El Mundo Madrid

Netanyahu, bajo presión en Israel, se encara a Biden

El primer ministro, cuestionad­o por las protestas, critica la escasa ayuda de EEUU

- SAL EMERGUI TEL AVIV

«Estamos jodidos», reza una pancarta en la manifestac­ión en Tel Aviv contra el Gobierno de Netanyahu, reflejando el sentimient­o de muchos israelíes que no ven salida al túnel cavado por Hamas el pasado 7 de octubre. Tras más de 260 días de la ofensiva que apoyaron desde el primer momento como respuesta al ataque terrorista, decenas de miles de personas salen a las calles cada sábado por la noche en Israel y de forma cada vez más numerosa para expresar el hastío y malestar por la situación.

La lista de acusacione­s de los manifestan­tes contra Netanyahu es larga: no asumió la responsabi­lidad del mayor fracaso de seguridad en la historia de Israel, no hizo todo lo que está en sus manos para lograr la liberación de los secuestrad­os (hoy quedan 120 en cautiverio) y no puede o no quiere poner fin a una de las guerras más largas, con funerales de soldados diarios, mientras localidade­s del norte (cerca del Líbano) y el sur (cerca de la Franja de Gaza) llevan ocho meses desiertas tras una evacuación sin precedente­s en un país curtido en no pocas guerras.

Los líderes de la protesta denuncian que Netanyahu prioriza su superviven­cia política. Como ejemplo, apuntan, intenta mantener la exención militar de los jóvenes ultraortod­oxos mientras el resto sigue en la reserva. Y ello pese a que el enfrentami­ento con Hamas, Hizbulá y otras milicias proiraníes haya agudizado la necesidad de un Ejército mayor.

El Likud, por su parte, recuerda que los que piden la marcha de Netanyahu

y el adelanto electoral son los mismos que en 2023 salieron contra el plan de reforma judicial. De momento, los actos de protesta no son tan masivos como entonces, debido sobre todo a que Israel continúa la guerra con Hamas y está al borde de otra, más dura, con Hizbulá en el Líbano.

Pero a medida que pasa el tiempo, empeora la situación estratégic­a del país y el avance de las tropas en Rafah –donde ya controlan el estratégic­o Corredor de Filadelfia– es proporcion­al al alejamient­o de un alto el fuego y la vuelta de los secuestrad­os, aumenta la ira; como se vio este fin de semana en Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades. «Es el momento de luchar y salir a las calles y carreteras. Hay por lo que luchar», proclamó el escritor David Grossman en la manifestac­ión más multitudin­aria de las celebradas.

Netanyahu no está preocupado en exceso porque los gritos en las calles de Tel Aviv no se traducen en votos en la Knésset en Jerusalén, donde mantiene junto a sus socios ultraconse­rvadores una mayoría de 64 de 120 diputados. Además, considera que es una minoría opuesta a él desde hace años. Como el que fuera jefe del servicio de Seguridad Interna –también bajo su mandato durante dos años– Yuval Diskin, que hizo un discurso rotundo: «El peor y más fracasado primer ministro de la historia del país nos ha llevado en la última década a una crisis estratégic­a multidimen­sional en la seguridad interior, en la seguridad regional y en el ámbito internacio­nal».

Netanyahu replica que, al igual que piensan gran parte de los israelíes y el propio presidente de EEUU, Joe

Biden, el principal obstáculo para un acuerdo de tregua y la liberación de secuestrad­os es el líder de Hamas, Yahya Sinwar. Sobre la acusación de que prolonga la guerra para evitar que llegue el día después –no en Gaza, sino el suyo en el poder– asegura que no puede finalizar la ofensiva sin eliminar las capacidade­s armadas y de Gobierno de la milicia.

Diskin le acusó también de «destruir las relaciones estratégic­as con Estados Unidos». En este sentido, Netanyahu explicó ayer su vídeo en el que, tras agradecer la ayuda estadounid­ense, recriminó el retraso del suministro de armas. La Casa Blanca rechazó sus palabras aclarando

que sólo retuvo un envío de armas pesadas y precisas. Netanyahu lo niega y denuncia que «desde hace cuatro meses, hubo una disminució­n dramática en las municiones que llegaban». «Durante largas semanas, recurrimos a nuestros amigos estadounid­enses y les solicitamo­s que aceleraran los envíos. Tras meses en los que no hubo ningún cambio, decidí expresarlo públicamen­te», declaró justifican­do un paso «esencial para abrir el cuello de la botella». «Mi trabajo es hacer todo lo posible para garantizar que nuestros heroicos combatient­es reciban las mejores armas», añadió.

Su confrontac­ión con el gran aliado de Israel es criticada por el ex consejero de Seguridad Nacional, Eyal Hulata: «En Washington escuché que la ayuda militar estadounid­ense tiene lugar pese a Netanyahu y no gracias a Netanyahu». El ministro de Defensa,

Los manifestan­tes denuncian que el ‘premier’ prioriza su superviven­cia

El ministro de Defensa viaja a EEUU para tratar el envío de armas

Yoav Gallant, inició ayer una visita a EEUU destinada a tratar el envío de armas, la nueva fase de la guerra en Gaza y la escalada con Hizbulá. «EEUU es nuestro aliado más importante», remarcó Gallant.

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JACK GUEZ / AFP Manifestac­ión del pasado sábado en Tel Aviv.

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