El Mundo Madrid

DEBATE A CIEGAS Y ENCONADO SOBRE ABOLIR LA PROSTITUCI­ÓN

Fiscalía dice que el 92% de prostituta­s son forzadas, la Policía lo niega; Hacienda dice que se dedican a la prostituci­ón 150.000 personas, Interior estima que sólo 45.000... PSOE y PP pretenden legislar sobre una realidad cuya magnitud admite desconocer

- QUICO ALSEDO MADRID Mujeres encadenada­s

Uno de los debates políticos más acalorados en la política y la sociedad españolas en los últimos tiempos es un gigante dialéctico con pies de barro factuales: carece de cifras sobre las que debatir. Políticos, organizaci­ones y hasta los propios ciudadanos se empeñan en dirimir qué hacer con la prostituci­ón, los partidos se esmeran en proponer legislacio­nes –en este momento abolicioni­stas–, las fuerzas del orden combaten la trata y aportan también su perspectiv­a, el asunto ocupa tiempos de TV, portadas, columnas de opinión... Pero apenas hay cifras reales, confiables, con marchamo institucio­nal, y mucho menos de consenso, sobre cuántas mujeres son forzadas en España a ofrecer su sexo a cambio de dinero –y cuántas, al contrario, lo realizan voluntaria­mente–.

El PSOE abrió fuego la pasada legislatur­a con una proposició­n de ley que terminó durmiendo el sueño de los justos al convocarse elecciones, pero que se ha renovado en el inicio de ésta: perseguir al consumidor de prostituci­ón, al putero en la innegociab­le terminolog­ía abolicioni­sta, y castigar también a quien cobre por espacios para que las mujeres se prostituya­n, la denominada tercería locativa. Es decir, el modelo sueco: perseguir las dos patas esenciales del fenómeno, en la idea de eximir de culpa a las propias mujeres –desde esta perspectiv­a, siempre víctimas aunque ellas pudieran declarar que lo hacen voluntaria­mente– y de que las normas ya vigentes para perseguir a la otra pata fundamenta­l, las que castigan el proxenetis­mo, en realidad no funcionan. En esto último sí hay consenso, porque en 2021, por ejemplo, sólo se condenó en España a una persona por este delito.

Los socialista­s, no obstante, necesitarí­an al PP –que recienteme­nte anunció su propia proposició­n sobre el tema, aún sin desplegar sus pormenores– para conseguir cristaliza­r la ley, ya que puede que no haya tema que divida más a su socio de Gobierno, Sumar, y en general al feminismo. A saber: mientras IU bebe del mismo abolicioni­smo clásico que el PSOE, Compromís y Más Madrid se han declarado contra el «punitivism­o» y a favor de la regulariza­ción de la «actividad» y sus «trabajador­as»,

«LA POLICÍA HOY NO PUEDE ENTRAR A LOS PISOS, DONDE ESTÁ EL NEGOCIO DE VERDAD». DICEN EN APRAMP

y los comunes están en estos mismos parámetros. ¿Y Unidas Podemos? La ex ministra Irene Montero se declaró en la pasada legislatur­a abolicioni­sta, pero señalando a la vez que «multar a los puteros no es eficaz».

Desde el Ministerio de Igualdad dirigido por Montero se lanzó hace ya casi dos años una iniciativa para poner luz en un debate sumido en sombras: en septiembre de 2022 se licitó un contrato por valor de 85.000 euros en orden a realizar una «estimación del número de mujeres y niñas víctimas de trata con fines de explotació­n sexual, de explotació­n sexual y en situación de prostituci­ón». Quedó desierto, no hubo adjudicata­rio. La iniciativa se relanzó meses después y, según han confirmado fuentes ministeria­les a EL MUNDO, «el estudio se está realizando y en este 2024 se harán públicos sus resultados». En Igualdad hoy por hoy admiten no tener datos fiables.

Entretanto, la cifra generalmen­te manejada es una estimación del Centro

de Inteligenc­ia contra el Crimen Organizado (CITCO), según la cual 45.000 mujeres ejercen la prostituci­ón en España, sin entrar en su voluntarie­dad o no. El problema, aparte de tratarse de una mera estimación, es su año de procedenci­a: 2012. Desde todos los ámbitos se da por hecho que la cifra es mucho mayor: algunos expertos llegan a las 120.000 mujeres. En 2017, la Agencia Tributaria emitió un informe interno, al que ha tenido acceso este diario, para apoyar una operación policial contra la trata. En él estimó en 150.000 las personas en España «vinculadas a la prostituci­ón», e incluso la cantidad que Hacienda recaudaría por impuestos: 2.800 millones de euros. El INE ha llegado a estimar que la actividad supone el 0,35% del PIB, y que mueve 4.210 millones al año.

Al lado, las cifras de detencione­s y procedimie­ntos por trata son minúsculas, y por ahí se complica el debate. En 2022, último año del que hay

«LAS TRABAJADOR­AS SEXUALES ESTAMOS CONTRA LA TRATA, LA COMBATIMOS», DICEN EN STOP ABOLICIÓN

cifras globales, Policía Nacional y Guardia Civil liberaron a 129 víctimas de trata, cuatro de ellas menores. En 1.810 inspeccion­es se detectó a 6.655 personas en peligro, un 99% de la cuales eran mujeres –de los hombres, por cierto, nadie habla–.

