El pacifismo se moviliza en Israel
Varios grupos condenan la matanza del 7 de octubre mientras claman contra la guerra
El pabellón La Mano de Elías, conocido por albergar al club deportivo israelí más exitoso en Europa (Maccabi Tel Aviv), fue el escenario elegido para alentar ayer una idea menos exitosa en estas tierras: la paz con los palestinos. Teniendo muy presente el ataque yihadista del pasado 7 de octubre en el sur de Israel con el testimonio de supervivientes y familiares de secuestrados aún en cuativerio de Hamas, varios miles de israelíes se reunieron para pedir a corto plazo el fin de la devastadora guerra en la Franja de Gaza y la liberación de rehenes, a medio plazo el adelanto electoral y la caída del Gobierno de Benjamin Netanyahu y, a largo plazo, un acuerdo basado en la solución de dos Estados, Israel y Palestina.
«El ataque del 7 de octubre fue terrible y yo a nivel personal perdí a mi mejor amiga Ronit Sultan que fue asesinada en el kibutz Holit. Al mismo tiempo, toda la situación desde entonces reafirma la convicción de que la paz es el único camino que podemos permitirnos. No hay otra opción. Hay una frase hoy más cierta que nunca: la paz será o no seremos», afirma Judy Gilbert a EL MUNDO en el mayor acto del llamado «Campo por la Paz» en los últimos nueve meses en Israel, superando las expectativas de los propios movimientos pacifistas.
Gilbert forma parte de Nashim Osot Shalom (Mujeres Hacen la Paz), una organización que combina la causa pacifista y feminista. «Esta cita es importante para dar un rayo de luz a la gente que está a favor de la paz y en contra de estos ciclos de violencia. Y también para los que quieren que no siga este gobierno nefasto», añade esta activista con nacionalidad israelí, argentina y española. Con orgullo y esperanza, Gilbert explica la cooperación con la asociación palestina de mujeres Women of the Sun creada en 2021. «Juntas firmamos un pacto, la Llamada de las Madres, que es un llamamiento a los líderes de las dos partes para que vuelvan a la mesa de la negociación y a la comunidad internacional para que les ayuden».
«La paz no es algo que pertenece solo a la izquierda sino a personas de diferentes ideologías que defienden un acuerdo de paz», concluye. Kefai Masarwy, musulmana árabe del norte de Israel e integrante de Mujeres Hacen la Paz, admite que fue difícil mantener las esperanzas y actividades en las primeras semanas de la guerra. ¿Aún cree posible la paz? Le pregunto. «¡Claro! Esta cita me da esperanzas de que es posible y que hay que intentar el camino de la paz porque todos hemos visto y sufrido los efectos de la guerra», contesta.
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La convocatoria masiva superó las expectativas de las organizaciones
que se infiltraron en Netiv Assara a pocos metros de la frontera con la Franja de Gaza. «Sigo creyendo que el camino de la reconciliación es la única manera de garantizar la seguridad y la igualdad para ambas naciones, y que la seguridad de una parte depende de la seguridad de la otra», asegura y cita la frase del primer ministro Menachem Begin en la firma del acuerdo de paz con el presidente egipcio, Anwar Sadat: «La guerra es evitable, la paz es inevitable».
Todos los oradores, incluyendo varios palestinos presentes en el acto o a través de vídeos, compartieron mensajes como «¡basta de guerras!», «¡un acuerdo de tregua ya para la vuelta de secuestrados!», «¡es el momento de la paz!» o «fin a la ocupación».
El famoso historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari admitió que los dos pueblos tienen buenas razones para temer del otro pero pidió el reconocimiento mutuo al destacar que «incluso entre el mar Mediterráneo y el río Jordán hay espacio para los dos». Estas manifestaciones necesitan traducirse en influencia política para ser efectivas en un país donde, tras el atentado del 7-O, la confianza en el interlocutor palestino se ha reducido a mínimos.