El Mundo Madrid - Weekend

Factura millonaria por el retraso de Ribera en el cierre de Garoña

Iberdrola y Endesa ultiman una auditoría de costes antes de reclamar al Gobierno

- PAULA MARÍA

Iberdrola y Endesa están haciendo números por la central nuclear de Santa María de Garoña. Las dos eléctricas, propietari­as al 50% de la instalació­n atómica burgalesa, están trabajando en una auditoría como paso previo antes de extender una factura multimillo­naria al Gobierno por el sobrecoste que ambas compañías han afrontado durante los años que han tenido que alargar su gestión de la planta, en situación de cese definitivo de actividad desde agosto de 2017, por el retraso en el trasvase de su titularida­d al Estado.

Distintas fuentes del sector consultada­s por EL MUNDO coinciden en que el proceso de nacionaliz­ación de Garoña debería de haberse resuelto en un par de años. Como tarde, a principios de 2020. A partir de ese momento, la gestión de la central debía quedar en manos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivo­s (Enresa), cuya dirección estratégic­a es competenci­a del Ministerio para la Transición Ecológica que dirige Teresa Ribera.

A día de hoy, las dos eléctricas todavía son titulares de la instalació­n, cuyo coste anual ascendería al entorno de los 10 millones de euros, apuntan las voces más conservado­ras, y rondaría los 40 millones, según otras fuentes más generosas. La compensaci­ón total que las dos mayores eléctricas del país pedirán al Gobierno por Garoña podría oscilar, por tanto, entre los 30 y los 120 millones de euros.

En otoño de 2022, en el Consejo de Sefuridad Nuclear (CSN) se barajaba que en marzo de 2023 Enresa

sería ya la titular de Garoña. Pero no fue hasta No fue hasta hace dos semanas que el CSN emitió su informe favorable a la transferen­cia de la gestión de la central burgalesa a la empresa pública desde Nuclenor, la sociedad conjunta de Iberdrola y Endesa. El documento del Consejo es el primer paso para culminar el proceso que ahora sólo está pendiente de la autorizaci­ón de Transición Ecológica.

Varios factores se han combinado para aplazar consecutiv­amente este proceso. La pandemia no ayudó a agilizar las cosas. Tampoco la carga de trabajo que ha mantenido el Consejo de Seguridad Nuclear últimament­e, cuando en paralelo a la cuestión de Garoña ha tenido que tramitar la renovación de seis centrales nucleares. Con todo, la totalidad de las fuentes consultada­s coinciden en que el trámite de Garoña podría haber ido mucho más rápido de no haber sido por el portazo definitivo que Transición Ecológica dio a finales del año pasado al plan para construir un almacén nuclear temporal centraliza­do (ATC) para los residuos atómicos en el municipio manchego de Villar de Cañas.

Desde que desembarcó en el ministerio, Ribera frenó en seco el proyecto del ATC, eje central del plan nacional de gestión de residuos atómicos que había predominad­o en España desde que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero impulsó la iniciativa en 2004. Ribera ha dado un vuelco a la estrategia nacional y ha apostado por la construcci­ón de siete almacenes temporales descentral­izados (ATD). El giro de acontecimi­entos ha sido determinan­te a la hora de postergar el proceso de cierre de Garoña, un retraso por el que el Gobierno deberá rendir cuentas.

«La falta de concreción sobre la estrategia de la gestión del combustibl­e atómico gastado ha sido un factor importante en el retraso, pues la decisión del Gobierno de apostar por la construcci­ón de los siete almacenes individual­izados, el CSN tuvo que revisar la seguridad nuclear y la protección radiológic­a a largo plazo de Garoña», señala una fuente próxima al proceso de nacionaliz­ación.

El giro de Ribera respecto al modelo de gestión de residuos atómicos también ha obligado a rediseñar el plan de desmantela­miento de Garoña. En concreto, ha requerido aumentar la capacidad del almacén individual­izado de la central burgalesa para concentrar el volumen de residuos que, inicialmen­te, iban a ir a parar al ATC de Villar de Cañas.

En detalle, si con el viejo plan el almacén de Garoña fue habilitado para acoger una decena de contenedor­es para combustibl­e atómico, ahora incorporar­á otros 44 contenedor­es que se encuentran en proceso de fabricació­n, a fin de almacenar allí todo el inventario de elementos combustibl­es que ahora se encuentran en la piscina de la central.

El sector teme que la escasa planificac­ión que está marcando el desmantela­miento de Garoña se repita en los sucesivos cierres del parque atómico español. El apagón nuclear que ha diseñado Gobierno arrancará en 2027 y concluirá en 2035. El punto de no retorno del proceso es 2024, fecha tope para cerrar los aprovision­amientos de uranio que se realizan con tres años de antelación.

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EFE La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

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