / AFP

Fue durante meses el claro favorito a la sucesión de Boris Johnson. Estuvo preparando su campaña durante meses («Ready4Rish­i») y partió con clara ventaja en la parrilla de salida. Ganó todas las votaciones entre los parlamenta­rios conservado­res, de la primera a la quinta, pero ha pinchado estrepitos­amente a la hora de trasmitir su mensaje a los más de 150.000 militantes tories que decidirán el nombre del nuevo inquilino o inquilina de Downing Street de aquí al 5 de septiembre.

Rishi Sunak (Southampto­n, 1980) arrastra el estigma del «traidor» que forzó la dimisión de Boris Johnson, pero eso no es todo. Al ex secretario del Tesoro se le acusa también de haberse quedado de brazos cruzados ante la crisis del coste de la vida, la cuestión que más preocupa a los británicos. Y eso por no hablar de esa percepción de «chico de oro» elitista, con esa imagen de Goldman Sachs con sus zapatos de Prada, aunque se quite la corbata en los debates.

Las alarmas sonaron durante el fin de semana, incluidas las especulaci­ones de que el propio Sunak da ya la partida por concluida por lo inapelable de su desventaja ante Liz Truss en las encuestas (38% a 62%). La secretaria de Exteriores, que cuenta con el respaldo implícito de Boris Johnson y del ala dura, ha logrado también en pocos días los apoyos del titular de Defensa, Ben Wallace, del actual secretario del Tesoro, Nadhim Zahawi, y del influyente parlamenta­rio y candidato del ala moderada Tom Tugendhat.

Sunak no ha tenido más remedio que reaccionar y confirmar su ruptura con la ortodoxia económica a tiempo para los hustings o cónclaves con los militantes conservado­res. Después de anunciar el recorte del IVA en las facturas de la luz, ahora anticipa un bajada de hasta el 20% en el impuesto sobre la renta a finales de la década. Su volantazo económico llega sin embargo demasiado tarde. Los analistas coinciden en que le queda muy poco tiempo para dar la vuelta a la campaña, y que solo un regalo del cielo o un grave tropezón de Liz Truss podría evitar la debacle.

«Cuento de hadas». Fue sin duda la metáfora menos atinada de Sunak, usada para desacredit­ar a su rival cada vez que prometía un recorte de impuestos. El ex secretario del Tesoro, apreciado en su día por el plan de rescate económico durante la pandemia, perdió enteros de cara a la opinión pública por su obstinació­n en negar un mínimo alivio a los contribuye­ntes, en aras de la lucha contra la inflación. Ese ha sido su mantra durante la campaña, lo que le han valido críticas de «socialista» y «anti-thatcheris­ta».

Otro de sus errores ha sido concebir la sucesión de Johnson como una campaña para las elecciones generales, previstas para 2024. Sunak se ha esforzado en parecer el candidato mejor preparado para hacer frente al laborista Keir Starmer, mirando de alguna manera por encima de la parroquia conservado­ra. Su intento tardío de resucitar la «guerra cultural», para calar precisamen­te en el ala dura del partido, ha caído en saco roto.

«TRAIDOR»

«Usted, Rishi Sunak, es un buen vendedor y tiene buenas facultades», le espetó al candidato un votante tory, Matthew, en un acto de campaña en West Yorkshire. «Pero mucha gente sigue apoyando a Boris Johnson, que ha logrado cosas consistent­emente a pesar de las aguas turbulenta­s... Muchos consideran que usted le apuñaló por la espalda». Mal que le pese a Sunak, y por mucho que insista en excusar su dimisión en aras de la integridad y la honestidad («¡Ya tuvimos bastante!»), miles de militantes conservado­res le siguen viendo como el «traidor» que precipitó la caída de su mentor.

La campaña anti-Sunak, instigada por medios leales a Johnson como The Daily Mail, ha alcanzado su máxima expresión en la secretaria de Cultura, Nadine Dorries, que se sumó al linchamien­to general retuiteand­o una imagen de Sunak en la piel de Bruto, apuñalando a César/Boris. Dorries le ha acusado directamen­te de encabezar un «golpe de Estado» para acabar con el premier. Aunque su ataque más efectivo fue cuando contrapuso los más de 400 euros de sus zapatos de Prada y los 4.000 de su traje a la medida con los 5 euros de los pendientes de bisutería de Truss. Obligado a la neutralida­d, hay quienes sospechan que Johnson ha podido usar a su ministra más leal como perro de presa contra su asesino. Otro foco es el Brexit. «¿De qué te arrepiente­s más, Liz, de haber sido liberal-demócrata o de haber apoyado la permanenci­a en la UE?». La pregunta le salió a Sunak por la culata. Truss supo darle la vuelta de tal manera que ahora parece que es ella la brexitera dura, pese a su asombroso volantazo. Pongamos que Sunak se ha dejado expropiar ingenuamen­te el Brexit como línea de ataque. es una oportunida­d para acordar medidas que ayuden a evitar un desastre y para encaminar al mundo hacia un futuro libre de armas nucleares.

Entre otras cosas, el diplomátic­o portugués animó a los Gobiernos participan­tes a reafirmar la norma contra el uso de armamento atómico con medidas prácticas para avanzar en la reducción de arsenales hasta su destrucció­n definitiva en el menor tiempo posible.

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Rishi Sunak recibe un ejemplar del libro de la ex primera ministra Margaret Thatcher para firmarlo, en un evento de campaña en Ropley.

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