Entre el amor a Kroos y a España
Tono, presidente de mi peña madridista, me decía el otro día que en la vida se puede cambiar de amor (ser polígamo industrial), pelearte con tus padres, traicionar a tu hermano, ser de derechas de joven y votar izquierdas de viejo (y viceversa), equivocarte en los ideales y luchar por causas que aborreces después .... pero de lo que nunca se puede abdicar es de ser de un equipo de fútbol. Lo saben los del Barça que vieron cómo el equipo derivó de la insignia de oro y diamantes a Franco a la pleitesía al nacionalismo durante el procès. Y también lo saben los de los equipos sufridores. ¿Por qué no cambiarse a un equipo que gane más títulos? Ya lo explicaba Bernabéu cuando le preguntaban por los atléticos: «Es como elegir ser pobre pudiendo elegir ser rico». Porque el equipo de fútbol no se elige; se arraiga en algún momento (y no necesariamente en la infancia) y a partir
de ahí, no se puede cambiar. Es como ese amor que nos llega de forma inesperada. ¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy contenta/o cuando estoy con esta persona? Y lo que te pasa es que te has prendado aunque los amores, como la vida, se escurren sin un proyecto común más allá de ese sentimiento. Como los fichajes que amas un día y odias cuando se van. La patria como el equipo de fútbol tampoco se elige. De ahí que tenga poco sentido eso de sentirse orgulloso de algo. Te gusta o no te gusta. No hay condiciones en ese sentimiento de pertenencia. Soy del Madrid y soy española pero sé que no he elegido ninguna de las dos cosas. Y no puedo cambiar.
El otro día me contaban que hay una fiebre por comprar la camiseta de Kroos del Madrid tras anunciar su retirada. Es lo normal dado el talante señorial (de ser «un señor») del alemán. De ahí que los jugadores de los equipos sean importantes en el apoyo de las selecciones (la Inglaterra de Bellingham, la Francia de Camavinga y Mbappé…). Y por eso hoy apoyaré a Alemania en su partido contra Escocia. Kroos se merece un retiro triunfal y llevarse la Eurocopa con su selección como ha ganado la Champions con el Madrid. Pero mañana España jugará con Croacia, el equipo de nuestro
Modric y por supuesto el corazón no tiene dudas. No hay que dudar de apoyar a la selección («yo es que soy del Madrid»), porque a veces, pese a que nos puede gustar vociferar contra ella (¡ese Morata!) hay que decirse que los males, los malos, de España son los nuestros. Es España, Españita, la Roja de esos jugadores que no conozco, no sé quien juega. Eso sí. Hoy quiero que gane Koos.