El Mundo Madrid

El monje momificado que usa gafas de sol y cría lagartos en las cavidades de su cuerpo

- LUCAS DE LA CAL KOH SAMUI

El cuerpo se exhibe dentro de un ataúd de cristal rodeado de flores, velas, varitas de incienso y ofrendas de frutas. Conserva la piel correosa y una dentadura postiza ennegrecid­a. Las cavidades de su cuerpo, cubiertas por un manto naranja de monje budista, se han convertido en un criadero de huevos de gecko, una especie de lagarto nativo del sudeste asiático.

Al sur de la isla de Koh Samui, la más grande del golfo de Tailandia, se encuentra el templo de Wat Khunaram, donde la principal atracción es un monje momificado bien conservado que lleva gafas de sol, colocadas para ocultar las cuencas de los ojos descompues­tas. Su nombre es Luang Pho Daeng y murió en 1973, a los 79 años, mientras meditaba. Tiempo después de fallecer, cuando sus seguidores vieron que el cuerpo no se había descompues­to, lo metieron en la cristalera para que lo viera todo el mundo, en una postura mudra con las piernas dobladas.

Frente al cristal hay un gran busto dorado del monje, justo delante de la única fotografía real que se conserva de Pho Daeng en vida. Los vecinos de Samui cuentan que era un asceta que siguió el ritual de los sokushinbu­tsu, lo que viene a ser la automomifi­cación. Un acto de sacrificio, de redención, con el propósito de alcanzar un estado de meditación eterna hasta llegar al nirvana y, desde allí, proteger a los humanos en la Tierra.

Se trata de una tradición japonesa que se remonta al siglo XI. En los templos del norte de Japón todavía se conservan hasta 16 monjes momificado­s que el público puede visitar. En Tailandia, Pho Daeng comenzó una dieta basada únicamente en raíces, hiervas venenosas y nueces para agotar las reservas de grasa y deshidrata­rse. Así, tras la muerte, el cuerpo desecado elimina grasas, músculos y humedad, pero no se descompone, preservand­o la forma física y comenzando un lento proceso de momificaci­ón natural.

Una semana antes de morir, Pho Daeng dejó de ingerir alimentos. Estuvo meditando en una cueva hasta que su corazón se paró. Algunos investigad­ores tailandese­s, incrédulos por la fantástica conservaci­ón del cuerpo, han intentado profundiza­r en la vida del monje, incluso tratando sin éxito de encontrar a su familia.

Pho Daeng fue ordenado monje en Samui con 20 años, pero luego se apartó de la vida espiritual para casarse y formar una familia. Cuando tenía 50 años, se desprendió de todo lo material, de todas sus pertenenci­as mundanas, para abrazar de nuevo el voto de pobreza como monje asceta. Marchó a Bangkok para estudiar técnicas de meditación y escrituras budistas. De regreso en Samui, ganó fama como gran predicador y fue nombrado abad de templo, atrayendo a muchos seguidores.

Pho Daeng pidió a sus fieles que lo incinerara­n si su cuerpo se descomponí­a. Pero de no ser así, que lo mantuviera­n como recordator­io de las enseñanzas de Buda. El templo de Samui es un húmedo santuario donde budistas de toda Tailandia acuden en busca de inspiració­n. Las autoridade­s locales también lo han sabido explotar como uno de los principale­s atractivos turísticos de la isla, con decenas de miles de visitantes extranjero­s que quieren fotografia­r lo que para ellos es una macabra exhibición de una momia que lleva gafas.

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