El Mundo Madrid

ISMAÍL KADARÉ, EL GRAN ALEGORISTA DEL PAÍS DE LA PARANOIA

El autor de ‘El palacio de los sueños’ fue el narrador más importante de la Albania del tirano Enver Hoxha, cuyo sistema retrató desde dentro, en una tensión constante entre la libertad creativa y la presión política

- Por Luis Alemany (Madrid)

Hay historias en la literatura del siglo XX que, vistas desde 2024, no parecen ni siquiera verosímile­s. En 1980, en un país llamado República Popular Socialista de Albania, el más paranoico e invasivo de su tiempo, un escritor al que se suponía acomodado dentro del sistema escribió una novela llamada El palacio de los sueños que llevaba el 1984 de Orwell mucho más allá de lo imaginable. Aquel palacio de los sueños era una mezcla de ministerio comunista y sultanato otomano que considerab­a que los sueños de sus súbditos eran parte de sus competenci­as y que sus autores debían consignar cada pesadilla y cada ensoñación y responsabi­lizarse por ellas si no eran adecuadas para el bien común.

Ismaíl Kadaré, el autor de aquel El palacio de los sueños, murió ayer con 88 años en Tirana, en la capital de un país que ya no es la República Popular de Albania y en un tiempo que ya no es el de la paranoia, pero en el que tampoco encajó del todo bien. Kadaré nació en el sur de su país, en la misma ciudad, Gjirokastr­a, de la que procedía el dictador Enver Hoxha. Había diferencia­s: la familia de Hoxha se había enriquecid­o con el comercio en las últimas décadas de la ocupación otomana y había podido enviar a su hijo a estudiar a La Sorbona. En cambio, Kadaré venía de una casa de hidalgos que se había desclasado hacia una clase media muy modesta. Cuando el escritor cumplió ocho años, su paisano ya se había instalado en el poder, decidido a crear una nueva sociedad en la que, en nombre del idealismo, el Gobierno habría fiscalizad­o los sueños de sus ciudadanos si hubiese podido.

Kadaré estaba llamado a ser parte de la vanguardia de la nueva Albania. Cuando se licenció en la universida­d, fue enviado a ampliar sus estudios en Moscú, en el Instituto Maksim Gorki, un privilegio reservado para los hijos mimados de la dictadura. En 1960, la Albania de Hoxha rompió con la URSS y sus socios y Hoxha fue llamado de vuelta a casa para actuar como intelectua­l del régimen. Empezó escribiend­o poesía, relatos y periodismo, pero tardó poco en cambiar su vida a través de una novela. El general del ejército muert0 (1963) narraba la historia de un militar italiano que recibía autorizaci­ón para viajar a Albania para recuperar los cuerpos de los soldados de su ejército que cayeron en la II Guerra Mundial. En ese viaje siniestro, el general se encontraba con la guía de un sacerdote católico que se convertía en su Sancho primero y en su Quijote después y que le abría los ojos a una Albania mágica.

El general del ejército muert0 tuvo éxito en Francia y cambió el estatus de Kadaré en la Albania de Hoxha. Por un lado el escritor se convirtió en un intocable al que el régimen no debía atacar, porque cualquier agresión directa tendría repercusió­n internacio­nal e iría en su contra. A cambio, la presión indirecta se volvió desquician­te.

Manuel Florentín, antiguo editor de Kadaré en España en Alianza Editorial y autor del libro Escritores y artistas bajo el comunismo, ha explicado en qué consistía esa relación entre los estados comunistas y sus intelectua­les privilegia­dos. Los escritores como Kadaré podían viajar a Francia con relativa libertad, pero sabían que, si solicitaba­n exilio, sus familiares en casa lo pagarían por ello. También sabían que un día podían aparecer accidental­mente muertos, pero intentaban asegurar su posición a través de sus editores alemanes y franceses, que guardaban sus clandestin­os yo acuso para publicarlo­s en el mismo día del previsible accidente. A menudo, su privilegio y las humillacio­nes eran una misma cosa. Kadaré fue elegido tres veces diputado en la Asamblea Nacional de la República Popular de Albania. Elegido no por los votantes sino por el Gobierno, que también lo designó como líder de una improbable oposición dentro del sistema.

Kadaré nunca quiso ser un novelista político sino un alegorista. La pirámide trataba del totalitari­smo pero con el filtro de una historia de faraones llevada al lenguaje del absurdo. En La muñeca y en Abril quebrado escribió sobre una vieja Albania casi lorquiana, casi sacada de La casa de Bernarda Alba, gobernado por los códigos de honor y la sociedad de clanes. En El expediente H. hilaba su mundo con los viajes de Homero por los Balcanes...

En 1990, cuando Enver Hoxha ya estaba muerto y el Muro de Berlín había caído, Kadaré se fue a París a vivir en libertad. Durante las siguientes dos décadas, sus novelas tendieron cada vez más al memorialis­mo y se convirtió en un candidato eterno al Nobel. En 2009 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Su nombre explicaba todo el siglo XX, con sus fracasos y su nobleza.

 ?? ULF ANDERSEN/ GETTY ?? Ismaíl Kadaré, escritor conocido por ‘El palacio de los sueños’, fotografia­do en 2012 en París.
ULF ANDERSEN/ GETTY Ismaíl Kadaré, escritor conocido por ‘El palacio de los sueños’, fotografia­do en 2012 en París.

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