El Mundo Madrid

GANA EL PSC, JUNTS PRESIONA

Los socialista­s logran una amplia victoria que, en cambio, no garantiza a Illa la investidur­a. Puigdemont plantea un acuerdo con ERC y que tenga el plácet de Sánchez. El PP da el ‘sorpasso’ a Vox

- IÑAKI ELLAKURÍA BARCELONA

Las elecciones presentada­s por Pedro Sánchez como la oportunida­d de un cambio de rumbo en Cataluña, el punto final del proceso independen­tista y el aval del pueblo catalán a la ley de Amnistía, cristaliza­ron ayer en una victoria contundent­e del candidato del PSC, Salvador Illa, con 42 diputados. El tercer mejor resultado de la historia del PSC, la primera vez que gana en votos y escaños, pero que no garantiza a Illa la investidur­a. La gran fragmentac­ión de la Cámara y los vetos cruzados entre los partidos, según el eje identitari­o CataluñaEs­paña, pero también por el eje izquierdad­erecha, son su principal obstáculo.

La mayoría más probable es el regreso del gobierno tripartito formado por PSC-ERC-Comunes, la fórmula apoyada por buena parte del poder económico de Cataluña y que los socialista­s van a intentar cerrar en las próximas semanas. Paradójica­mente, la llave del futuro gobierno la puede tener ERC, el gran perdedor de los comicios, al haber pasado de 33 a 20 diputados. Los republican­os deberán decidir si continúan en su relación tóxica con los socialista­s y entran en un gobierno de coalición presidido por Illa y con los Comunes como tercer socio.

Pero la magnitud del batacazo republican­o dificulta el acuerdo. Un abatido presidente de la Generalita­t, Pere

Aragonès, asumió la derrota de ERC, invitó a PSC y Junts a que tomen la iniciativa para formar gobierno, y anunció que ERC acepta que su destino es restar en la oposición.

En segunda posición quedó Carles Puigdemont, con 35 diputados. Su promesa electoral de regresar a Cataluña, si tenía opciones de ser investido presidente de la Generalita­t, no le ha bastado para capitaliza­r todo el voto nacionalis­ta. Un fracaso de su campaña personalis­ta, pero que, en cambio, sí permite a Junts arrasar con ERC y consolidar­se como la fuerza hegemónica del nacionalis­mo catalán, con la victoria en más de 700 municipios.

En su comparecen­cia en la localidad francesa de Argelers, Puigdemont lamentó los efectos de la división de las fuerzas independen­tistas, consideró muy negativa para Cataluña la reedición de un gobierno tripartito y tendió la mano a ERC para explorar en las próximas semanas la formación de un gobierno nacionalis­ta de neoconverg­entes y republican­os. Esta no suma mayoría absoluta, pero con los votos de la CUP y Aliança podría tener mayoría simple en segunda vuelta. Puigdemont dejó entrever la amenaza que ya hizo durante la campaña: si Sánchez no sacrifica a Illa y permite un gobierno netamente nacionalis­ta y presidido por Junts le retirará todo su apoyo en el Congreso. Una posibilida­d que obvia que el PSC es un partido independie­nte y federado al PSOE y que, por lo tanto, difícilmen­te aceptará, por mucha lealtad y obediencia de Sánchez a Illa, renunciar a la Generalita­t tras obtener un resultado histórico.

Este mensaje de Puigdemont dirigido a la Moncloa, y la voluntad anunciada por Illa de acudir al debate de investidur­a del 25 de junio, anticipa unos días de mucha presión sobre ERC para que se decante por una u otra opción.

La debilidad general del independen­tismo, que pierde por primera vez la mayoría absoluta en el Parlament, mientras PP y Vox suben, es la factura de la decadencia económica, social y cultural provocada por el proceso. El desencanto de las bases nacionalis­tas se debe, asimsimo,a la probada imposibili­dad de la independen­cia –que ni favorables ni opositores creen ya posible- tras su fracaso de 2017. Así como a los pactos, trueques y cambalache­s de Junts y ERC con el Gobierno de España, mientras las dos formacione­s se pelean en Cataluña. Una deriva a la que ha contribuid­o a la gran desmoviliz­ación nacionalis­ta. En la que tuvo que ver también que los primeros cinco días de campaña fueran secuestrad­os emocionalm­ente por parte de Sánchez con su amago de dimisión. Un melodrama que rompió el guion establecid­o del 12-M, que giraba en torno a una victoria de Junts que permitiera el regreso triunfal de Puigdemont a la presidenci­a, y que trasladó a Cataluña el debate sobre la supuesta campaña de acoso que sufre Sánchez. No dudó el líder del PSOE en tomar rápidament­e el mando de la campaña electoral del PSC, relegando a Illa a un papel subalterno, y protagoniz­ó numerosos mítines, vinculando la victoria socialista a un aval a su política de diálogo con el nacionalis­mo, a la amnistía, y a su continuida­d en la Moncloa.

Esta estrategia de «españoliza­ción» del debate catalán, convirtien­do el 12M en una suerte de plebiscito sobre Sánchez, acabó benefician­do a PP y Vox. En su pugna por el espacio de la derecha constituci­onalista, los populares lograron el deseado sorpasso a Vox, a pesar de que el partido de Abascal mejora resultados y absorbiero­n a Cs. La presencia continuada de Alberto Núñez Feijóo en Cataluña, una apuesta personal del líder del PP para contrarres­tar a Sánchez, acabó siendo un revulsivo.

 ?? SERGIO GONZÁLEZ VALERO ?? El candidato de Junts, Carles Puigdemont, durante su intervenci­ón, anoche, desde la localidad francesa de Argelès-sur-Mer.
SERGIO GONZÁLEZ VALERO El candidato de Junts, Carles Puigdemont, durante su intervenci­ón, anoche, desde la localidad francesa de Argelès-sur-Mer.
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