YO SOY EL PRIMERO EN RENDIRLE HONORES
Nadie olvide lo que han sido estas elecciones autonómicas catalanas. Un prófugo de la Justicia era uno de sus candidatos y no un candidato cualquiera. Sin embargo, esta anomalía no ha se ha encaminado por su derrotero más brutal: la primera y mejor noticia electoral es que el prófugo Carles Puigdemont no volverá a ser presidente. Y deberá cumplir, si es hombre, su promesa de abandonar la política. La segunda noticia es de verificación algo más compleja, pero perfectamente posible: Salvador Illa puede ser presidente de la Generalidad con los votos del Partido Popular y los Comunes. No hay mayoría de bloqueo posible con la suma de todas las fuerzas independentistas. O sea con Junts, Esquerra, la Cup y Aliança Catalana.
El papel de Vox en estas sumas es cómodo y claro y es la abstención.
Luego hay otra cuestión de interés sumarísimo.
Sin asomo de pudor, ni siquiera de falso pudor, voy a citar la columna que escribí en este periódico el 4 de abril. Sus primeras líneas: «Yo seré el primero en rendirle honores. Si Salvador Illa es presidente de la Generalidad, la estrategia política de Pedro Sánchez habrá resultado un éxito. Hasta el punto de que, incluso, su grave mentira de hoy, esto es, que su Gobierno ha logrado la pacificación de Cataluña, puede convertirse en una indiscutible verdad de orden práctico. Para que eso suceda, Illa ha de ganar las elecciones, desde luego. Pero lo más importante es que la suma de Junts, Esquerra y la Cup no sea superior a la de Psc, Comuns, Pp y Ciutadans. Es decir, que pueda reproducirse la situación que dio la mayoría a Jaume Collboni para convertirse en el alcalde de Barcelona».
Esta es la suma principal que ha dejado las elecciones y todas las demás palidecen. El independentismo ha perdido la capacidad de sumar y también la de restar y ni siquiera la adición del racismo ripollés puede enmendar su dramática certidumbre.
Se adviene una negociación complicada. Tan complicada como la que llevó a Jaume Collboni al Ayuntamiento de Barcelona. Pasará, sobre todo, por la generosidad obligada del Partido