‘Alerta’ en el Aquopolis (resuelta con éxito por sus socorristas)
78 personas completan el equipo de profesionales que evitan los accidentes en el famoso parque acuático de la región, que en verano puede recibir hasta 6.000 visitantes al día
En una de las piscinas del Aquopolis, el parque acuático de Villanueva de la Cañada, en Madrid, se reconoce un cuerpo boca abajo que parece estar ahogándose. El sonido del silbato que anuncia la emergencia vibra en el aire segundos antes de que lo opaque un ¡splash! audible que hace el cuerpo del socorrista al entrar enérgicamente en el agua. Acto seguido, un compañero acude con una camilla al auxilio, le sacan de la piscina, y proceden a reanimar al accidentado. Minutos después todo se queda en el proyecto de un posible titular de sucesos, con énfasis en el ‘posible’.
Así es como actúan los socorristas de este espacio temático ante una situación de crisis de la que GRAN MADRID fue testigo. «Tenemos un 100% de efectividad. En los 13 años que llevo en el parque, nunca se ha llegado a estos extremos porque priorizamos, ante todo, la prevención», explica Jesús Montes, el aquatic manager y encargado del grupo de socorristas que asegura que en Aquopolis se les forma para «anticiparse siempre»: «Nuestros chicos tienen que estar atentos ante cualquier mínima señal de riesgo. Es mejor molestar a un cliente un momento antes que no llegar a tiempo», remarca Montes.
En este recinto, ambientado en Hawai y con una capacidad de hasta 6.000 personas, hay «puntos seguros» para los clientes que visten de amarillo fosforito y con gorra roja. «Somos máquinas de regalar tiempo», proclamaba Santiago López, técnico de Emergencias sanitarias que instruye a este conjunto de socorristas, durante la clase previa a la demostración de sus habilidades. «No tenéis porqué ser superhéroes, es normal no poder con todo. Con que le salvéis la vida a uno, ya lo sois», sentencia.
En el curso de la formación en la que iban a caballo entre las nociones básicas del socorrismo y cómo responder ante una crisis con una buena actitud, se ejemplificaron situaciones clave con objetos comunes. Una naranja sobrevuela la estancia de mano en mano mientras Santiago explica cómo hacer una RCP (reanimación cardiopulmonar). Poco después, la naranja vuelve al profesor y pregunta a su equipo si la fruta debería seguir en plenas condiciones.
«No parece estropeada por dentro, pero lo está. Hay que tratar siempre a los pacientes como si estuviesen en un estado de trauma. Nunca se sabe si os estáis enfrentando a algo mucho más grave», remata López.
El equipo, que consta de 78 efectivos –49 socorristas, 23 monitores, cinco supervisores y un coordinador–, pertenece a la propia plantilla del parque. El Aquopolis decidió tener su propio equipo interno para «mejorar su calidad y garantizar la seguridad de los visitantes», según afirman desde el grupo de socorristas del lugar.
Las atracciones más demandadas, o que tienen un mayor riesgo, necesitan un refuerzo adicional de personal y pueden contar con hasta cinco profesionales, pero todas están vigiladas por al menos uno. «Nuestro personal es joven y eso nos ayuda avistar antes los problemas, tienen más reflejos y nosotros, como responsables, garantizamos que harán un gran trabajo. Tienen mucha conciencia situacional», reincide Montes.
La exigencia en este parque es muy alta y se aseguran de que el entrenamiento sea intenso. «Internamente, se hace un periodo preapertura de 12 horas. Luego nos preparamos una hora y media a la semana», aseveran los efectivos, que no dan pie a ningún error. «Entrenas como trabajas y trabajas como entrenas», concluye el técnico de Emergencias.