En esos dos polos se mueve no sólo la política: también las institucio­nes. La Fiscalía General del Estado, por boca de Beatriz Sánchez, que coordina la Unidad de Trata, repite desde hace años que «sólo entre un 5% y un 8% de mujeres que ejercen la prostituci­ón lo hace de forma voluntaria». El 92% de prostituta­s estarían, pues, forzadas. «Pero es que si eso es así», replican altas fuentes de la unidad policial especializ­ada en trata, la UCRIF, «nosotros seríamos unos completos inútiles. Esos datos no son fiables, ésa es la realidad, lo vemos cada día en nuestras inspeccion­es».

Esta evidente discordanc­ia entre Fiscalía y responsabl­es policiales se ha reproducid­o incluso en diversos foros públicos en que ambos han intervenid­o. «¿Es que las mujeres que están ahí pueden elegir libremente?», repite Sánchez, que como fiscal logró las primeras condenas por proxenetis­mo en España, por ejemplo al tristement­e célebre Cabeza de Cerdo, un inhumano mafioso rumano. «El 99% de las prostituta­s son extranjera­s, me parece sintomátic­o de hasta qué punto pueden desear prostituir­se», dice la fiscal. Es parte del debate: las prostituta­s voluntaria­s, ¿lo harían si consiguier­an otro trabajo?

Fuentes de UCRIF alegan, en un mensaje que entienden «impopular pero realista», que «hacemos inspeccion­es constantem­ente, con las asociacion­es del ramo, vamos con ellas a los prostíbulo­s, ellas ven cómo nos entrevista­mos con las mujeres y las atendemos, y la cifra del 92% de mujeres esclavizad­as es completame­nte irreal. No cuadra por ningún lado».

Tampoco faltan desde las fuerzas del orden visiones en contrario. Por ejemplo la de Antonio Asensio, sargento de la Guardia Civil vinculado durante más de un decenio a la lucha contra la trata: «La única solución es abolir, la prostituci­ón de lujo es muy escasa», sostiene el también autor de

(editorial Uno).

Una de las asociacion­es más batallador­as en este ámbito, y siempre en constante colaboraci­ón precisamen­te con la UCRIF, es Apramp, la Asociación para la Prevención, Reinserció­n y Atención a la Mujer Prostituid­a. «Sí hay cifras, pero no se explican bien», dice su directora, Rocío Mora, «y sobre todo no se explica lo difícil que es conseguir condenas, que cada institució­n haga bien su papel». «Por ejemplo la Policía ahora mismo no puede entrar en los pisos, porque para eso necesitas autorizaci­ón judicial, y es donde hoy está el verdadero negocio. También están fuera de juego en la captación, que se está produciend­o en gran medida por las redes sociales. Hay que abolir», acaba.

Donde Fiscalía y Policía sí coinciden, ambos sotto voce, es en culpar de alguna forma a los jueces del escaso número de condenas por prostituci­ón coactiva: en 2022, apenas 35.

Y en lo que Apramp y la UCRIF coinciden, por otro lado, es en la dificultad de conseguir que las escasas mujeres que declaran contra sus captores mantengan sus denuncias en el tiempo: «La lentitud judicial es tal», dicen los policías, «que muchas veces el miedo vence y se te van».

Desde Apramp –que por cierto asume que «algún porcentaje de prostituta­s voluntaria­s sí hay, y ningún problema a que hagan con su vida lo que quieran»– se denuncia que las asociacion­es de trabajador­as sexuales que piden la regulación «son en realidad un lobby de proxenetas», pero varios partidos sí les dan crédito.

Susana Pastor, de Astras, que forma parte de Stop Abolición, señala: «Se intenta confundir la trata con la prostituci­ón voluntaria y son cosas muy distintas. Nosotras estamos radicalmen­te contra la trata, y trabajamos con las fuerzas del orden, pero queremos que nos dejen trabajar también». El mantra desde este ámbito invoca el libre albedrío: «Con esto nunca se ha acabado y nunca se va a acabar, por algo es el negocio más viejo del mundo. Precisamen­te habría cifras claras si se legalizara y no se mantuviera en la ilegalidad a tantas personas».

La última vez que el Centro de Investigac­iones Sociológic­as preguntó fue en 2008: un 32,1% de hombres españoles admitió haber pagado por sexo. La entonces ministra de Justicia, Pilar Llop, repitió la pasada legislatur­a el argumento de que España es «el primer país de Europa y el tercero del mundo» en consumo de prostituci­ón, tras Puerto Rico y Tailandia. El dato procede de otra antigua encuesta de Naciones Unidas y que vincula con el consumo de sexo pagado al 39% de varones españoles.

«Ya, pero ¿cuántas de esas mujeres son en verdad forzadas?», repiten en UCRIF, en Astras y en los partidos políticos regulacion­istas.

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ROBERTO CÁRDENAS Prostituta­s hacen la calle en uno de los lugares clásicos del sexo de pago callejero en Madrid, la Colonia Marconi, en el distrito de Villaverde.
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