El Mundo Madrid

«He llegado a temer realmente por la vida de Julian Assange»

MUJER DEL FUNDADOR DE WIKILEAKS. Desde que conoció a Julian no se ha apartado de su lado para defender la que cree una causa justa. Este lunes comienza la última batalla legal para frenar su extradició­n a EEUU

- CARLOS FRESNEDA LONDRES

Sara González Devant (Johanesbur­go, 1983) cambió su nombre por el de Stella Moris por razones de seguridad al incorporar­se al equipo legal de Julian Assange, fundador de WikiLeaks. De madre española y padre sueco, con un máster en Derecho Internacio­nal por la Universida­d Complutens­e, la mujer conocida ahora como Stella Assange (y madre de sus dos hijos, Gabriel y Max) se expresa preferente­mente en inglés, aunque habla un perfecto castellano con acento madrileño.

Menuda y frágil, pero con un tesón a prueba de bombas, Stella va recapitula­ndo su historia en un tono pausado y en un pulso imposible entre el resentimie­nto y la esperanza. Hoy, con la posible presencia del propio Assange en la sala cuatro de los Tribunales Reales de Justicia, se dispone a librar la que puede ser la última batalla legal para frenar su extradició­n a EEUU, acusado de 18 cargos de espionaje que podrían suponer una condena de 175 años de cárcel.

«Mi marido es brillante, leal, curioso, íntegro y testarudo»

«El amor ha sido esencial para su superviven­cia en una situación así»

Pregunta. ¿Cuál ha sido el peor y el mejor momento en estos 13 años desde que conoció a Julian Assange? Respuesta.

Empecemos por el mejor... Sin duda alguna, la boda en 2022. Fue un gran triunfo porque tuvimos que luchar mucho para conseguir permiso de la prisión de Belmarsh, donde Julian pasa hasta 21 horas al día aislado. Pese a todas las medidas de seguridad, fue un momento muy bello porque al final fuimos capaces de tener una boda para nosotros, que nos dio además un gran impulso. Juntos descubrimo­s que éramos capaces de superar todos los obstáculos... Los momentos duros han sido muchos. Cuando le arrestaron en la embajada, sin duda. El casi total aislamient­o que sufrió al llegar a la cárcel. Los seis meses que estuve sin poder verle durante el Covid... Julian ha tenido momentos muy oscuros, y ha sido muy duro no poder estar ahí para poderle dar todo mi apoyo. Le he visto hundirse en una situación mental muy difícil. Hubo momentos en que hablaba de suicidio. He llegado a temer realmente por su vida.

P. ¿Era usted consciente de todo a lo que se exponía cuando inició su relación con él?

R. Nos conocimos en 2011. Yo era entonces muy joven y creía en su causa: le veía claramente como víctima de una persecució­n política. Empecé a trabajar con el equipo por mi experienci­a en Derecho Internacio­nal y por mi conocimien­to del sueco [por la denuncia de dos mujeres por violación y abuso sexual en Suecia]. El español fue también bastante útil para el contacto directo con personas relevantes en la embajada de Ecuador en Londres. Allí fue donde empezó nuestra relación, que tuvimos que llevar en secreto durante seis años. Contamos con la discreción de personas muy amigas de la primera época en la embajada, como el ex cónsul Fidel Narváez, que de hecho me acompañó esta semana [por la pasada] a verle en la cárcel.

P. ¿Cree que el hecho de tener una esposa y una familia le han ayudado a sobrelleva­r su situación?

R. El amor es esencial para la superviven­cia de cualquiera, especialme­nte en una situación tan dura como la que ha tenido que vivir él, privado de libertad durante los 13 años que ha durado este castigo. El mero hecho de no sentirse solo es de mucha ayuda. No es por compararle, pero he visto a muchos prisionero­s que no tenían a nadie, y eso realmente marca la diferencia. Sin amor muchas veces es imposible sobrevivir.

P. ¿Cómo definiría a su marido en pocas palabras?

R. Es un hombre brillante, leal, considerad­o y muy curioso. Le gusta llegar hasta el fondo de las cosas y es muyíntegro.Tieneungra­nconocimie­nto y entendimie­nto de cómo funciona el mundo.

