LOS TECNÓLOGOS REIVINDICAN LA HUMANIZACIÓN DEL MUNDO DIGITAL
Aumenta la contratación de filósofos, lingüistas e historiadores en las grandes compañías tecnológicas
El concepto humanismo digital ha venido para quedarse. Esta disciplina del saber se preocupa por la búsqueda de la relación óptima de los humanos con las máquinas. No se trata de un debate nuevo, pero sí de un ámbito en el que merece la pena seguir investigando. Los expertos coinciden en la necesidad de encontrar espacios para la desconexión. También hablan de cómo la condición humana es ya prácticamente condición digital. Muestran también su recelo sobre el papel dominante que han adquirido las plataformas digitales en los últimos años. Las instituciones públicas de Estados Unidos han llamado la atención sobre ese cuasi monopolio de Meta en las redes sociales o el de Alphabet en el de los buscadores de Internet, Microsoft en sistemas operativos o Amazon en comercio electrónico. Ante esa realidad inamovilible, los expertos consultados por elEconomista consideran “crucial que las familias acuerden, con los jóvenes involucrados en ese proceso, cómo y cuánto se van a relacionar con la tecnología digital. Es clave que esta educación sea práctica, es decir, que lo vean en sus padres y que lo practiquen con ellos”, según explica Juan Luis Suárez, profesor de la Western University de Canadá.
No es casual que las grandes tecnológicas estén contratando para sus equipos a filósofos, historiadores, filólogos, teólogos, etc. Se han dado cuenta de que hay mucha vida más allá de los algoritmos y reclaman este tipo de perfiles para hacer más humana la digitalización. Cada vez se habla más de ese humanismo digital y hemos querido conocer de dónde procede. Los orígenes de este movimiento académico se remontan a los años 50 del siglo pasado. Era la época en la que la inteligencia artificial daba sus primeros pasos. Por un lado, en la Universidad de California, en Berkeley, una profesora de literatura pidió a unos ingenieros que le ayudaran a crear un índice de poesía usando para ello aquellas tarjetas codificadas con agujeros. También en esa misma década, en Italia, un jesuita creó el índice tomístico, una guía de la ingente obra de Santo Tomás, con la ayuda de las computadoras de IBM. Así, los avances técnicos se ponían al servicio del humanismo… y también así surgía el humanismo digital.
“Las Humanidades Digitales utilizan las últimas tecnologías –como los métodos computacionales más avanzados- para impulsar la investigación en este campo del saber”, explica Juan Luis Suárez, profesor de Humanidades Digitales en la Western University de Canadá. Considerado uno de los máximos expertos en este campo, impartió una conferencia recientemente en Madrid, en la Fundación Ramón Areces, junto a su colega de la universidad tecnológica de Swinborne en Australia, Angela Ndalianis. Con ambos descubrimos el estado del arte de una nueva ciencia: las Humanidades Digitales. Los expertos auguran que será cada vez más necesario para empleos relacionados tanto con las tecnologías de la información como con las industrias culturales y creativas. También lo ven como una gran oportunidad para revitalizar las Humanidades como campo de conocimiento.
La profesora Ndalianis aportó ejemplos de cómo las máquinas pueden contribuir al humanismo, para apuntan que el arte en lo postdigital aborda la humanización entre el ciberespacio y la realidad combinando los medios encarnados y la realidad mixta”. Para Angela Ndalianis, ese juego entre la realidad y la ilusión es una característica del barroco y también del mundo postdigital, en el que desaparecen las fronteras entre lo analógico y lo digital, entre lo inorgánico y lo orgánico…
En esta misma conferencia, el referido Juan Luis Suárez defendió que el acceso al yo es la clave de todo movimiento humanista. “El método para aprender en la realidad es ese acceso al yo, pero las generaciones actuales jóvenes no saben acceder a su yo interior. Ese el principal desafío que tenemos”. Suárez se mostró agradecido a la tecnología por las posibilidades que nos ofreció durante la pandemia, pero también es muy escéptico sobre otros temas relacionados con este progreso. “El Estado tiene la obligación de regular a las plataformas digitales y de educar a los jóvenes en la vida real. Son las dos urgencias de hoy. Aprender a lidiar en este entorno”, reclamó, tras admitir que “la condición humana es ya prácticamente condición digital. De hecho, “no se discute que todos tenemos uno o dos dispositivos pegados a la piel y que no queremos renunciar a ellos”, admitió.
El mismo experto en humanismo digital apunta que “esta nueva disciplina plantea cómo deben ser las relaciones e interfaces entre el ser humano y las computadoras. El objetivo es que no nos demos cuenta de que estamos interactuando con una pantalla. Las plataformas
Las plataformas ‘online’ están diseñadas para la interacción constante de los usuarios
digitales han aprendido que controlar esos elementos de fricción les permite ser líderes en su campo y crear un ecosistema entero”, explica.
Sobre la dificultad de los jóvenes para acceder al yo, ¿no resulta chocante que sea así en un momento en el que, gracias a esas plataformas digitales, tienen acceso a una oferta mucho más amplia de contenidos culturales (vídeo, música, libros, arte, etc.) para desarrollar nuestra personalidad? “No lo es si se comprende que esa oferta está diseñada para la interacción constante con ella, es solo una excusa para que los usuarios cedan su atención a las plataformas y estas puedan comprobar esa captura de la atención mediante las interacciones constantes de los ciudadanos. Lo que se produce en realidad no es un acceso al yo, sino una exposición de este para que las plataformas puedan extraer los datos y la atención de la gente”.