El Economista

La maldición del Titanic: cinco desapareci­dos en un sumergible

La nave Titán, en la que viajan cuatro tripulante­s y un piloto, perdió el contacto con el barco de mando cuando exploraba los restos del transatlán­tico hundido en 1912

- Elena Iglesias

A las 04.00 horas del pasado domingo, los cuatro expedicion­arios y el piloto comenzaban una inmersión en el océano Atlántico para, tras dos horas de bajada, visitar los restos del Titanic, una expedición ofrecida por la empresa OceanGate, a bordo de la nave Titán.

Desde entonces, la nave y la tripulació­n se encuentran en paradero desconocid­o, lo que ha obligado a la Guardia Costera de los Estados Unidos a iniciar una operación de búsqueda y rescate a contrarrel­oj, ya que solamente disponían de “soporte vital” para 96 horas de expedición dentro del sumergible.

Antes del transcurso de las dos primeras horas necesarias para llegar hasta los restos del Titanic, el barco de mando, conocido como Polar Prince, perdió el contacto con el sumergible y sus ocupantes. Se trata de un piloto y cuatro tripulante­s, que finalmente fueron identifica­dos por las autoridade­s. Las cinco personas que embarcaron en el Titán son: el millonario británico Hamish Harding, el aventurero francés Paul-Henry Nargeolet, el ingeniero Stockton Rush, el magnate Shahzada Dawood y su hijo Suleman.

La nave desapareci­da es propiedad de la empresa OceanGate, que ofrece la Expedición Titanic de 10 días, ocho de ellos en alta mar, para acercarse a los restos del famoso barco hundido en el Atlántico en 1912. Para ello, ponen a disposició­n de los contratant­es un sumergible que tiene capacidad para cinco personas, elaborado de fibra de carbono y titanio, con 6,7 metros de largo. El precio de la expedición asciende, al menos, a 250.000 dólares (229.000 euros).

El interior de la nave es muy estrecho y hay pocas instalacio­nes. Una vez que los viajeros entran en el Titán, se sella la cápsula cilíndrica desde el exterior. El aire interior se va renovando de forma parecida a una nave espacial, mientras que la presión permanece constante. En uno de los extremos destaca un portal de observació­n que tiene 21 pulgadas de diámetro, que permite a los pasajeros ver las profundida­des marinas.

Esta nave fue construida por la empresa privada OceanGate Expedition­s, con sede en Washington y, en concreto, por el CEO Stockton Rush, a bordo del sumergible. El ingeniero aeroespaci­al por la Universida­d de Princeton tiene un MBA de la Escuela de Negocios Haas de UC Berkeley. De hecho, trabajó en la NASA, en el diseño de la nave Boeing.

Esta empresa ha confirmado que la nave desapareci­da forma parte de su flota y que está “explorando y movilizand­o todas las opciones para traer a salvo a la tripulació­n”, aunque reconocían que no sabían que es lo que había podido suceder.

Límite de profundida­d

El Titán puede alcanzar 2,5 millas de profundida­d, mientras que los restos del Titanic, hacia donde se dirigía la nave, se encuentran al límite, concretame­nte, a 2,4 millas (4 kilómetros).

La única informació­n que ha podido saber la Guardia Costera de los Estados Unidos en la operación de rescate es que, aproximada­mente una hora y 45 minutos después del lanzamient­o del submarino, el buque de mando perdió el contacto con la embarcació­n de buceo a unas 900 millas (1.450 kilómetros) al este de Cape Cod, Massachuse­tts.

Desde el inicio de la expedición, el suministro de aire de la nave era de 96 horas, tal y como recoge Bloomberg. El Contralmir­ante John Mauger de la Guardia Costera estimó, en rueda de prensa en Boston a las 16.30 horas del lunes 19, que la capacidad de aire se habría reducido por entonces a 70 horas. Según los cálculos del experto, los expedicion­arios dispondría­n de oxígeno tan solo hasta este jueves 22.

Operación de rescate

En la operación de rescate han participad­o aviones C-130, así como dos aviones P-8 y barcos comerciale­s: “Hemos estado en contacto con embarcacio­nes comerciale­s, así como también hemos iniciado el movimiento de activos adicionale­s de la Guardia Costera de Canadá y activos de superficie de la Guardia Costera de los EEUU”, ha dicho

El precio para visitar el esqueleto del histórico barco asciende a 229.000 euros

Mauger, en declaracio­nes recogidas por la CNN. Por otro lado, la Guardia Costera también ha estado en contacto con la Armada de los Estados Unidos y el ejército canadiense para determinar qué capacidad de rescate submarino está disponible.

El Titanic se hundió en las profundida­des del Atlántico, en la costa de Terranova (Canadá), tras chocar con un iceberg en el año 1912, provocando la muerte de unas 1.500 personas. Fue el mayor desastre marítimo del siglo XX.

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EE* Imagen de los restos del Titanic. Arriba, uno de los magnates desapareci­dos.
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EUROPA PRESS Hamish Harding.

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