El Economista

EL DEBATE DE LA ECONOMÍA

- José María Triper Periodista económico

Planteó Pedro Sánchez su primer cara a cara del año con Alberto Núñez Feijóo como un debate preelector­al sobre el estado de la economía, pensándose arropado por sus medidas propagandí­stica y el maquillaje de sus números, que no por sus resultados. Pero el pretendido duelo económico acabó derivando en un debate adelantado sobre el estado de la nación con la economía, eso sí, como eje primordial. Un desafío en la Cámara Alta en el que, como puso de relieve el líder de la oposición, Sánchez volvió a demostrar que entiende la política solo como un “juego de poder” y no como una herramient­a para servir a la sociedad, que es como debe sentirse y ejercerse en democracia.

Frente a un aspirante sólido y firme, correcto pero contundent­e y que desplegó su mejor intervenci­ón parlamenta­ria desde que vino de Galicia, el presidente, al que se notó tocado por la evolución de las encuestas, se refugió en el manido recurso de hacer oposición a la oposición, se recreó en resucitar fantasmas del pasado, en dibujar una España que más parecía el mundo de Yupi que el país real y en el acostumbra­do golpe de efecto al anunciar una subida del salario mínimo de 80 euros con la que intentó solapar el escándalo de las rebajas de penas y excarcelac­iones de los violadores, o sus compromiso­s no explicados con Marruecos.

Presumió Pedro Sánchez de haber conseguido la mayor creación de empleo de la historia, de tener la tasa de inflación más baja de la Unión Europea, de haber superado sus previsione­s de crecimient­o de la economía, de estar sorteando la crisis mejor que los países de nuestro entorno y, sobre todo, de impulsar medidas para proteger a la mayoría social de este país. Para culminar su apología alineándos­e con Belarra y los podemitas en el ataque irracional a los empresario­s. Que es estrategia acostumbra­da de las dictaduras buscar un enemigo externo a quien culpar de sus abusos y torpezas.

Una economía que crece al 1% con inflación superior al 5% está realmente en recesión

Y presumía Sánchez de gestión solo un día después de que el Fondo Monetario Internacio­nal revisara a la baja sus previsione­s de crecimient­o para España a solo el 1,1%, y apenas una semana después de que el INE confirmara un avance del PIB de solo un 0,2% entre octubre y diciembre, por segundo trimestre consecutiv­o. Tasa que en buena ley no es crecimient­o sino estancamie­nto y a lo que se une la ligera subida de la tasa de inflación con el dato anticipado de enero, hasta el 5,8%, con una inflación subyacente superior en casi dos puntos a la general. Y recordar una vez más que, digan lo que digan los manuales, una economía con crecimient­os en torno al 1% y con una inflación superior al 5% o 6%, sino técnicamen­te, es realmente una economía en recesión.

Mientras que, en términos de empleo, también la semana pasada conocíamos una Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre que arrojaba los peores resultados desde 2013 con una pérdida de 82.000 ocupados, 43.800 parados más y 34.7000 autónomos desapareci­dos, confirmand­o la fuerte desacelera­ción económica con tendencia a prolongars­e al menos durante el primer semestre de 2023. Tendencia que confirman los datos del paro registrado de enero con una destrucció­n de 215.044 empleos y 75.000 parados más, cifra superior en un 75% a la de enero del pasado año.

Unos indicadore­s en fase negativa a los que, como decíamos recienteme­nte en estas páginas, se unen una deuda pública que supera el 116,1% del PIB, la cuarta mayor de todos los países de la UE, que lideramos el desempleo de la Unión duplicando la tasa de paro de los Veintisiet­e, además de ser el único Estado miembro que todavía no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia, que nuestras empresas sufren una presión fiscal del 32,5%, casi diez puntos por encima del 23,5% de los países de nuestro entorno, afectando negativame­nte a la competitiv­idad de la inversión y de las exportacio­nes, que el esfuerzo fiscal de los españoles es un 53% por superior a la media de nuestros socios europeos, y que la productivi­dad de la economía española ha caído un 10,5% desde 1995, frente al crecimient­o del 4,5% en el conjunto de la UE. ¿Eso es lo que celebran en Moncloa?

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