Los tres escollos de Naturgy tras la no OPA: el quién, el cuánto y el Gobierno
Dos sesiones hicieron falta a los inversores para devolver a Naturgy a la casilla de salida. Sus acciones sufrieron el pasado martes el segundo mayor desplome de su historia, y en dos días cedió un 16%, hasta perder los 21 euros, nivel que contra mercado recuperó ayer. Y ya está. Dos meses de ensoñaciones que se desvanecieron en 48 horas. La ruptura de las negociaciones entre CriteriaCaixa y Taqa deja a la gasista ante un futuro incierto y con tres problemas por resolver: quién sustituirá a los emiratíes como nuevo socio estratégico de Isidro Fainé, cuánto dinero estará dispuesto a invertir ese nuevo aliado que convenza a los dos fondos salientes, CVC y GIP, y, sobre todo, si se ve capaz de asumir una participación tan relevante que estará supervisada de cerca por el Gobierno. Al parecer, detrás del fracaso de las conversaciones está el control mayoritario de Naturgy que Taqa quería para sí y, en menor medida, la relación tan estrecha que el grupo mantiene con Argelia, enemigo histórico de Emiratos.
«Las negociaciones fallidas entre Criteria y Taqa son una mala noticia, ya que habría supuesto una salida clara tanto para GIP como para CVC y una solución para reorganizar la estructura accionarial de Naturgy, en un contexto en el que la compañía carece de una hoja de ruta estratégica clara», afirman desde Alantra en una nota para inversores. La compañía cuenta con un Plan 2021-2025, que fue actualizado por última vez en julio de 2023 por unanimidad entre todos los miembros del consejo, donde está La Caixa, pero también CVC y los March, GIP e IFM. En aquel momento, la gasista revisó al alza su objetivo de ebitda en 2025 (hasta los 5.100 millones), a la baja su endeudamiento en 900 millones de euros (hasta 16.000) y elevó casi un 17%
el dividendo para 2023, 2024 y 2025, con un mínimo de 1,4 euros por acción. Fuentes próximas a Naturgy reconocen que la firma observa desde la barrera los desencuentros entre sus accionistas, pero sí creen que empaña el negocio que, mientras tanto, continúan desarrollando sin intercepciones.
¿Qué pueden esperar, a partir de ahora, los cerca de 54.000 accionistas de Naturgy? En primer lugar, y tal y como anunció Criteria a renglón seguido de que se conociera la ruptura con Taqa, La Caixa pretende encontrar una alternativa «que permita asegurar el proyecto industrial» de la gasista
que preside Francisco Reynés. Se habla ya sin tapujos que ese reemplazo podría ser el fondo australiano IFM, actualmente con el 15% del capital, y que ya intentó una OPA por sí solo en 2021 sin demasiado éxito. ¿Estaría dispuesto a pagar IFM un 22% más de lo que ofreció entonces? La oferta que puso sobre la mesa hace dos años y medio fue de 22,07 euros, frente a los 27 euros donde podrían haber encallado las negociaciones con los dos fondos que están de salida, CVC y GIP, tras más de cinco y siete años en el capital. Además, «los vendedores exigían cobrar el dividendo que ya estaba previsto [el primero, de 0,5 euros en agosto], y pedían que no se descontase del precio de la OPA si ésta se prolongaba», subrayan los analistas de Bankinter.
Y este es el primer escollo, el precio, cuando sus valoraciones no van más allá de los 24 euros de media a doce meses vista y con una tímida previsión de crecimiento, según los analistas. Barclays calcula una caída de sus ingresos del 6,8% anual hasta 2026 y que el beneficio se sitúe en los 1.482 millones de euros, un 25% por debajo que los 1.986 millones que obtuvo en 2023.
Su actual «statu quo es insostenible», apunta Alantra que cree que o sale adelante la opción B con IFM o Naturgy necesita «alternativas para transformarse y reconstruir su equity story, más probablemente del lado de vender activos como los de Latinoamérica o reforzando su posición en España vía adquisiciones, aunque todo esto llevará su tiempo».
Pero, segunda cuestión, ¿quién está dispuesto a pagar un precio mínimo de 27 euros a cambio de no tener el control? Al parecer, más que por el dinero, las negociaciones habrían encallado porque Taqa quería hacerse con el control mayoritario -del 51%- de la gasista y Criteria no estaba dispuesto a ceder. «Muchos inversores verán todo esto como una lectura adicional negativa, con obstáculos técnicos y sobre el reparto del accionariado, muy poco atractivo como para que pueda entrar otro socio estratégico», comentan los analistas de JP Morgan.
Si esto es así, e IFM decide no dar un paso al frente, surge un tercer problema, quizás el más factible de todos los escenarios, y no es otro que CVC y, sobre todo BlackRock, dueño de GIP, decidan vender grandes paquetes de acciones directamente a mercado. Y esto implica una presión permanente a la baja sobre la cotización, más teniendo
en cuenta el escaso nivel de free float, inferior al 13%. Hay que tener en cuenta que BlackRock, el mayor accionista del Ibex, está acostumbrado a invertir de manera indexada y en un menor porcentaje y se sentiría incómodo con una posición del 20%, que estaría dispuesto a vender con independencia de que se llegue a 27 euros o no.
Tercer punto: el Gobierno. No está en el capital, pero sí tiene poder de decisión al tratarse de una industria estratégica. No puso oposición alguna a que Taqa entrase en el accionariado y las conversaciones con Criteria contaban con el beneplácito de Moncloa. Hace tres años, sin embargo, el fondo australiano tuvo que esperar seis meses para lograr la luz verde del Ejecutivo a cambio, entre otros, de preservar la españolidad de Naturgy y de inversiones estratégicas, y después de todo solo logró un 10% de las acciones.