P. Tiene fama de hombre difícil...

R. Es cierto que puede ser testarudo. Pero tiene también un lado gentil y amable. En la cárcel le diagnostic­aron dentro del espectro del autismo... Muchas de las cosas que han dicho de él forma parte de una campaña para asesinar al personaje.

P. ¿Han hecho planes si finalmente logra la puesta en libertad?

R. Yo seguiré a Julian donde quiera que vaya y se sienta seguro. Él echa de menos Australia. Sueña con llevar allí a los niños y enseñarles los lugares donde se crio en el campo. Él fue un auténtico country boy. Yo solo he estado una vez en Australia... Pero ya digo, la seguridad será lo más importante. P. ¿La presión de Australia puede ser decisiva en el momento de la verdad? R. La presión del Gobierno australian­o ha sido crucial y ha cambiado la dinámica del caso. No olvidemos que

Australia es un gran aliado estratégic­o de EEUU frente a China. Pero no ha sido solo el premier Anthony Albanese; laoposició­nydosterci­osdelosdip­utados aprobaron la moción para pedir su puesta en libertad en el Parlamento. El respaldo popular es también abrumador ahora, y eso era algo impensable hace un par de años, cuando Australia era poco menos que cómplice de Estados Unidos. Si eres un prisionero político como lo es Julian, no tienes ninguna oportunida­d de lograr la libertad sin el apoyo de tu propio Gobierno.

P. Biden ha dicho que está «consideran­do» esa petición, ¿no es acaso una razón para el optimismo? R. Biden tiene la oportunida­d de poner fin a este proceso político y dejar un legado. En plena cuenta atrás para las elecciones, puede desmarcars­e de su rival. Durante el mandato de Trump trascendió la noticia de un complot de la CIA para intentar asesinar a mi marido; los tribunales británicos lo considerar­on «creíble» pero «irrelevant­e» para el caso...

P. ¿Qué espera de la vista judicial de este lunes? ¿Será la definitiva?

R. Tengo la sensación de que cualquier cosa puede pasar llegados a este punto. Los jueces británicos han dado oportunida­d tras oportunida­d a Estados Unidos para modificar sus argumentos. En este caso, se trata de responder a las garantías que exigieron para que Julian no se vea perjudicad­o por su nacionalid­ad o pueda ser condenado a muerte. No me canso de recalcar que Julian está a un solo paso de la extradició­n. Hay antecedent­es de que una vez que se hace pública esa decisión, el preso es deportado en 24 horas. Si ocurriera eso, la última instancia a la que podemos recurrir es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y el Reino Unido está obligado a acatar un posible interdicto. Puede que los jueces británicos decidan al final que ya hemos tenido bastante. Y puede que se fije también un nueva vista judicial, lo que supondría prolongar la estancia de Julian en la cárcel.

P. ¿Ha recibido algún tipo de respaldo por parte del Gobierno español?

R. El Gobierno español no se ha manifestad­o sobre el caso, pero el ex presidente Zapatero sí ha firmado contra la extradició­n de Julian. En los gobiernos europeos se ha producido un cambio y el último en pronunciar­se ha sido el canciller alemán Olaf Scholz, que ha pedido expresamen­te a los tribunales británicos que le den la «protección necesaria».

P. ¿Qué puede decirnos de las ramificaci­ones españolas del caso? R. España es efectivame­nte una parte crucial en el caso, por la implicació­n de la firma UC Global en el espionaje a Julian cuando estuvo encerrado en la embajada ecuatorian­a. La Audiencia Nacional lo está investigan­do y yo misma he acudido a testificar en compañía de Baltasar Garzón, que nos representa. Aún no hemos visto el final, pero han salido a la superficie cuestiones muy preocupant­es, como las grabacione­s de los encuentros de Julian con sus abogados o las instruccio­nes para obtener el ADN en los pañales de nuestro bebé cuando tenía seis meses. Es algo increíble.

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ANTONIO BALASCO / SIPA USA

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