El Mundo Madrid

Croacia muere en el minuto 98

Modric, que falló un penalti, marcó el 1-0, pero Zaccagni dio un pase agónico a Italia en el tiempo extra

- ABRAHAM P. ROMERO LEIPZIG

Luka Modric es una leyenda, el fútbol un juego extraordin­ario y el destino caprichoso e impredecib­le. El veterano centrocamp­ista, quién sabe si en su último gran torneo con Croacia, falló un penalti pero marcó en la siguiente jugada para mantener vivo a su país en la Eurocopa hasta el minuto 98, cuando Zaccagni, héroe italiano, anotó el empate que dio el pase a los transalpin­os y eliminó a los balcánicos. Fue un duelo agónico, de pura superviven­cia.

Dalic decidió jugarse la vida con su centro del campo de siempre, ese que ha llevado a su país a una final y un tercer puesto en dos Mundiales consecutiv­os: Brozovic, Kovacic y Modric. La generación dorada merecía protagoniz­ar su último baile de la mano. Y lo hicieron.

Después de un arranque prometedor en el que dominaron la posesión y tuvieron algunos acercamien­tos en las botas de Sucic y Kramaric, los italianos vieron que no tenían por qué tener miedo, que el empate les podía valer pero que su fútbol daba para más. Barella y Jorginho, capos del Inter y el Arsenal,

asumieron su papel y domaron la pelota y a su rival.

Los balcánicos, agónicos y precipitad­os, tuvieron el balón por momentos, pero estuvieron nerviosos y sin ideas. El conjunto de Spalletti, sin embargo, dejó muy en lo alto el valor del papel que ha hecho España en este grupo. Los italianos son un gran equipo al que sólo le falta un gran nueve, lo que históricam­ente siempre ha tenido.

Retegui, atacante del Genoa, tuvo las mejores ocasiones del primer tiempo. No llegó a un par de centros de Di Lorenzo y en el 20 dirigió un cabezazo que rozó el palo izquierdo de Livakovic, avisando a una grada croata que no dejaba de cantar. Un minuto más tarde, Brozovic apareció milagroso para desviar su volea. Sufría mucho Croacia. En el 26, Livakovic sacó ante Bastoni la ocasión más clara del choque. Un cabezazo a un metro al que el guardameta respondió con agilidad.

Croacia superó el arreón y, consciente de sus limitacion­es, volvió a bajar las pulsacione­s del duelo. Con ese centro del campo no puede correr, necesita dominar. Y si no domina, puede caer.

La entrada de los jóvenes Sucic y Pasalic no le dio a Dalic lo que quería. Deseó sangre, pero tuvo apatía. No apareciero­n entre líneas y Kramaric no tenía el cuerpo suficiente para pelear con los centrales transalpin­os. El choque empezaba a pedir a Budimir o Petkovic, gigantes croatas. Todo mientras Livakovic volvía a evitar el primero, esta vez desde los pies de Pellegrini.

El descanso confirmó los presagios de Dalic, que dio entrada a Budimir en lugar de Pasalic. El del Osasuna se situó como referente para dar una opción en largo y Kramaric volvió a la banda izquierda, su lugar natural. Ahí creció el cuadro balcánico y ahí nació el 1-0, fruto de un golpe del destino que sólo puede ofrecer el fútbol.

En el 51, Kramaric, dentro del área, disparó a puerta y la mano de Frattesi desvió el balón. No lo vio Makkelie, pero sí el VAR. Un penalti clarísimo que Modric, en su batalla contra su propio final, quiso lanzar, asumiento la responsabi­lidad de toda

su generación. Quién iba a ser. El croata buscó el lado izquierdo de Donnarumma, pero éste adivinó su idea y rechazó el lanzamient­o. Locura italiana para seguir mirando a octavos de final. Pero el fútbol es increíble, imprevisib­le, y Modric, que podría estar hundido por la situación, se redimió para anotar el primer tanto del duelo en la siguiente jugada. Sucic puso un centro templado, Budimir remató, Donnarumma lo detuvo y el rechace lo envió a gol el centrocamp­ista del Madrid.

El fútbol dio la vuelta en un segundo. De repente, Italia se quejaba y temblaba con balón y Croacia cantaba que seguía viva. Modric, MVP,

se hizo grande, gigante en cada pelea por el balón, Brozovic ocupó espacios como si fuera 2018 y el equipo mordió, elevado por una afición que convirtió Leipzig en Zagreb.

Con el paso de los minutos, Italia se recompuso y fue consciente de su situación. Creció otra vez con el balón y asedió la portería de Livakovic en un tramo final catatónico. En Croacia, ya sin estrellas, sólo quedaron secundario­s con oxígeno achicando balones. Parecían aguantar, pero una arrancada imperial de Calafiori asistió a Zaccagni para que el de la Lazio anotara un golazo por la escuadra. Italia vivió, Croacia murió y depende de una carambola milagrosa.

Modric, quién sabe si en su último gran torneo con su país, fue elegido MVP del partido

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AP El croata Modric se lamenta la derrota de su selección ayer ante Italia en el último minuto de partido.
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