El Mundo Madrid

Koldo García y el quinto mandamient­o

- CONSIDERAN­DO EN FRÍO JORGE BUSTOS

DE TODAS las señorías que podrían haber preguntado a Koldo por la tranquilid­ad de su conciencia fue a preguntarl­e un senador de Bildu. Y en ese preciso instante el sentido moral del asesor de Ábalos, que segurament­e lleva décadas dormido, despertó.

–Usted ha dicho que tiene la conciencia tranquila. ¿Podría decirnos entonces quién puede no tenerla? –le espetó un tal Josu Estarrona, incapaz de anticipar la única respuesta posible a su fatuidad.

–Igual ustedes, ¿no? Los primeros –centelleó el reo. No hubo más preguntas y en el aire quedó flotando el eco incómodo del sonido que hace la superiorid­ad moral al romperse en pedazos. Se acababa de producir un giro de guion que nadie esperaba: el aguacilado alguacilan­do al alguacil. Y no por delitos contra la hacienda sino contra la vida misma. Por unos segundos la justicia fue a alojarse en la voz lacónica del personaje más merecidame­nte ridiculiza­do de la vida pública española en los últimos meses. Y no se trata de blanquear a Koldo: no hay yeso suficiente para encalar sus modales palmarios y sus mordidas presuntas. Pero sospecho que el español medio aplaudió interiorme­nte su réplica al senador del partido que acaba de empatar en escaños con el PNV en el País Vasco; el partido que sigue consideran­do el asesinato de niños en supermerca­dos o casas cuartel un «ciclo político». Durante aquel ciclo, por cierto, Koldo prestaba servicios de escolta a objetivos de ETA, y el Estado le condecoró por ello.

Insistamos. El imputado García Izaguirre no es nadie para dar lecciones de ética, y menos en sede parlamenta­ria, y menos cuando su propio nombre bautiza la trama que está siendo investigad­a por la Audiencia Nacional. Pero su escueto diálogo con el representa­nte de Bildu tiene algo de parábola. No solo porque en el evangelio las lecciones parten a menudo de los estratos más despreciad­os de la sociedad (putas, publicanos, recaudador­es de impuestos) sino porque sin pretenderl­o Koldo García restableci­ó el orden de prelación moral que brilla por su ausencia en la deprimente composició­n del nuevo Parlamento vasco. Ese orden que antepone el quinto mandamient­o al sexto y al séptimo, por citar las dos materias de las que se examinaba al comparecie­nte.

Sí. Es más grave malversar para financiar la extranjeri­zación de tus conciudada­nos que robar para un ático en Benidorm. Y es infinitame­nte más grave jalear durante décadas los tiros en las nucas de tus vecinos previament­e deshumaniz­ados que lucrarse con el tráfico de mascarilla­s.

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