Madrid: la responsabilidad de ser ‘Región Emprendedora Europea’
La actividad emprendedora productiva y de impacto genera crecimiento económico, empleo y bienestar social. Para ello, resulta necesario la generación razonablemente constante de nuevas empresas que innoven y crucen fronteras. Muchos países consideran a los emprendedores como “activos nacionales”. A los existentes hay que cuidarlos y motivarlos. A los que están fuera, atraerlos. A todos, darles los incentivos suficientes.
Los emprendedores crean empresas e industrias y provocan el crecimiento de otras conexas. Estas nuevas empresas permiten crear nuevos mercados y, en definitiva, hacen crecer la renta nacional. Son también motores para el cambio social, rompen convencionalismos y dependencias de tecnologías obsoletas. En general, esto se traduce en más libertad económica, mejor calidad de vida y mejor distribución de oportunidades.
De ahí que sea tan buena noticia que la Unión Europea haya reconocido a Madrid como Región Emprendedora Europea para el bienio 2021-2022, gracias al empuje de la Dirección General de Autónomos y tras obtener el apoyo de 70 empresas e instituciones públicas y privadas.
El emprendimiento no es la panacea. Ni mucho menos, emprender es la última alternativa que le queda a quien ha perdido su empleo y quiere ganarse la vida. Por eso considero tan erróneo que, tradicionalmente, las áreas de promoción de autónomos y emprendedores del Gobierno de España y muchas autonomías se ubiquen bajo la cartera de empleo y no liderando las áreas de economía o competitividad.
Para su elección como mejor región emprendedora de Europa, Madrid planteó una estrategia de ataque contra los mayores problemas que impiden a las regiones españolas competir a nivel global. A saber: el exceso de regulación, la fiscalidad desfavorable al emprendimiento –que persigue al emprendedor tan severamente como a las empresas ya consolidadas-, la deficiente y lenta transferencia de conocimiento desde los centros investigadores al mercado, la dispersión de los apoyos públicos y privados al emprendimiento, la marginación de la economía social, la dificultad de acceso a financiación, especialmente, en ámbitos como la transición energética.
El proyecto de Madrid, que la UE ha reconocido, orbita en torno a tres ejes:
El primer pilar tiene por objetivo eliminar todos los trámites administrativos innecesarios mediante la aprobación de una Ley de Mercado Abierto y la remoción de todos los procedimientos superfluos, sujetando todas las relaciones con la administración a un único Dossier Empresarial Unificado.
El propósito del segundo pilar es identificar, concentrar y coordinar todos los elementos necesarios en un ecosistema emprendedor (ideas, empresas, emprendedores, equipos, inversores, angels, mentores) con las instituciones públicas y privadas que son agentes y canalizadores del emprendimiento (foros y eventos, universidades, investigadores, ayuntamientos, gobiernos, incubadoras, financiadores e inversores, creadores de opinión y contenidos). En línea con el Small Business Act europeo, el catalizador y vertebrador será el Consejo del Emprendimiento, que dará voz y protagonismo a instituciones públicas (Madrid+d, universidades, ayuntamientos) y privadas (South Summit, MIDE, Cámaras de Comercio, Ifema, etc.).
Con una firme apuesta por la excelencia y el aprovechamiento del tenaz sector privado madrileño, el Consejo del Emprendimiento habrá de trabajar en tres áreas diferenciadas: Primero, creación de un hub de desarrollo y aceleración de startups tecnológicas, siguiendo el modelo del programa de aceleración de empresas aeroespaciales que la Comunidad de Madrid tiene con la Agencia Espacial Europea y la Universidad Carlos III en el Parque Científico Leganés Tecnológico. Para ello debería redoblarse la inversión en equipamiento industrial a través de líneas como Industria 4.0. En segundo lugar, se facilitará al máximo el arranque de la actividad emprendedora, sin requisitos y a través de un único punto de contacto (One stop shop) con todas las administraciones. En tercer lugar, se debe apostar por la competitividad y la transparencia del “negocio” de la sostenibilidad. Para ello se ha desarrollado un modelo para certificar el uso de fondos para proyectos verdes y de transición energética. El modelo está basado en los Green Bond Principles de la International Capital Market Association (ICMA), al punto de ser clasificado como un “modelo sólido” por la agencia Sustainalytics, lo que garantiza su solvencia y eficacia.
El tercer gran pilar se dirige a reforzar la formación para el emprendimiento, sobre todo en el ámbito rural y en los colegios, y a poner en valor el liderazgo femenino (junto con la asociación de empresarias de Madrid, Aseme) y la fortaleza de la economía social (a través de una nueva ley de cooperativas que habría de regular las cooperativas digitales y las cibercooperativas). Este capítulo contiene una firme apuesta por las segundas oportunidades a los emprendedores a través de iniciativas de acompañamiento y financiación como el programa SOS Empresa y Reemprende –para emprendedores que ya se han enfrentado a los temidos concursos y las tediosas liquidaciones de empresa-.
Madrid tiene todos los componentes para ser un potente foco de atracción de talento emprendedor, especialmente en proyectos tecnológicos, sostenibles y en los ámbitos del liderazgo femenino y la economía social. Tiene la financiación disponible y el clima regulatorio propicio. La Unión Europea lo ha reconocido, declarándola región más emprendedora para los próximos dos años. Pero el reconocimiento trae implícita una obligación de actuar conforme nos hemos comprometido.
Hoy, Madrid está paralizado –una vez másante unas inminentes elecciones. Esperemos que después de eso sepamos estar a la altura del galardón recibido.
Un clima regulatorio propicio, sin burocracia, fomenta la creación de empresas